Atletismo

Ana Peleteiro vuelve a volar

La gran promesa del atletismo español prepara la temporada de verano tras superar una lesión que «no aparece en los libros»

Ana Peleteiro vuelve a volar
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La gran promesa del atletismo español prepara la temporada de verano tras superar una lesión que «no aparece en los libros»

Ana Peleteiro termina el calentamiento en una máquina del gimnasio del Centro del Alto Rendimiento de Madrid. La rutina de todos los días. Pero bendita rutina, piensa la niña prodigio del atletismo español, a la que las lesiones apenas han dejado disfrutar después de haberse proclamado campeona del mundo junior en triple salto en 2012, con 16 años y con un salto de 14,17. «Pasé de la nada a ser una niña a la que conocía todo el atletismo. Y yo era un macaco, si te pilla con 25 años... Pero con 16....», recuerda ahora. «Fue difícil», añade. Y sube el tono de la palabra para definir las dos últimas temporadas: «Ha sido duro», cuenta mientras no para de tocarse el pelo. Primero fueran unas molestias en la espalda. «En 2013. No podía hacer un rebote. Estuve seis meses fuera de competición y, aparte, lo dejé con mi entrenador», narra. En ese periodo además se marchó de Riveira, su pueblo de La Coruña, para trasladarse al CARD de Madrid y seguir progresando. Entonces, superados los problemas en la espalda, fue la maldita rodilla izquierda la que le fue dando avisos. «En 2014 parecía que comenzábamos a remontar, pero haciendo un entrenamiento de pesas yo creo que se rompió el ligamento o tuve una distensión o algo, porque no volví a competir igual», explica. Veía los vídeos de sus saltos y comprobaba que no tenía rebote. El primer brinco y el segundo iban bien, nueve metros y pico o diez, pero el tercero... «Era patético», describe. Algo fallaba en la articulación. «Y durante el Mundial de Oregón (julio de 2014) me reventé», prosigue. Paró hasta después del verano y empezó a entrenar en septiembre, motivada a tope, pero nada salía como esperaba. La rodilla seguía molestando. Primero le dijeron que si era sólo un esguince, que no se preocupara. Pero dolía. «Y un día haciendo batidas me rompí por completo», asegura. Llegó el momento de las pruebas, de ver qué diablos había en esa rodilla, y comprobaron que la articulación tenía demasiada movilidad, que los ligamentos estaban rotos. Primera opinión: había que operar. «Me quería morir, se me vino el mundo encima. Me fui a casa llorando», admite. Pasar por el quirófano siempre es un riesgo y, además, suponía llegar muy justa para la temporada de verano en un año importante, con Mundial y donde se pueden conseguir ya marcas que permitan el acceso a los Juegos de Río. El entrenador de Peleteiro, Juan Carlos Álvarez, un veterano, uno de los gurús del triple salto en España, optó por pedir segundas opiniones y se pusieron en manos del doctor Pedro Guillén.

Empezó de cero, repitiendo prueba a prueba, para ver si daban con algo más en la zona dañada, concretamente la articulación tibioperonea superior. «El doctor pensó que no hacía falta operar, que con quitar la inflamación y hacer una rehabilitación, fortaleciendo los músculos, el peroneo y el isquio, en teoría podía volver a saltar. Me dijo que era una lesión que había visto sólo dos veces en su vida. No sale ni en los libros, de verdad», desvela la atleta. «Pregunté a varios colegas y uno nunca lo había visto, otro sólo una vez», explica Guillén. «Es una lesión que a lo mejor no afecta en el día a día de una persona cualquiera, pero sí puede frenar las pretensiones de un atleta», comenta el doctor, una eminencia en medicina en general y en medicina deportiva en particular, un investigador. Lo que tenía roto eran los ligamentos del peroneo superior. «Y si no hay una separación superior a 7 milímetros del peroné, se cura solo. No hacía falta operar. Los ligamentos se han restablecido, han cicatrizado», agrega el fundador de la Clínica Cemtro, que acaba de ser reconocida como Centro Médico de Excelencia por la FIFA. «Soy en verdad un conejillo de indias, el método fue de conservación, que podía haber dado resultado o no. Y resultó», expresa Peleteiro.

«Todo esto me ha servido para ver el atletismo de otra manera. Antes, incluso estando aquí en Madrid, lo veía como un hobbie, pero ahora es mi vida. Bueno, más bien como un hermano: daría todo por él», afirma Peleteiro. «Cuando quedé campeona del mundo yo era muy inmadura, pero ahora me siento más madura de la edad que tengo. Son 19 años, con lo que podía seguir siendo una niñata», añade una atleta, que por otro lado se define como «loca por personalidad»: «Mi riego no va muy bien –bromea–, pero en las cosas serias soy madura». Lo dice una chica que en su pueblo se entrenó en las peores condiciones: «Apenas teníamos un galpón, no teníamos ni tejado. Sólo entrenábamos dentro cuando era imposible, y con esto me refiero a cuando había alerta roja por el tiempo y no íbamos al colegio. En invierno todas las técnicas eran bajo la lluvia, tenía que llevarme tres mallas, otras tres camisetas... pero yo creo que esto te curte y te hace más fuerte», prosigue.

Intentó llegar al pasado Europeo en pista cubierta de Praga, pero le faltaron tiempo y entrenamientos. Ahora, con las comodidades de Madrid, ciudad a la que se ha adaptado perfectamente, y sin dolor, se prepara con vista al Europeo Sub’23 (11-14 de julio, en Tallin, Estonia) y para el Mundial absoluto (22-30 agosto, Pekín). «Y el año que viene, a Río a tope», adelanta.