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ARCO, la feria del dragón chino

Por primera vez, el gigante asiático se va de compras por Madrid. Su presencia no ha pasado inadvertida en la edición más exitosa de los últimos siete años. Los puntos rojos han vuelto

«En proceso de expansión», obra de Manuel Calderón en El Museo
«En proceso de expansión», obra de Manuel Calderón en El Museolarazon

Hacía tiempo que en la gran cita del arte español no se respiraba tal ambiente de optimismo. A falta de cifras cerradas, ARCO se clausuró ayer con más visitantes, más profesionales y más ventas que el año anterior. El mercado español repunta y los compradores chinos hacen su aparición por primera vez.

Es raro, muy raro, cruzarse con visitantes de facciones asiáticas entre los pasillos de ARCO. Por eso, cuando el Lejano Oriente asoma –es decir, China, la gran potencia emergente en el mercado del arte– es todo un acontecimiento. Esta feria 2015 que acaba de echar el cierre plagada de puntos rojos y con la satisfacción de ver la luz al final del túnel de los duros años de la crisis, será también recordada como la edición en que China descubrió ARCO. Su presencia ha sido discreta pero a pie de estand todos repiten el «haberlos haylos» como un mantra. Y, además, las cifras cantan (aunque de ventas, nunca jamás se den). Y son incuestionables. La propia organización de ARCO destacaba ayer como «novedad la llegada de compradores chinos y su interés por artistas españoles». Los galeristas lo confirman. Patrice Cotensin, director de Lelong, que lleva tres décadas en la feria española, asegura que ésta ha sido la primera edición en que ha cerrado una venta con compradores chinos en Madrid. Y no una, dos: una acuarela del camerunés Barthélémy Toguo por 50.000 euros y una partida de obras gráficas de Miró entre 8.000 y 16.000 euros cada pieza, ayer ya embaladas y rumbo a algún punto del Gigante Asiático. Lelong cuenta con galerías en París, Nueva York y Zúrich, donde están acostumbrados a tratar con coleccionistas chinos. La sorpresa, aseguran, es que asomen la pata en ARCO. Gracias entre otros a ellos, en Lelong celebran cerrar una edición con «el doble de ventas» que en 2014. Desde un Jaume Plensa de 315.000 euros a unos antojadizos Alechinsky –que expone actualmente en el Círculo de Bellas Artes– a 400.

En Marta Cervera también han cerrado acuerdos con compradores chinos. En concreto, un grupo de «supporters» del Ullens Center For Contemporary Art, centro abierto en Pekín en 2007 a expensas del barón belga Guy Ullens. Desde MaisterraValbuena confirman que un grupo de compradores chinos ha estado «muy activo» en ARCO. Y, según la organización, en galerías como Nogueras Blanchard y Travesía 4 también se ha dejado sentir su presencia.

Al margen de este desmbarco inesperado, ARCO 2015 marca un punto de inflexión en el comprador español. El mercado se está dinamizando. El repunte es notable, aunque aún queden muy lejos las cifras pre-crisis. A Moisés Pérez de Albéniz, que días atrás charlaba animadamente con otro veteranísimo en esto del arte, Enrique Gómez Acebo, las cosas no les han podido ir mejor, pues han levantado sus ventas «alrededor de un 20 por ciento» con respecto al año pasado. «En 2014 la mayoría de compradores eran internacionales y este año más o menos estaban al 50 por ciento los internacionales y los españoles. Eso sí, los compradores nacionales suelen llevarse piezas por debajo de los 10.000 euros», asegura. Para Pérez de Albéniz, ésta ha sido la mejor edición desde 2008; sensaciones que comparten desde Travesía 4. Inés López-Quesada, muy orgullosa de sus ventas de una pieza en neón de la joven Asunción Molinos, considera que «ha sido muy buena Feria, con una buena acogida de los españoles, que están de vuelta por fin y muy buen programa de museos en la ciudad y unas fechas muy acertadas». Todo ello, según la organización, ha coadyuvado para que más de 100.000 visitantes hayan acudido a la llamada del arte en Ifema, que además ha contado con un 10 por ciento más de profesionales (27.280). Un total de 300 coleccionistas de 33 países han pisado ARCO este año, de los cuales la mitad ha venido por primera vez, cosa que, según Carlos Urroz, director de la feria, se ha notado positivamente.

Guillermo de Osma es un veterano de una feria que, dice, te deja pasados los días agotado «porque es como una apisonadora». «Establecemos contactos con amigos, clientes, coleccionistas y este año está muy animada y ha funcionado. Hemos vendido a coleccionistas extranjeros. Algunos de ellos han regresado después de un tiempo. Yo notaba que los años pasados eran poco activos y que ahora tienen una mayor confianza y que están viendo que poco a poco se está produciendo una recuperación», asegura, y dice que en el arte se entra más tarde en las crisis pero también se sale después y recuerda que en la tremenda de 1991, de la que el colectivo galerístico no quiere ni escuchar hablar, se empezó a asomar la cabeza ya en el principio de 2000.

Señas de identidad propias

Afirma De Osma que este año él no ha comprado en la feria: «Soy un coleccionista modesto, un coleccionista en alma». El argentino Jorge Mara, que hace años tenía galería abierta en Madrid, un punto de referencia en el que siempre se cocía algo, se muestra bastante satisfecho, sobre todo de la visibilidad que se ha dado al arte latinoamericano, «una idea que me ha parecido estupenda porque España se convierte así en plataforma y escaparate». Quiere dejar claro que el arte del continente no debe ser tomado como un todo, «porque no es lo mismo el brasileño que el argentino. Queda aún mucho camino por recorrer y son las instituciones quienes han de demostrar ese interés por transitarlo», asegura al tiempo que subraya la buena salud del arte latinoamericano, «yo diría que es el equivalente, me refiero a su irrupción en el mercado europeo y norteamericano, que fue en la literatura el ‘‘boom’’». Nota una mayor confianza y ha cerrado buenas ventas, aunque no quiere pasar por alto que sus años madrileños «han hecho posible que tuviera un territorio ganado».

En el stand de Fernández-Brasso los puntos se multiplican. Casi «sold out» el conjunto de cuadros pequeños de Pérez Villalta, que ayer colocaba los últimos puntos de la tarde. «Nos ha ido mejor que el año pasado y bastante mejor de lo que teníamos previsto. Los compañeros con los que hemos hablado nos dicen lo mismo. Así que, efectivamente, el mundo del arte parece que comienza su recuperación. La gente se ha mostrado optimista, con ganas de regalar una obra de arte y cansadísima de la crisis», apunta David, uno de los tres hermanos que llevan la galería. Las mismas buenas vibraciones, sentimientos y resultados que exhibían desde Juana de Aizpuru, que no ha parado de colocar puntos rojos junto a sus obras. A la valenciana Luis Adelantado tampoco le ha ido nada mal y las más jóvenes, las que llevan pocos años de travesía en esta feria, acusan una buena salud y fortaleza envidiables. La presencia, onmipresencia, sería, quizá más correcto decir, de la pintura, ha sido un hecho. Obra de la buena, encabezada por los grandes maestros que ceden el testigo a las nuevas generaciones. Que se lo digan, si no, a Secundino Hernández, que ha vendido hasta los pinceles, uno de los valores más consagrados internacionales, muy fuerte dentro y fuera de España. Las galerías colombianas ponen rumbo a su país con la sensación de los deberes hechos. Muy satisfechas con el resultado, sólo tienen palabras de agradecimiento por el trato recibido y la caja hecha. Por fin hemos podido ver en la distancia corta las obras de Óscar Murillo, el chico milagro del arte de aquel país. Y disfrutar de la pujanza, buen pulso y fortaleza de los creadores latinoamericanos. El arte mira hacia el Sur, los compradores que se incorporan (y una grandísima parte de los que han desembarcado) proceden de ese continente. El año que viene se cumplirá cifra semi redonda: 35 años. Si en esta edición las expectativas se han cumplido y la feria, por primera vez en años, se ha relajado y ha disfrutado del arte, el próximo deberá tener en cuenta la organización los buenos resultados de retrasar la inauguración y acercarla a marzo y de hacer de la capital de España un paseo total (que excede los pabellones de Ifema) dedicado al arte. El vaso, pues, ahora está medio lleno, que diría Wilfredo Prieto.

Colombia, una «huella imborrable»

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, presidió ayer en ARCO la clausura de este edición y consideró que la elección de su país como invitado deja una «huella imborrable en la cultura colombiana y en sus relaciones con España». «Nos une la cultura, la economía y la política», destacó Santos, quien recordó que todos los galeristas con los que habló durante su visita a la feria «han manifestado su satisfacción». «Es un evento maravilloso y no me imaginaba la importancia que tenía», añadió. La apabullante presencia artística de Colombia ha reforzado los lazos con el comprador latinoamericano, uno de los puntales de la feria de arte en el mercado internacional.