Pacientes

«Las alternativas terapéuticas para el ojo seco son muy escasas»

Ana Isabel Jiménez / Directora de I+ D de Sylentis

Ana Isabel Jiménez
Ana Isabel Jiménezlarazon

Ana Isabel Jiménez ocupa desde 2003 el cargo de directora de operaciones ejecutivas en Sylentis, perteneciente al grupo Pharmamar, además de ser directora de I+D

En los últimos años el RNA de interferencia (RNAi) ha surgido como una prometedora tecnología de aplicación terapéutica, siendo reconocida a nivel mundial con la concesión en 2006 del Nobel a sus descubridores, Fire y Mello. Once años después la biofarmacéutica española Sylentis está a punto de lanzar al mercado el primer medicamento basado en esta tecnología para el síndrome del ojo seco. La directora de I+D de esta compañía nos lo cuenta.

–Acaban de iniciar la fase III de estudio con su fármaco para el síndrome del ojo seco. ¿Cuándo creen que tendrán los primeros resultados?

–Se ha iniciado ahora, en el mes de mayo, y esperamos tener los resultados para el primer cuatrimestre de 2018, depende del ritmo de reclutamiento de pacientes.

–¿En qué consiste el estudio?

–Es un estudio europeo, multicéntrico, aleatorizado y doble ciego que se va a realizar en más de 20 hospitales de España, Alemania, Estonia, Portugal e Italia y durará 28 días. En él participarán unos 300 pacientes y lo que se pretende evaluar es la eficacia del SYL1001 para tratamiento del ojo seco mejorando síntomas y signos, que son dos de las características que hay que mejorar para ver que un tratamiento es efectivo. Es un fármaco basado en la tecnología del RNAi que se administra en forma de gotas en monodosis y va frente a una diana patológica nueva: los receptores de capsaicina. Hasta ahora no hay ningún fármaco parecido en el mercado, ni por la diana ni por el mecanismo de acción.

–¿Qué alternativas hay ahora para tratar el ojo seco?

–Ahora mismo las alternativas terapéuticas en Europa son bastante escasas porque lo único que hay son lágrimas artificiales y son paliativas, el paciente se las pone a demanda para mejorar la sintomatología. Hace un año se aprobó en Europa un producto basado en la ciclosporina que bloquea la inflamación asociada a la patología del ojo seco, pero sólo está aprobada para el grupo de pacientes que la tienen en estado muy severo y, además, se tarda bastante en ver el efecto. En EE UU tienen otro medicamento, que se aprobó a finales de 2016, que también va por la vía de la inflamación.

–¿En qué consiste tecnología de RNAi?

–Es una tecnología que surgió hace poco tiempo, hablando científicamente: hasta 2001 no se descubrió que funcionaba en células de mamíferos y desde ese tiempo se ha avanzado bastante en el conocimiento del mecanismo de acción y en el desarrollo de moléculas terapéuticas. Hoy en día hay más de 100 moléculas en diferentes estadíos y para diferentes patologías en desarrollo clínico. Se denomina silenciamiento génico porque, a partir de pequeñas moléculas de ácidos nucléicos, conseguimos bloquear el molde que da lugar a las proteínas que, de esta manera, no se pueden sintetizar. Hasta ahora todos los medicamentos que están en el mercado van contra las proteínas.

–¿Y qué ventajas ofrece frente a los medicamentos tradicionales?

–Se diseñan empleando algoritmos matemáticos que van dirigidos frente a la diana patológica. Esto permite avanzar más rápido en las etapas preclínicas y poder disponer de un medicamento en un periodo muchísimo más corto de tiempo que el desarrollo clásico de la industria farmacéutica para empezar ensayos. Y, al ser un diseño específico, incrementa mucho la eficacia y puedes abordar dianas que hasta ahora no se podían. Además, son productos que existen en todas las células de nuestro organismo, todas tienen la maquinaria para producir el silenciamiento génico. Nosotros aprovechamos esta maquinaria para dirigirla hacia el silenciamiento o la eliminación de una proteína alterada, esto hace que el proceso sea muy específico, muy selectivo y, como el organismo los reconoce como productos naturales (porque los tiene), son muy poco tóxicos y tiene una alta tolerancia. Esto es una gran ventaja en el caso de enfermedades oculares porque la superficie del ojo es muy sensible a los fármacos. En los estudios que hemos hecho no se ha visto ningún efecto adverso. Además su efecto es mucho más largo en el tiempo (puede durar incluso semanas con una sola aplicación en lugar de horas, como los fármacos tradicionales), lo que es especialmente importante en el caso de enfermedades crónicas con falta de cumplimiento del tratamiento.

–¿Está relacionado el aumento del ojo seco con el uso de pantallas?

–Está muy relacionado con el estilo de vida. Se puede producir por el uso continuado de lentillas, por la contaminación, por el uso de pantallas de ordenadores, tabletas etc. También algunas cirugías, como la refractiva, pueden desembocar en ojo seco y con la edad se incrementa la patología. Para los pacientes en grado severo es bastante incapacitante y se sienten poco comprendidos porque sufren muchísimo, tienen la sensación de tener espinas en el ojo, irritación o enrojecimiento de la superficie ocular todo el día y muchos no pueden realizar sus labores diarias o trabajar. Es una patología que ha cobrado mucho interés y se espera que en los próximos diez años afecte a más de un 10% de la población de los países desarrollados.

–¿En qué otras áreas están en investigando con el RNAi?

–Además de ojo seco tenemos otras tres líneas de investigación en Oftalmología: glaucoma (el año pasado completamos una fase II con una molécula llamada Bamosiran) y esperamos en los próximos años empezar los ensayos clínicos para el tratamiento de las alergias oculares y para patologías de la retina, que son enfermedades que conducen a la ceguera, como la retinopatía diabética o la DMAE con una incidencia bastante alta. También tenemos algunos proyectos en el área de las enfermedades inflamatorias y también del sistema nervioso.

PERFIL

- Desde 2003 ocupa el cargo de directora de operaciones ejecutivas en Sylentis, perteneciente al grupo Pharmamar, además de ser directora de I+D.

- En este tiempo ha sido coautora de numerosas patentes con la tecnología de RNAi y responsable de llevar dos productos desde investigación hasta ensayos clínicos.

- Es doctora en Ciencias Biológicas y premio extraordinario de doctorado. Completó sus estudios en el Departamento de Patología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).