Ciencia

Cactus, protagonistas de los jardines de bajo consumo

Abre en Madrid un vivero que utiliza sólo especies vegetales resistentes a las sequías. Este espacio reproduce zonas áridas del mundo, también las del Mediterráneo, y sirve para testar tecnología como los hoteles para insectos o el riego subterráneo en jardinería

Cactus, protagonistas de los jardines de bajo consumo
Cactus, protagonistas de los jardines de bajo consumolarazon

Abre en Madrid un vivero que utiliza sólo especies vegetales resistentes a las sequías

Quizá es poco común salir de un examen y celebrarlo comprándose un cactus y quizá tampoco sea habitual hacerse coleccionista y amiga del gran gurú en España de plantas suculentas (esas 60 familias botánicas que tienen tejidos capaces de almacenar y retener el agua), pero tampoco lo es el espacio creado por Mercedes García, ingeniera agrónomo, en mitad de la A-1 y camino de San Sebastián de los Reyes en Madrid. Aquí acaba de abrir Desert City, un vivero biotecnológico especializado en plantas xerofíticas, o lo que es lo mismo en especies que tienen mecanismos de resistencia a la sequías... entre ellas están los cactus, los ágaves, las yucas, los olivos y los granados, la menta, la lavanda, incluso algunas orquídeas.

Hasta 400 especies se disponen en este espacio de 5.000 m2, con el monte del Pardo a un lado y el sonido de la carretera al otro; un área que en el pasado ha sido restaurante, aparcamiento de coches, escombrera durante la construcción de la nacional, y que ahora ha sido rehabilitado para convertirse no sólo en vivero de visita libre y punto de venta, sino en área de diseño de jardines. Pero de jardines más adecuados a las condiciones semiáridas de Madrid, donde sólo llueve 60 días al año. Y es que «no hay que asociar el xeropaisajismo con un secarral. La cuestión es poner especies que toleren la sequía y que aporten verdor. Mientras un jardín tradicional puede gastar 1.000 ml por m2 al año, con un diseño de este tipo se ahorra hasta un 80%, consumiendo sólo 200 ml por año. Este proyecto nació hace cuatro años con el objetivo de investigar, desarrollar y divulgar un paisajismo basado en usar plantas que utilicen poca agua, nuestro recurso más valioso y escaso», explica García.

Desde aquel primer cactus hasta hoy han pasado tres décadas, dos carreras y años de compatibilizar trabajo alrededor del mundo con la visita y el estudio de los diferentes desiertos y zonas áridas del globo, desde Norteamérica a Sudáfrica u Oceanía. Estos lugares también están representados en Desert City y sirven para testar no sólo nuevas especies xerofíticas como plantas ornamentales –declarándole así la guerra el jardín inglés tan intensivo en consumo de agua– sino para aplicar las técnicas agronómicas del cultivo agrícola a la jardinería. De ahí ese apodo tan largo de vivero biotecnológico.

Y es que tanto el vivero como los invernaderos funcionan con automatismos y energías renovables. El invernadero principal se climatiza a través de geotermia. «Tenemos siete kilómetros de tubería enrollados y enterrados a dos metros de profundidad. Una bomba de geotermia extrae una temperatura constante del suelo (16º) y la aporta al suelo radiante del invernadero. Esta temperatura es suficiente para mantener a los cactus durante el invierno, ya que estas plantas entran en estado de reposo y cuando esto ocurre no les gusta mucho calor tampoco. Con 19-20 grados es suficiente, también para que los humanos estemos con un jersey. No necesitamos 25 grados como en los invernaderos de planta tropical. En verano, sin embargo, aporta frescor», explica García. También cuenta con paneles solares para la producción de agua caliente sanitaria para los baños y tiene especial cuidado con el uso de agua.

El sistema de riego es por goteo en la mayoría de las zonas y cuenta con sensores que captan la humedad del suelo. En una zona particular, la que reproduce el hábitat fynbos de Sudáfrica, se está testando un tipo de riego especial, el subterráneo. «Es una zona de clima Mediterráneo. El suelo es pedregoso; parece que no puede crecer nada, pero cuando llegan las primeras lluvias en primavera se transforma en un manto florido, porque tiene especies tapizantes que empiezan a crecer y tapizar el suelo. Para recrear esa primavera hemos metido un riego a 10 cm debajo del suelo. Cuando lo enchufamos conseguimos aportar humedad solamente en la zona radicular; por encima no se moja. Así evitamos las malas hierbas que nacen en los jardines debido a lo que se llama banco de semillas. Son las semillas que de forma natural han llegado hasta el suelo a través del aire. Si mojas por encima las haces germinar, pero si mantienes la superficie seca regando por debajo no germinan», explica la fundadora del espacio.

Suelo activado

También cuentan con un sistema de drenaje en forma de cola de pescado para garantizar la permeabilidad. Las plantas xerofíticas no toleran la conjunción de agua y frío en sus raíces, «no les gusta tener los pies húmedos y fríos», como dicen aquí, por eso el terreno tiene que drenar muy bien en otoño porque las lluvias causarían pudrición. Ese agua va a un sistema de pluviales donde se recoge también las aguas de lluvia (un tanque de 6m3) para que se recicle. Se bombea para arriba y vuelve a iniciar el ciclo de los cursos de agua que refrescan las especies y se usan para el riego. «También se ha activado el suelo. Esto sucede cuando se incorporan microorganismos que son beneficiosos para las plantas y forman unas simbiosis que son las micorrizas. Todas nuestras plantas cuentan con este sustrato, que tiene una parte de bacterias y unos hongos que estimulan el sistema inmunológico de las plantas para que estén más sanas y no tengan enfermedades», matiza García.

Para las plagas, que también tienen, usan sobre todo medios biológico, es decir, hoteles de insectos. Estas estructuras están distribuídas por todo el jardín y sirven para que los depredadores naturales de plagas puedan pasar los inviernos resguardados. También cuentan con ciertas especies vegetales que atraen ciertos polinizadores. Hemos incluido una especie sudafricana que atrae un polinizadores que ponen sus huevos en las larvas de cochinilla, una de las plagas más habituales. Los huevos cuando eclosionan se acaban comiendo por dentro a la cochinillas. También usamos mariquitas que se comen los pulgones. Nosotros intentamos poner medios biológicos primero para combatir plagas. Esto no quiere decir que no las tengamos lo que pasa es que no actuamos con productos fitoquímicos hasta que no haya un nivel de infestación elevada. Cosa que no nos ha ocurrido todavía», detalla la emprendedora.

¿Sabía qué?

- Un cactus puede tener cerca del 95% de su peso en agua. Así un ejemplar alto, de 4 toneladas y 80 años de vida (porque los cactus pueden llegar a vivir 200 ) puede contener 3.900 litros de agua.

- Las espinas de los cactus en realidad son hojas. Cada espina es una hoja que se ha modificado y que les sirve p ara protegerse de los herbívoros. Cuando las tienen muy juntas les dan sombra, protegiéndoles de la intensa radiación solar de los desiertos. Cuanto más radiación solar, más densidad de hojas.

- Uno de los cactus más comunes se llama asiento de la suegra. Imagínese el por qué.

- En invierno, desde octubre hasta marzo, no necesitan riego porque se quedan en estado de reposo. Se deshidratan pero es un proceso que necesitan para luego en primavera volver a la floración. Recuerde que si lo sigue regando, lo estará forzando a no tener ese parón vegetativo que necesita para luego florecer con más intensidad.

- Los ágaves sólo florecen una vez en su vida. Cuando lo hacen, echan toda la reserva de energía de sus hojas y tallos para desarrollar un único gran vástago floral y luego mueren.

- Del ágave azul sale la cuerda de pita y el tequila.

- El peyote es un cactus norteamericano cuyo hermano, el San Pedro, crece en la cordillera andina y los chamanes lo utilizan en sus ceremonias religiosas porque tiene propiedades alucinógenas.

- El granado en latín se llama Púnica granatum. De ahí el nombre de la investigación.