Energía

Las ciudades más ricas consumen hasta un 82% más de energía

Un exhaustivo estudio sobre energía y ciudad analiza los consumos por tipo de urbe. El uso de transporte colectivo o la rehabilitación residencial son claves para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones

Las ciudades más ricas consumen hasta un 82% más de energía
Las ciudades más ricas consumen hasta un 82% más de energíalarazon

Un exhaustivo estudio sobre energía y ciudad analiza los consumos por tipo de urbe. El uso de transporte colectivo o la rehabilitación residencial son claves para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones

Las ciudades ocupan sólo el 3% de la superficie del planeta, pero representan unos dos tercios de la demanda mundial de energía primaria y del orden del 70% de las emisiones de CO2. Esto, unido al elevado porcentaje de población que concentran, las convierte en los principales agentes de cambio para la consecución de los objetivos del Acuerdo de París.

Existen múltiples pactos a nivel de gobiernos locales y regionales, como el Global Compact de Naciones Unidas, el Pacto de los Alcaldes de la Unión Europea o el Grupo de Liderazgo Climático Mundial C40, por los que las entidades municipales se comprometen a emprender medidas, junto con el sector privado y la sociedad civil, para luchar contra el cambio climático y la contaminación. «Madrid o Barcelona participan activamente en la red C40, integrada por las 91 ciudades del mundo más comprometidas en la lucha contra el cambio climático. Málaga ha creado una Smart City que busca la eficiencia energética, mejorando la gestión de los servicios públicos. Vitoria cuenta con una estrategia contra el cambio climático amplia y ya fue capital verde europea en 2012... sin embargo, es necesario un compromiso a largo plazo», explica Mónica Díaz Otero, miembro del área de Relaciones Institucionales de Endesa; experta en Análisis Industriales y Fondos Públicos, y coautora del libro «Energía y Ciudades». Con este estudio, realizado por Enerclub y patrocinado por Endesa (en colaboración con 125 autores de 50 compañías, instituciones y administraciones), se quiere ofrecer alternativas tecnológicas y medidas para que el ciudadano, protagonista indiscutible del cambio, pueda adoptar las mejores prácticas para alcanzar un modelo energético más sostenible.

Para su elaboración se han identificado una serie de ciudades españolas que permitiera obtener conclusiones representativas, tanto en cuanto a la forma como al uso energético. Así, se ha tomado como base el Proyecto Urban Audit de la Dirección General de Política Regional y Urbana de la Comisión Europea, realizado en colaboración con Eurostat. Este estudio incluye a 917 ciudades europeas y 109 españolas (en total representan 219 millones de habitantes; un 45% del total de la población de Europa). Las 109 ciudades españolas, de más de 50.000 habitantes, representan casi la mitad de la población española. Asimismo se han recopilado datos relativos a los consumos energéticos de estas ciudades y para contrastar esta información, se ha contado con la colaboración de 22 municipios españoles adscritos al Pacto de los Alcaldes. El siguiente paso para elaborar este exhaustivo trabajo ha sido clasificarlas en base a los cuatro parámetros relevantes para entender su consumo energético: tamaño, densidad, renta por hogar y tipo de clima.

Conclusiones

Las grandes ciudades (XXL) presentan unos consumos térmicos y eléctricos casi un 10% superiores a la media nacional. Aunque las ciudades con una mayor densidad de población (>100 habitantes por hectárea) son las más eficientes en la utilización de la energía, un 18% y un 9% inferiores a los valores promedios, cuando se comparan por clima, se demuestra que ésta última es la variable que más condiciona el consumo: las cinco ciudades con mayor densidad tienen un clima mediterráneo, con menores necesidades térmicas de calefacción. De hecho, las quince ciudades más densamente pobladas con clima continental y atlántico presentan consumos térmicos y eléctricos superiores al promedio. Las ciudades con rentas superiores a los 40.000 euros tienen un consumo térmico un 20% superior al promedio y un 82% superior a las ciudades con una renta inferior a los 20.000 euros. Los hogares con renta superior a los 40.000 euros consumieron un 28% superior al promedio de las ciudades españolas. En lo que se refiere al tipo de clima y volumen de habitantes, el millón de habitantes de las ciudades con clima subtropical consume un 73% menos que el promedio español, y un 9% por encima de la media española, atribuible a sus mayores necesidades de refrigeración.

Los autores sugieren una serie de medidas para mejorar la situación actual. «A nivel individual, los consumos residenciales se pueden mejorar en distintos aspectos: para la calefacción y ACS (un 50% de los consumos en edificios) se puede emplear tecnologías modernas como la bomba de calor, las calderas de condensación, captadores solares híbridos. Se recomienda usar electrodomésticos de eficiencia energética alta (clase A y superior), sobre todo en frigoríficos, que están funcionando las 24 horas del día. Las lámparas LED ahorran un 90% de energía respecto de una bombilla tradicional. Dado que el 90% del parque de viviendas que habrá en 2030 en España ya está construido, el potencial para la rehabilitación es enorme: el aislamiento térmico de los edificios puede ahorrar hasta un 50%», matiza Otero.

En cuanto a la movilidad urbana el texto sugiere en primer lugar realizar desplazamientos a pie, en bicicleta o transporte colectivo. Después usar vehículos libres de emisiones locales, que además de gozar de privilegios en el acceso a los centros urbanos, de ayudas y beneficios fiscales, contribuyen a la mejora de la calidad del aire. «A nivel residencial se considera fundamental que las autoridades transpongan la Directiva Europea de eficiencia energética En el ámbito de las CC AA, deben adoptarse las estrategias que posibiliten el cumplimiento de dicha normativa (sólo cinco CC AA disponen de legislación específica propia). A nivel local los ayuntamientos han de aplicar programas de incentivos orientados al ahorro energético. Por el lado del transporte, es clave fomentar y mejorar las redes de transporte público y los incentivos fiscales para fomentar el uso de los vehículos no contaminantes y eficientes» concluye Otero.