Agricultura

Lobos: en el punto de mira ante los sangrientos ataques al ganado

Las reses muertas en 2017 en Ávila (unas mil) y Madrid tienen en vilo a ganaderos, administraciones y conservacionistas frente a esta especie protegida al sur del Duero

Se estima que en la Península hay unos 1.500 - 2.000 ejemplares de lobo
Se estima que en la Península hay unos 1.500 - 2.000 ejemplares de lobolarazon

Las reses muertas en 2017 en Ávila (unas mil) y Madrid tienen en vilo a ganaderos, administraciones y conservacionistas frente a esta especie protegida al sur del Duero

En 2017 se han contabilizado 1.000 animales muertos por ataque de lobo en Ávila (más de 2.000 cabezas de ganado en toda Castilla y León). En la Comunidad de Madrid se han sufrido unos 400 ataques. Los ganaderos piden soluciones y reivindican desde ayudas para la prevención (vallas eléctricas o mastines) hasta controles puntuales de las poblaciones. Y es que el lobo o canis lupus signatus es protagonista de una doble situación legal: mientras al norte del Duero la especie es gestionable, y por tanto se puede cazar, al sur del Duero, la Directiva Hábitats establece que debe ser protegido. Una particularidad que hace todavía más delicado hablar de este animal. «La situación actual es fruto de un mal plan de gestión; se ha protegido mucho al lobo. Éste se ha ido desplazando a regiones nuevas, como Ávila y Madrid, dejando atrás zonas donde los ganaderos se saben defender. En el norte del Duero, los cupos de caza giran en torno a los 150 animales por año y muchas veces no se ha llegado al 50% de la cuota. Por eso han crecido en número y se han ido moviendo», afirma Joaquín Antonio Pinto, presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, Asaja-Ávila.

«La provincia sufre ataques de lobo desde hace 5-6 años. Han aumentado tanto que ahora mismo concentran el 50% de las agresiones de toda Castilla y León», continúa Pinto. Es por eso que los ganaderos y la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta llevan varios años pidiendo a la Comisión Europea que «sin modificar la Directiva Hábitats, haya flexibilidad y se dote a las autonomías de seguridad jurídica para hacer controles de población como medida preventiva en zonas donde los ataques han aumentado: Ávila, Salamanca y Segovia. Se ha participado en proyectos de prevención como guarderías para terneros, vallas electrificadas..., pero son insuficientes. Además, en Ávila se pasta en zonas comunales y no se puede llenar el campo de muros», afirma Pinto. A finales de 2017, por primera vez miembros de la Comisión han visitado la zona para ver qué alcance tiene el problema que denuncian los ganaderos. Ahora están pendientes de las decisiones de Europa.

Es en Castilla y León donde se sitúa mayoritariamente las poblaciones de lobo peninsulares. Según el último censo publicado por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta publicados en 2012 y 2013 «la especie ha aumentado un 20% con respecto a 2001 y se estima que hay 179 manadas y 1.600 ejemplares aquí».

Algo parecido ocurre en la Comunidad de Madrid, de los 251 ataques de lobos y perros asilvestrados de 2016 se ha pasado a «unos 400 ataques en ganado ovino, caprino y vacuno y algo menos en caballar, sobre todo en la Sierra del Rincón, Rascafría o Canencia. Incluso, se han sufrido agresiones diarias en algunos lugares. Tanta protección ha hecho que el lobo se esté domesticando y acostumbrando a comer en cascos urbanos», explica Alfredo Berrocal, presidente de la Unión de Agricultores, Ganaderos y Silvicultores de la Comunidad de Madrid (Ugama). Y es que a finales del año pasado Ugama denunciaba un ataque a un ternero en un terreno cercano a las viviendas de Cincovillas y otro ataque a 400 metros de la localidad de Garganta de los Montes. Según la Unión, que cree que, «algún día tendremos un susto», lo primero es saber exactamente cuántos lobos hay y dónde están. Es decir, tener un censo.

Desde la Consejería de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid afirman que los ataques han aumentado, aunque no disponen de censo ni estadísticas «sobre cuántos ataques se deben al lobo, cuántos a perros asilvestrados o a buitres. Los técnicos tienen constancia de la existencia en Madrid de tres manadas, pero este año se va a hacer un catálogo científico para establecer exactamente cuántos ejemplares hay, su ciclo reproductivo, se va a hacer un seguimiento genético, etc.», explica el portavoz de la Consejería.

Además, los ganaderos denuncian que «la Comunidad no ha gastado nada en medidas disuasorias. Están las indemnizaciones por ataques, pero los daños indirectos como la bajada de rendimiento en rebaños donde ha habido ataques o los animales que desaparecen no se cubren. También hay otro detalle y es que muchos ganaderos no denuncia por lo farragoso del trámite y lo que se tarda en cobrar... un ganadero de ovino que va a percibir 100 euros por un ejemplar de oveja ni denuncia», dice Berrocal (por cierto, que en Castilla y León desde 2016 se han agilizado los trámites para cobrar por pérdidas en menos de 30 días). «El lobo en Madrid tiene el máximo grado de protección; lo único que podemos hacer es pagar por la pérdida. Por ello se han aumentado las dotaciones de ayudas desde los 60.000 euros de 2015 a 200.000 en 2017. También se ha incluido el lucro cesante, es decir, que se paga la diferencia del valor de la res atacada desde que se compró hasta el ataque: si un ternero de seis meses tiene un valor de 600 euros y el ataque se produce al año cuando el ternero vale 700, la Comunidad paga los 700 finales. El censo servirá para crear un plan de acción con ayudas para la prevención, aunque los ganaderos ya pueden implementarlas a través de las subvenciones al sector», dicen desde la Consejería.

Convivir es posible

«La ganadería extensiva puede convivir con el lobo». Así lo cree Javier Arroyo, ganadero vacuno de la provincia de Ávila. Su familia tiene vacas y ovejas y han sufrido algún ataque, pero sin tener que lamentar pérdidas. «Para el cuidado de los ovejas tenemos mastines que evitan bastante los ataques. Para las vacas contamos con pastores eléctricos; al juntarlas y hacer al ganado más gregario se defienden mejor. Uno de los problemas es que las vacas de razas foráneas no se saben defender porque no están acostrumbradas al lobo. Otro cosa que vemos es que los ataques aumentan en época de caza de jabalíes y ciervos. Pensamos que se están descontrolando las poblaciones y que no se trata de manadas sino individuos solos. El control de población que se propone puede ser un arma de doble filo; donde hay más furtivismo hay más ataques. Es cierto que hay agresiones pero también hay muchos animales que se mueren de forma natural y se los come el lobo y se achacan a ataques», cuenta el ganadero. «En contra del mensaje que han difundido algunas organizaciones agrarias, no es cierto que la sociedad tenga que elegir entre el lobo y la ganadería, ambas son compatibles. Las administraciones no han apostado claramente por la prevención y han preferido la autorización de controles, que se ha demostrado que no reducen los asaltos», explican desde Ecologistas en Acción.

La organización acaba de terminar su proyecto «Vivir con lobos», con la que se ha intentado a lo largo de dos años demostrar que la convivencia entre la ganadería y el lobo es posible, «de manera que se deje de tildar al lobo como especie conflictiva. Defendemos una ganadería de tipo extensiva pero ajustada al territorio, profesionalizada y que respete la biodiversidad», opina Isabel Díez Leiva, coordinadora de la campaña. Durante estos dos años se ha trabajado con 60 explotaciones, como la de Javier Arroyo, para ver cómo se puede convivir con el lobo y se ha elaborado el documento «Principales medidas para la coexistencia de la ganadería extensiva y el lobo», que aboga por la prevención a través de ayudas para la introducción de mastines tanto para ovino como para vacuno; que legalmente se les considere perros de trabajo, lo que supondría que los ganaderos recibieran ayuda para las vacunas; se instalen los cerramientos, o se profesionalice el sector.

Según los datos presentados por la organización, los censos de manadas (que justifican que se adopten medidas de gestión estatal de la especie) «confirman que la cantidad de lobos en la península no ha crecido. Se estima que el número en la Península actualmente es de entre 1.500-2.000 individuos. En 2012-2014 se registraron 297 manadas, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Siguiendo los datos de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (Ascel) en 1987-88 había 294 manadas y en 2013-2014, 296. Hay tres manadas más de lobos en estos años, por lo que no se puede decir que el número se haya disparado. Consideramos que los cupos de caza son poco realistas porque faltan datos sobre muertes por atropellos, caza furtiva, envenenamiento o hibridación con perros asilvestrados. Muchos ataques son de estos perros. Según datos de Ascel entre 2008-2013 se abatieron 582 ejemplares por controles de caza legales y, sin embargo, en algunas provincias del sur se matan más lobos que en el norte. No hay control sobre los ejemplares que se matan ni con qué criterios. Se amplían los periodos de caza cuando no se alcanzan las cuotas, pero nadie se plantea que puede ser que simplemente no hay lobos», explicó Carolina Martín de la organización en Castilla y León durante la presentación.