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«Nos cedieron la energía solar de los espacios comunes y de las casas»

Alba González de Molina, directora de «Julie»
Alba González de Molina, directora de «Julie»larazon

Con sólo 27 años, Alba González de Molina ya ha codirigido un documental y ha dirigido «Julie», su ópera prima. Nada más llegar a la aldea nos explica que con la tirolina bajaron parte del material necesario para el rodaje de esta película grabada con un 80% de energía solar.

-¿Cómo se le ocurrió «Julie»?

-Fue a partir de una conferencia de Carlos Taibo sobre decrecimiento a la que fui hace unos años. Ya había hecho un documental por el que había rodado aquí, así como en otros pueblos que ofrecen opciones de vida alternativa al sistema actual. Me junté con un grupo de amigas y me surgieron tres palabras. Tenía claro que quería hacer una película. A los días conocí a la actriz, Marine Discazeaux, que creyó en este proyecto desde el principio.

-Tras codirigir «Stop! Rodando el cambio» y hacer «Julie», ¿sus pasos se encaminarán hacia los largometrajes o los documentales?

-Una mezcla, mientras escribo un guión para un largometraje de ciencia ficción tiro hacia el documental, que es más fácil y te enriquece culturalmente muchísimo. La ficción quiero tomármela con más calma, estuvimos tres años con esta película desde que tuvimos la idea hasta que se rodó.

-¿Seguirá haciendo algún guiño al medio ambiente en sus próximas obras?

-Siempre tendrán algo que ver con la ecología, es el pilar.

-¿Cómo fue rodar con energía solar?

-Nos cedieron la energía de los espacios comunes y de determinadas casas. Sabíamos cómo esperar, dividir la carga eléctrica para cubrir todas las necesidades. Las secuencias nocturnas se rodaron gracias a los generadores. El resto, el 80%, con energía solar.

-¿Qué parte de la financiación conseguiste vía crowdfunding?

-Conseguimos unos 30.000 euros por esta vía. La película se rodó por más de 130.000. Se consideran películas «low cost» aquellas que cuestan 250.000 euros para abajo. La nuestra entra en la categoría de casera. No contábamos con productora, después entró «Elgatoverde» producciones, que decidió invertir más.

-«Julie» es una huida hacia adelante. ¿Por qué?

-Creo que todo el mundo ha sentido esas ganas de abrir la puerta y salir huyendo sin saber ni a dónde. Pero luego hay cosas que nos frenan, qué dirán, mi familia, seré feliz, una duda que nos persigue.

-Las ecoaldeas ponen de relieve que se puede vivir de otro modo. ¿Es posible romper con el sistema actual?

-Para mí es imposible estar fuera del sistema actual. Pero hay otras formas. Matavenero está en un entorno maravilloso, que está a una hora y media de Ponferrada, lo que tardas caminando y después cogiendo el coche. En un sistema capitalista como éste, las necesidades planetarias las deciden unos pocos y el resto estamos a merced. El cambio siempre tiene que venir de la sociedad, de acciones individuales.

-¿Viviría en una ecoaldea?

-Sí, aunque echaría de menos la oferta cultural. En las Palmas de Gran Canaria echo de menos la oferta cultural que hay en ciudades como Madrid. Me da rabia.

-¿Alguna anécdota del rodaje?

-Un hombre se enfadó porque no quería que rodásemos aquí con energía de motor, porque sólo se permite una vez al mes hacer ruido. Nuestro equipo había explicado a los vecinos que íbamos a hacer ruido, pero no estaba contento y echó un kilo de azúcar en el generador. Hubo revuelo en el pueblo, perdimos horas de trabajo.... Hicieron una asamblea improvisada y nos pidieron perdón, pero es que no sabían que iba a hacer algo así.

-Económicamente, ¿qué supuso la película para el pueblo?

-El cátering se lo contratamos a ellos, pero el resto todo fue altruista; en esta película nadie cobró. El hospedaje también fue cedido aquí. Sí hubo un pago, dado que la mitad del equipo que se quedó en otro pueblo, por lo que todos los días tenían que bajar y subir la montaña.

-El rodaje fue en abril, ¿no hacía demasiado frío para algunas escenas?

-Sí, de hecho la escena del río y de la laguna se rodaron en la Pedriza, y tuvimos que sacar a los personajes del agua porque estaba gélida. Decidí cambiar la secuencia, mojarles el pelo y ponerles una toalla.