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Proyectos Life: 100% empleo rural

Conservación y recuperación de hábitats y ecosistemas, apoyo a la supervivencia de especies, buenas prácticas en agricultura... son algunos de los proyectos que abarcan estos programas

«Algunos proyectos tratan de regenerar especies, hacer reservas, zonas protegidas, etcétera», explica José Luis Rodríguez
«Algunos proyectos tratan de regenerar especies, hacer reservas, zonas protegidas, etcétera», explica José Luis Rodríguezlarazon

Conservación y recuperación de hábitats y ecosistemas, apoyo a la supervivencia de especies, buenas prácticas en agricultura... son algunos de los proyectos que abarcan estos programas

Tan amplio como problemas y necesidades sean capaces de identificar las entidades ambientales que trabajan para la conservación de la biodiversidad, en España en concreto y en Europa en general. Los proyectos Life –los «lifes» en el mundillo ambiental– son instrumentos financieros –en la jerga oficial comunitaria– dedicados exclusivamente al medio ambiente. Es decir, es una parte del presupuesto económico europeo –para este año concretamente es de 373.145.000 euros– que se destina ex profeso a cofinanciar proyectos que contribuyan al desarrollo sostenible y al cumplimiento de la legislación, estrategias y planes de la UE en materia de medio ambiente y clima. En definitiva, al logro de las metas y objetivos de la Estrategia Europa 2020.

El Programa Life, se creó en 1992, está ahora en pleno 25 aniversario y con él se han desarrollado más de 4.500 proyectos en toda la Unión. Sus áreas de trabajo son medio ambiente y acción por el clima. Ambas se dedican a su vez a otras tres áreas prioritarias: Medio ambiente y eficiencia en el uso de los recursos; Naturaleza y biodiversidad y Gobernanza e información medioambientales, por una parte. Mitigación del cambio climático; Adaptación al cambio climático y Gobernanza e Información climáticas, por otra.

Pueden ser propuestos y llevados a cabo por distintos tipos de entidades o instituciones, ya sean públicas o privadas, como fundaciones, ongs, empresas, etc. Les caracteriza que son proyectos que son muy complejos técnicamente hablando, y requieren importantes cantidades económicas, que se ejecutan a lo largo de varios años y que sus metodologías pueden ser replicables en otros lugares con necesidades y situaciones similares. Para llevarlos a cabo son necesarios recursos humanos expertos, técnicos y profesionales, que en general aportan las entidades que los proponen. Pero también normalmente es necesaria la contratación de servicios externos, empresas que realicen trabajos y servicios específicos. En el caso de los de Naturaleza y Biodiversidad suelen ser actuaciones sobre el territorio donde se desarrolla el proyecto: desbrozado de terrenos, plantaciones, mejora de caminos, vallados, realización e instalación de carteles informativos y señalizaciones, retirada de residuos, producción de materiales necesarios, como cajas nido, etc.

Además de los objetivos de conservación de hábitats o de especies que buscan los lifes, hay otro resultado en los proyectos de Naturaleza y Biodiversidad, que no es el objetivo principal, pero que es igualmente importante: contribuyen al mantenimiento del tejido social en el ámbito rural, crean empleo y generan actividad económica. Según datos de la Unión Europea, con los proyectos Life se han creado 17.000 puestos de trabajo.

Los Humedales de La Mancha, es un «life» llevado a cabo por la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Fundación Global Nature, coordinado por esta última, que tenía como objetivo recuperar las lagunas salinas de La Mancha y la vegetación de sus riberas. De cinco años de duración, para desarrollarlo han hecho falta asistencias externas, como la de Agrícola del Oro una pequeña empresa de servicios agrícolas de Villafranca de los Caballeros, en Toledo, que ha trabajado en varias acciones de este life.

Anastasio Yébenes, su responsable, combina su trabajo como agricultor en sus propias tierras, con la prestación de servicios a otros agricultores como él. «En general, son trabajos que requieren maquinaria y aperos, como reforestaciones y trabajos silvícolas. En este proyecto hemos hecho plantaciones forestales y también en las riberas de las lagunas salobres hemos puesto unas plantas protegidas y otras especies autóctonas; también se han instalado protectores, etc., todo ello en varias temporadas a lo largo de tres años». En el total anual esta colaboración supone un porcentaje pequeño de trabajo, aunque «generalmente tengo que contratar gente para poder hacerlo. Son varias personas, de pueblos de la zona, y para ellos, aunque no sea un trabajo estable, todo es provecho». Eso y que el hecho de haber participado en la restauración de las salinas les ha hecho verlas de otra forma «antes no apreciábamos estas lagunas, se tiraban hasta escombros ahí. Ahora la gente se ha concienciado y cosas así ni se plantean», le proporciona una visión diferente de su tierra, que le hace valorarla más.

Al norte de la península, en la cordillera Cantábrica, en los dominios del oso pardo, a menudo hay que echar una mano humana para facilitar la pervivencia de esta especie. Conservar sus zonas de reproducción, mejorar su coexistencia con la apicultura –que tengan frutos silvestres y no se coman la miel, vamos– y conectar sus hábitats son, muy resumidamente, los objetivos de los proyectos Life que lleva a cabo la Fundación Oso Pardo (FOP).

La asturiana Casina Fontalba, es una de las empresas locales a cuyos servicios suele recurrir la FOP, para «hacer limpieza de caminos, desbroce de montes, plantaciones, todo ello con maquinaria agrícola, claro: tractores, diferentes aperos, etc.», explica José Luis Rodríguez, un ex guardia forestal interino que de parado pasó a ser emprendedor. A base de créditos y subvenciones ha ido adquiriendo maquinaria agrícola y forestal de todo tipo: tractores, remolques, cisternas, máquina para clavar estacas, para extender alambres, motosierras, etc. Con ellas presta servicios a ganaderos, agricultores, propietarios forestales y administraciones. Y a la Fundación Oso Pardo. «Les conocía de la época de guarda forestal, y cuando necesitaron hacer cierres de fincas o plantaciones, surgió lo de trabajar con ellos». Ha trabajado «en el life del Corredor de Letariegos, en varias etapas y zonas. Como se trata de regenerar especies, hacer reservas, zonas protegidas, etc., nos vamos moviendo de una a otra. Normalmente somos un mínimo de cuatro personas, y un año con otro, la media de tiempo de nuestro trabajo supone el 10% y por tanto de nuestros ingresos».

Tiene clara su opinión sobre estos proyectos «son beneficiosos desde el punto de vista del empleo. Porque no son una cantidad enorme de trabajo, pero sí son constantes y, sobre todo, en la época de invierno, que en esa época hay menos tareas en agricultura». De hecho, Casina Fontalba tiene «otros tres tractoristas contratados fijos, a veces cinco, y luego otros dos habituales pero autónomos».

Como autónomo es Francisco Pagal, carpintero de Cieza, Murcia, al que la crisis le afectó hasta el punto de tener que «trabajar como bracero en lo que saliera, porque el taller no daba». Sin embargo, la necesidad de disponer de un gran número de casetas para pájaros y para murciélagos en los proyectos Life de la ANSE, (Asociación de Naturalistas del Sudeste) reciente y flamante premio de la Fundación BBVA, por cierto, le ha supuesto una inesperada inyección de trabajo. «Primero me encargaron los soportes para la cartelería de un proyecto. Y luego me preguntaron si podría hacer las casitas para los murciélagos. Yo nunca había hecho esas cosas, la verdad, pero me enseñaron fotos y copié los modelos».

Después de año y medio de trabajo con ANSE, «y ya instaladas las casetas refugio para los murciélagos, cuando vuelves a las zonas y ves que ya las han ocupado, da mucha alegría». Eso es una muestra, no cabe duda, de que el proyecto está funcionando: se trata de facilitar la vida a los murciélagos, que se alimentan de los mosquitos que abundan en los arrozales de Calasparra, «y así se evitan tantas fumigaciones de insecticidas». Control biológico de plagas, en definitiva. Económicamente, además, «me ha venido muy bien, desde luego. He podido levantar un poco las cosas gracias a estos trabajos. Porque no son solo las que me encargan ellos, que a veces son un buen número. Es que como la gente está viendo que hay menos mosquitos y muchos las están poniendo también en sus casas o en sus tierras». Ahora, ya puesto, quiere diseñar unas cajas más grandes «para que quepan más animales.