Agricultura

Un naranjal para conocer: La agricultura ecológica de cerca

BioValle abre su finca situada en pleno valle del Guadalquivir, a la visita de sus clientes, que también pueden recolectar los cítricos que van a comprar si lo prefieren

Un naranjal para conocer: La agricultura ecológica de cerca
Un naranjal para conocer: La agricultura ecológica de cercalarazon

BioValle abre su finca situada en pleno valle del Guadalquivir, a la visita de sus clientes, que también pueden recolectar los cítricos que van a comprar si lo prefieren

Desde vender las naranjas en la propia finca hasta ofrecer apadrinar los árboles. Ninguna idea ni posibilidad se descarta para darle mejor salida y más valor, económico y social, a su producción desde que los hermanos Salamanca decidieron convertir la antigua plantación de naranjos del abuelo en un naranjal ecológico, que ahora tiene nombre propio y se llama BioValle.

Son 4.000 árboles en algo más de 12 hectáreas y producen unos 300.000 kilos de cítricos, la mayor parte naranjas –de las que tienen cuatro variedades–, pero también mandarinas, limones, pomelos y limas, en pleno valle del Guadalquivir, en Palma del Río (Córdoba), para ser exactos. Si el cambio a ecológico, culminado el año pasado, supuso incorporar cambios importantes en las rutinas agrícolas, no está siendo menor la búsqueda y desarrollo de alternativas a la comercialización tradicional, porque «nuestro objetivo es vender nuestra producción por nuestra cuenta y de todas las formas posibles», explica Juan Salamanca, que gestiona la comercialización, distribución y publicidad de la compañía, mientras su hermano, César, está volcado en las tareas agrícolas.

De momento, sin poder renunciar todavía a la venta a cooperativas y comercializadoras de productos ecológicos, lo cierto es que ya venden directamente a los consumidores el 20 por ciento de lo que produce la finca «a través de la tienda online, grupos de consumo (entre los que hay uno de Bélgica) y de asociaciones de productores de ecológico». Para esto último han creado una central de pedidos «entre quienes vendemos a las mismas tiendas de Córdoba, Jaén y Sevilla, con el concepto kilómetro cero. Así el agricultor puede dedicarse a lo suyo y no a repartir con su propio coche».

Además de un mejor rendimiento económico, para Juan Salamanca el importante paso que supuso cambiar los métodos agrícolas convencionales por los ecológicos implica también «la incorporación de otros valores. Mi hermano ha cambiado la forma de percibir su trabajo, tiene mucha más confianza en sí mismo y en su empoderamiento, pero le costó mucho decidirse al cambio, que yo tenía clarísimo. Lo convencional se había vuelto inviable por los precios tan bajos que pagan las comercializadoras». De ahí su afán por vender ellos mismos su producción. Y de ahí, también, la idea de facilitar la compra de sus naranjas en la propia finca, para lo que «empezamos por ofrecer a nuestros clientes de los grupos de consumo la posibilidad de venir a la finca, como una manera de ser transparentes y que puedan conocer directamente cómo se hacen las cosas en agricultura ecológica. Les explicamos los métodos que aplicamos y hacemos degustación de las naranjas y de los zumos. Al final, ellos mismos pueden elegir y recolectar las naranjas que van a comprar».

Posibilidad que estará alcance de otros visitantes, porque han entrado en la oferta Rural It, un portal que ofrece visitas a fincas agrícolas, bodegas, almazaras, que producen de manera respetuosa con el medio ambiente. «Es como de ir a pasar el día a una bodega, pero cambiando el vino por naranjas».

Y también será posible «apadrinar un naranjo. Los padrinos pueden participar en las tareas de poda, de abono, les mandaremos noticias y fotos de “su” árbol, y supuesto, podrán recoger la cosecha, o se la mandaremos si viven lejos. En definitiva, podrán comprar la producción de un árbol», precisan.

Antes de iniciar estas vías, en Biovalle hicieron otra apuesta importante: dar a valer la cadenera, «una variedad de naranjas de cultivo local tradicional, la más bonita y exquisita, de la que producimos unos 25.000 kilos. El árbol es precioso, de mucha envergadura y llega a alcanzar hasta los diez metros de altura; aunque para producción se deja más bajo; que, si no, tiene complicaciones de seguridad, de riesgos laborales». Sin embargo, «en esta zona es el último sitio donde se está produciendo cadenera de manera importante, porque, como se produce sobre todo para zumo, la pagan muy poco y los agricultores de aquí incluso la están quitando».

Paralelamente, en el campo, otro objetivo estratégico es «diversificar la producción para que haya casi todo el año, introduciendo variedades más tempranas y más tardías, a base de injertar en los árboles adultos, pero también plantando cada año unos 15 o 20 árboles nuevos. La idea es que desde que empecemos con las mandarinas, a mediados del mes de octubre, haya producto hasta mediados de junio; en vez de como ahora que estamos cosechando entre mediados de noviembre y principios de mayo».