Salud

Borrar las secuelas de un ictus

En España se dan más de 120.000 casos de infartos cerebrales al año. Eliminar al máximo las huellas que deja a su paso por el organismo es la máxima que se marcan neurólogos y rehabilitadores para devolver la calidad de vida a los pacientes que la sufren. Los primeros meses son cruciales

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Eliminar al máximo las huellas que deja a su paso por el organismo es la máxima que se marcan neurólogos y rehabilitadores para devolver la calidad de vida a los pacientes que la sufren

Las secuelas de un ictus son difíciles de anular. Según el grado de afectación algunas desaparecerán como el mar borra las huellas de quienes caminan por su orilla y otras se quedarán fosilizadas como los pasos que dieron los dinosaurios hace millones de años. La opción de que lo primero sea posible y lo segundo sólo sea un ejemplo «feo» depende del grado de afectación del paciente y del trabajo de rehabilitación que se haga con él después. «Puede haber secuelas inmediatas y crónicas. Entre las primeras está la debilidad y el tono muscular, que limita la movilización de extremidades de miembros superiores e inferiores, las dificultades en el habla, en la utilización del lenguaje y su comprensión, trastornos de la sensibilidad –a veces no siente una parte del cuerpo o no la reconoce–, alteraciones emocionales (depresiones), mayor tendencia a las infecciones respiratorias –consecuencia principal de la mortalidad derivada de este accidente cerebrovascular en su primeras fases–. Luego, entre las segundas, pues se dan procesos de dolor inespecífico, fracturas osteoporóticas –el paciente con ictus tiene mayor riesgo de caídas por su alteración del equilibrio y por una disminución de la calidad ósea», explica Luisanna Sambrano, especialista en Rehabilitación y Fisioterapia del Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Móstoles, Madrid.

Por eso, lo primero es saber qué pasa una vez en el hospital ya «han dado por terminado su trabajo», es decir, atendido al paciente en su momento más crítico. «Es importante una vez que les dan el alta en el hospital, que se derive al paciente a un centro especializado para que empiece el tratamiento cuanto antes. Hoy en día todavía existe un vacío entre el alta hospitalaria y la vuelta a casa, en muchos casos el paciente tiene que buscarse la vida sin saber qué hacer y dónde acudir», apuntan desde la Asociación de Disminuidos Físicos de Móstoles (Adisfim).

Eugenio Hidalgo, paciente que acude a Adisfim tras sufrir un infarto cerebral y que tras una mala experiencia en la Clínica Sear empezó a recibir los servicios de rehabilitación de esta asociación, explica que «los momentos más complicados es cuando pasan los días y no evolucionas todo lo que quisieras, el ansia por estar como antes y ver que ese día no llega. Hasta que te adaptas a la nueva situación».

Y conseguir asumir esa realidad es una de las metas que se proponen en la asociación, ya que los pacientes han de conocer sus nuevos límites para poder trabajar con objetivos realistas. Por eso es tan importante que el tratamiento sea multidisciplinar. «Nuestro equipo se reúne mensualmente, y ahí valoramos la evolución del paciente y se plantean los objetivos en común», explica Carolina López-Hermoso, fisioterapeuta del centro. Y en esto se muestra en la misma línea que Sambrano, «ya que el paciente tiene que recibir una atención individualizada, porque depende de las lesiones, de la edad... de muchos factores que puedan determinar cuál va a ser la recuperación de esa persona. No se puede generalizar ni basarse en datos estadísticos. Sí que es cierto, que en los primeros seis meses existe un grado de superación mayor que en el tiempo posterior, porque hay mayor plasticidad neuronal, en la que se puede establecer conexiones neuronales alternativas claves en la recuperación del paciente. Esto podría ser ampliado hasta los dos años, en los que no sólo es una recuperación motora, sino que se aprende a convivir con las secuelas».

Más recuperación primaria

Desde Adisfim apuestan porque toda recuperación es posible, cada una en su grado. «Por esta razón la importancia de iniciar el tratamiento en los primeros seis meses, ya que en la primera fase inicial, esas mejorías se consiguen por la plasticidad cerebral, aunque no quiere decir que pasado un tiempo el paciente no pueda recuperarse. Se ha demostrado que en las fases crónicas del ictus también se consiguen mejorías», subraya López-Hermoso. Así, el trabajo individual que requiere cada caso se traza desde el mismo momento que el afectado cruza la puerta. «El paciente que acude a nuestro centro por primera vez, en Administración se le explica el funcionamiento del centro y la documentación necesaria que debe traer y se le cita para una primera entrevista con la trabajadora social, que es la que le hace una historia social, y posteriormente se le cita con los diferentes profesionales para que evaluen su situación física y emocional, y serán éstos los que aconsejen al paciente el número de sesiones a la semana que necesita de cada terapia para que su recuperación sea lo más efectiva posible», detalla López-Hermoso. Además, en ningún momento se pierde el vínculo con el hospital, ya que como apunta Sambrano, «siempre nos mantenemos informados y nos consultan sobre cambios en los pacientes».

Para evitar las recaídas, explica Sambrano, «a veces el paciente empeora no a causa del ictus, sino por culpa de que abandona sus rutinas y deja de hacer las cosas», por eso es importante la motivación y que el afectado note los avances. «Los beneficios de la rehabilitación para mí fueron todos: primero físicamente, al encontrarme más independiente, mejoró mi confianza, la atención, la respiración y también anímicamente», cuenta Manuel Sánchez, paciente de Adisfim, que recuerda que lo peor para él fue «cuando no podía moverme por mí mismo». En este sentido, Hidalgo añade que «te ayudan a entender lo que te ha pasado, compartes la rehabilitación con compañeros que han pasado por lo mismo, los profesionales te atienden muy bien en todos los sentidos y te sientes arropado. Y posteriormente empecé a recuperar la movilidad».

-Asociación de Disminuidos Físicos de Móstoles (Adisfim)

-Web: www.adisfim.es/

-Teléfono: 916 46 86 41

-Dirección postal: C/ de la Libertad, 14, 28936 Móstoles, Madrid

-Correo electrónico: adisfim@adisfim.es

-Twitter: @adisfim