Pilar Pérez

Convertir en transparente un sistema sanitario opaco

Los medidores y los indicadores sirven para informar a los pacientes: sólo así pueden elegir la Sanidad que quieren

Convertir en transparente un sistema sanitario opaco
Convertir en transparente un sistema sanitario opacolarazon

Los medidores y los indicadores sirven para informar a los pacientes: sólo así pueden elegir la Sanidad que quieren

Todo lo contrario a transparente. El SNS es opaco, y lo poco o mucho que se sabe de él es gracias a estudios y trabajos dispersos que no se aglutinan, y que ofrecen como resultados una imagen difusa y desordenada del mismo. Así se resume la tercera sesión del «Foro de Debate: La renovación de nuestro sistema sanitario», que versó sobre la transparencia. Más allá de la moda de que todo cumpla esta cualidad, Sergio Alonso, director adjunto de este suplemento, moderó esta mesa, que introdujo con unas ideas clave: «Se aplica y se practica poco. No hay datos para que los pacientes puedan elegir la sanidad que quieren. Ha habido estudios, sí, pero toda la información está fragmentada y habría que completarla. La que hay es poco estricta y poco accesible a los pacientes. Hasta el año pasado no se sabía cuánto gastaban los hospitales en fármacos y si no se sabe, ¿cómo se toman buenas decisiones? El tema de Recursos Humanos tampoco está bien hecho: no se sabe cuántos médicos y enfermeros hay en España y eso es clave y necesario para planificar de cara al futuro. Se necesita un empujón muy grande».

Jesús Lizcano Álvarez, catedrático de Economía financiera de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de Transparencia Internacional España, apuntó en su intervención que a la necesidad de conseguir medidores, «la lucha contra la corrupción es una responsabilidad social, para ello es importante medir. Lo que no se mide no existe, como dice nuestro presidente internacional». Desde el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), su secretario general, Luis Mayero Franco, uno de los interlocutores de la mesa, apostó por la realización de trabajos que «transparentan la actividad asistencial de la sanidad privada. Nosotros hemos llevado a cabo diferentes trabajos que lo demuestran».

Conocer para elegir

Un ciudadano informado es un ciudadano que podrá elegir qué quiere y qué exige a la Sanidad. «Los ciudadanos tienen derecho a gestionar su propia salud de forma activa decidiendo dónde son tratados en función de todos los datos y resultados que se generan en el sistema, en el entorno de titularidad pública o privada. Por ello, la transparencia y la calidad son dos elementos clave para dar a conocer la infraestructura, recursos, tecnologías, actividades, seguridad y resultados de salud de los diferentes hospitales y servicios asistenciales que los conforman y, por lo tanto, para mejorar la gestión del sistema sanitario en su conjunto», expuso Mayero.

Desde un punto de vista diferente, José Luis Puerta, coordinador del Área de Antroplogía Médica del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)-Instituto Carlos III, mencionó que «la sanidad se enmarca como un concepto en el que hay hábitos y costumbres en los que se lleva a cabo. Ya hay una Constitución que marca cómo deben ser las cosas, no hay que cambiarla, sólo cumplirla». Lizcano, en su intervención, también dejó claro que «ya existen herramientas normativas que exigen transparencia y cómo han de llevarse a cabo». Aunque, quizás, como se extrajo de todas las intervenciones, es una práctica que no se realiza de forma habitual.

Eduardo Rodríguez Rovira, presidente de Edad y Vida, confesó que su primera experiencia con la transparencia fue «gracias al ‘‘compare’’ de EE UU, que permitía la comparación en términos de calidad de la asistencia de unos 4.000 hospitales. Sirve para que los pacientes puedan elegir y, segundo, para que los profesionales puedan mejorar su formación continuada sabiendo cuáles son los centros donde se hacen las cosas bien».

Hay escollos que impiden la transparencia, algunos inherentes a la propia forma de ser de los españoles, como dejó patente Puerta: «Los sobornos y la corrupción son habituales en los negocios españoles, como asegura un estudio de la ONU, que realiza un ranking con los países más corruptos, y, de 190, España está entre los 25 primeros». Ante esto, el moderador preguntó de forma directa a Puerta sobre la existencia de esta práctica en la Sanidad española y Puerta asintió: «Puede haber corrupción».

Pero, a veces, la puesta en práctica de la transparencia, como se apuntó en la mesa, no gusta o es molesta. En este sentido, Alonso lanzó una pregunta al representante de Farmaindustria con respecto al Código Deontológico: «El ejercicio de transparencia que se llevará a cabo en junio con la publicación de la colaboración de los médicos con la industria, ¿puede llegar a matar los congresos?». José Ramón Luis-Yagüe afirmó que «estamos orgullosos de tener un código estricto, que aprobamos en 2014, y que da un paso más en una normativa que viene de antes, y muestra el compromiso de transparentar todas las transferencias de valor entre la industria y los médicos». Rodríguez Rovira subrayó que «tener todos los datos y no utilizarlos con las posibilidades que ofrecen hoy las nuevas tecnologías, como el Big Data, es un crimen. Hay que emplearlos para transparentar».