Ciencia y Tecnología

Entre la vida real y la realidad virtual

Muchos jóvenes pasan eternas horas detrás de una pantalla, mientras se deteriora su vida «off-line», tanto en lo personal, como en lo relacional, y confunden sus amigos, con los contactos en determinada red social.

Entre la vida real y la realidad virtual
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Que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse no alberga duda. Tampoco que su existencia conlleva innumerables ventajas. Quizás el acento deberíamos ponerlo en cómo están penetrando en la vida de los más jóvenes, y a veces no tan jóvenes. Algunos hemos abogado por una necesaria educación «digital», como se hace con la educación vial o tantas otras, antes de permitir que cerebros en desarrollo se sumerjan en entornos digitales. Entre los riesgos a tener en cuenta, quizás el más conocido es el abuso e, incluso, la dependencia, de las nuevas tecnologías.

Muchos jóvenes pasan eternas horas detrás de una pantalla, mientras se deteriora su vida «off-line», tanto en lo personal, como en lo relacional, y confunden sus amigos, con los contactos en determinada red social. Otro de los efectos indeseables del inadecuado uso de las nuevas tecnologías es cómo merman el normal desarrollo de algunas habilidades innatas de la persona. Pensemos en la propia comunicación, la parte más importante del cómo nos comunicamos está en lo que se denomina la comunicación no verbal, es decir, el envoltorio del mensaje, cómo lo decimos y cómo son nuestros gestos cuando emitimos el mensaje. Esta habilidad se aprende hablando y escuchando a los demás; no mirando a una pantalla, sino haciéndolo a los ojos de nuestro interlocutor.

También hemos de tener en cuenta que la construcción de entornos audiovisuales cada vez más ricos en el detalle no deja espacio al desarrollo de la imaginación. Quizás más complejo todavía resulta cómo se desdibuja la línea que ha de separar realidad y fi cción. Un efecto que se observa en menores es que están perdiendo el natural rechazo a la violencia, y se produce como consecuencia de una exposición repetida a una violencia virtual, sin consecuencias aparentes, más que la necesidad de volver a empezar la partida, circunstancia que no es siempre posible en la vida real.

Con los nuevos juegos que combinan la vida real y la realidad virtual damos un paso más, lo que no queda claro es en qué dirección. Tampoco qué impacto pueden tener en los más pequeños, más allá de los múltiples accidentes que se están publicando. Permítanme una última cuestión, ¿está nuestro cerebro realmente preparado para la velocidad en que se están produciendo estos cambios tecnológicos?

*Director de PSIKIDS, doctor en medicina, especialista en psiquiatría