Prevención

Páncreas artificial: diseñan el sustituto perfecto para tratar la diabetes tipo 1

Ante la imposibilidad de una cura definitiva, la solución es desarrollar un repuesto que genere sustancias que regulen la glucemia de forma automática

El «arsenal» contra la diabetes
El «arsenal» contra la diabeteslarazon

Ante la imposibilidad de una cura definitiva, la solución es desarrollar un repuesto que genere sustancias que regulen la glucemia de forma automática

No hay un tratamiento definitivo contra la diabetes. Pero la Medicina se encuentra cada vez más cerca de hallar la respuesta a las más de 300 millones de personas en el mundo que padecen esta patología. Uno de los avances más esperados es encontrar un repuesto perfecto al órgano encargado de la producción de la insulina. Así, el páncreas artificial podría estar listo a corto plazo, tal y como manifiestan sus creadores estadounidenses.

El proyecto personal de Edward Daminano, profesor del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Boston (EE UU), nace de la necesidad de proporcionar una terapia a su propio hijo que sufre diabetes tipo 1 desde su nacimiento. Cuando justifican la idea de porqué un páncreas biónico bihormonal, uno de sus colaboradores más próximos, Edward Raskin, que participa en el proyecto «Bionic Pancreas», explica que «una forma de pensar sobre la combinación en un dispositivo de la insulina y el glucagón es convertirla en un símil fácil de entender como el acelerador y los frenos de un coche. La insulina actúa como acelerador y el glucagón será el freno. Si el azúcar en la sangre de un paciente va demasiado rápido, el glucagón puede detener el proceso, sin que el paciente tenga que comer cualquier cosa. Es una herramienta muy poderosa que permite un mejor control del azúcar en sangre y potencialmente mantiene a los pacientes más seguros debido a la reducción de las hipoglucemias se reduce en gran medida, e incluso se elimina en algunos casos».

Luces y sombras

Actualmente, este equipo ha completado las exigencias de estudios en fase II, cuyos resultados han visto la luz en diferentes revistas científicas de primer nivel «Lancet», «New England Journal of Medicine» o «Science», entre otras. «Nos estamos preparando para nuestro último ensayo de fase III, que esperamos que dé comienzo en el primer semestre de 2017. Éste es el proceso que se utilizará para la aprobación de los reguladores, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea», apunta Raskin. En este sentido, hay expertos que se muestran un poco reticentes porque aún ven la idea un poco «verde». Esteban Jodar, jefe de Departamento de Endocrinología y Nutrición Clínica en QuironSalud Madrid, explica que «la revolución tecnológica está cerca de dar nuevas opciones de tratamiento a las personas que sufren diabetes, pero hay opciones más próximas en el tiempo, como la bomba de asa cerrada, que ofrece ventajas importantes».

La idea del páncreas biónico de Damiano se basa en la creación un dispositivo completamente personal para el paciente, «que aprende y se adapta de forma única a cada dueño del sistema. Un niño pequeño puede necesitar menos insulina en comparación con un adolescente en crecimiento. El dispositivo realiza todos esos ajustes de forma automática, ya que llega a adaptarse al usuario. Lo único que tiene que saber el sistema en el momento del arranque es cuánto pesa el paciente. Esto lo convierte en la solución definitiva de la medicina personalizada». Aquí cabe destacar otra de las «pegas» que todavía tiene este sistema: los algoritmos. «Se trata de un problema de matemáticas, de la fiabilidad que ofrecen los algoritmos que regulan el sistema, que por supuesto se resolverá, pero no creo que el sistema esté listo en los próximos cinco años», apunta Josep Franch Nadal, médico de Atención Primaria del Raval Sud de Barcelona.

Otro de los obstáculos es el uso del glucagón. Javier Ampudia, médico adjunto del Hospital Clínico Universitario de Valencia explica que «este compuesto es bastante inestable cuando se usa en una bomba de infusión, ya que sólo su administración actual está diseñada para la toma en el momento de su preparación. En poco tiempo, confiamos en que halla soluciones análogas que permitan el buen progreso de este sistema». Ampudia conoce bien lo que supone el desarrollo de un páncreas artificial –sólo con una hormona, insulina–, ya que él participa junto a Ignacio Conget, investigador del CIBERDEM y del IDIBAPS y los ingenieros Jorge Bondía (Universidad Politécnica de Valencia) y Josep Vehí (Universitat Politècnica de Girona), entre otros. «En nuestro caso tratamos de controlar de forma automática la enfermedad sólo con insulina, pero en aspectos diferentes. Queremos saber si podemos enfrentarnos al control del azúcar en la hora de la comida; aquí tenemos mucho más problema, porque para un sistema automático es complicado. Otra de las situaciones es cuando uno hace ejercicio, que también es difícil, ya que estudiamos tanto deporte aeróbico como anaeróbico para poder ser capaces de traducir el algoritmo que se está generando un esfuerzo orgánico», explica Conget.

Ampliar los estudios

Con esta opción de páncreas artificial se da respuesta a uno de los problemas más usuales en los pacientes que sufren diabetes tipo 1: las hipoglucemias. Ha sido probado con éxito en pacientes adultos y niños en el Hospital General de Massachussets, por lo que el siguiente paso son los ensayos clínicos multicéntricos que se harán durante espacios de tiempo más largos (meses). Datos publicados en «New England Journal of Medicine» apuntan que los adolescentes que probaron el sistema biónico mostraron un reducción de más del doble del número de intervenciones contra la hipoglucemia; además, los pacientes experimentaron una mejoría significativa en los niveles de glucosa, sobre todo durante la noche.

«Con resultados prometedores como éstos, tenemos la intención de apoyar a grandes ensayos multicéntricos del páncreas artificiales en el futuro cercano. En los próximos años, esperamos que estas tecnologías vayan más allá de los ensayos experimentales y estén disponibles para beneficiar a más personas con diabetes tipo 1», apuntaba Guillermo Arreaza-Rubin, responsable del proyecto para los estudios de páncreas artificial financiados por el Instituto de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Enfermedades Renales (NIDDK, por sus siglas en inglés) del Instituto Nacional de Salud (NIH). Más de 10 años han pasado desde los primeros test en el centro hospitalario de Massachussets hasta hoy, tiempo en el que el sistema ha terminado simplificándose hasta llegar a un medidor de glucosa, un iPhone y dos bombas de infusión (una de insulina y otra de glucagón), todo conectado vía wifi. El sistema se ha denominado «iLetTM», «en homenaje a los islotes pancreáticos de Langerhans, que contienen las células lafa y beta que segregan el glucagón y la insulina, respectivamente», como manifiesta Damiano.

Así, los últimos datos publicados en «Lancet», el pasado mes de febrero, mencionaban las mejoras en las glucemias y la reducción de las hipoglucemias. El ensayo recogía datos de cinco días en los que se comparaba el páncreas biónico con la bomba de insulina en 19 niños, con edades entre 8 y 9 años. Tanto en las medidas de la glucemia capilar convencional como en las obtenidas a través de la monitorización continua, los datos favorecen al páncreas artificial. «El debate que tenemos ahora es si unihormonal o bihormonal, o los dos y que sea el perfil del paciente el que sea el decisor. Lo imporntante es que tenemos la solución, que llegará en menos de cinco años, y que ésta pueda ser real para los pacientes», concluye Cognet.

Otros Avances significativos

A la espera del páncreas artificial, los pacientes tienen en la actualidad un arsenal muy completo, «que se ha visto revolucionado en los últimos cinco años. Los tratamientos no siguen una línea rígida basada en la estimulación de la producción de insulina», apunta Franch Nadal. «Vivimos una década prodigiosa en el tratamiento de la diabetes que esperamos nos ayude a normalizar y hacer más sencilla la vida de las personas con diabetes», subraya Jodar.

En la diabetes tipo 1, «además de los análogos rápidos y lentos de insulina de los que ya disponíamos, hay de nuevas presentaciones con mayor concentración de insulina análoga basal que prolongan su efecto y de una novedosa insulina basal acilada con un mecanismo que permite reproducir más fielmente la producción basal de insulina por el páncreas normal y que aporta una predictibilidad de su efecto y una flexibilidad en el horario de administración que era impensable hasta ahora y que será de gran ayuda en muy diversas situaciones clínicas con las que personas con diabetes y sus médicos nos encontramos a diario», explica Jodar.

Por otro lado, en el tratamiento de las personas con diabetes de tipo 2, «se ha producido una verdadera revolución en los últimos años con la aparición de clases terapéuticas: los agonistas del receptor de GLP-1 y los inhibidores del cotransportador SGLT2. Éstos evitan las hipoglucemia y permiten perder peso, sobre todo en pacientes con sobrepeso», añade Ampudia.