Investigación científica

«Tras superar un cáncer, cruzar el Atlántico está chupado para nosotras»

Marian Santiago, Carmen Peláez y Patricia Alonso / Supervivientes de cáncer de mama

«Tras superar un cáncer, cruzar el Atlántico está chupado para nosotras»
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La vida es una travesía en la que no siempre navegamos con el viento a nuestro favor. Cuando la palabra cáncer se cruza en nuestra ruta, resulta inevitable que las velas que sustentan nuestra acomodada existencia se vengan abajo y que el timón comience a temblar. Pero basta con escuchar a las mujeres que han superado esta enfermedad para entender que detrás del cáncer de mama hay vida, mucha vida que, en la mayoría de los casos, queda reforzada.

Buena prueba de ello son lascinco mujeres que, después de superar un cáncer, el próximo seis de noviembre se embarcarán en el velero Cannonball para cruzar el Atlántico en el Reto Trasatlántica 16, una iniciativa que cuenta con el apoyo de Pelayo, la Fundación AstraZeneca y el grupo Quirónsalud, entre otros. «Cruzar el océano está chupado para nosotras. Tenemos la necesidad de demostrar que después de superar el cáncer se puede salir reforzado y tener más fortaleza que antes, hasta el punto de que nos podemos enfrentar a cualquier odisea, incluso tripular un barco para cruzar el Atlántico», asegura entre risas Carmen Peláez, médico de familia de 57 años que confiesa que «el momento más duro de la enfermedad para ella fue cuando todavía no sabíamos en qué estadío estaba el tumor, ya que por mi profesión sabía que de eso dependería el pronóstico».

Miedo y esperanza

Tener miedo, sentir impotencia o preguntarse por qué te ha tocado a ti son experiencias en las que coinciden todas las mujeres que han pasado por esta situación. «Cuando te enteras de que tienes cáncer es un momento muy duro y te flojean las piernas. La enfermedad sigue siendo un tabú, pero no hay que esconderse y yo aconsejo a todas las afectadas que salgan y hagan vida normal vestidas con su pañuelo si hace falta y sintiéndose orgullosas de estar ganando la batalla con una sonrisa», asegura Patricia Alonso, bióloga de 37 años y madre de dos hijas que confiesa que «la enfermedad también tiene muchas cosas buenas, porque cuando vuelves a la realidad después de muchos meses de tratamiento ves la vida con otros ojos; aprendes a valorar mucho más los pequeños detalles del día a día, como llevar a tus niñas al cole o leerles un cuento cada noche antes de dormir, cosas que antes quizás hacías por obligación y que ahora te das cuenta de que son un regalo».

Sacrificio y superación son las dos palabras que mejor definen esa etapa de la vida en la que el cáncer parece deterlo todo. «El cáncer es una pausa en tu biografía, pero tan sólo un paréntesis. Hay que mirar la situación con optimismo y tener claro que nos vamos a recuperar», afirma con una gran sonrisa Marian Santiago, guardia civil de profesión que, a sus 46 años, es el mejor ejemplo de que la vitalidad y la fortaleza física pueden recuperarse al cien por cien y más pronto de lo que muchos imaginan: «Hace exactamente un año me detectaron el tumor; el pasado mes de junio acabé el tratamiento y ahora estoy a punto de cruzar el Atlántico, por lo que, aunque durante el tratamiento el tiempo pasa muy lento, una vez que lo superas vuelves a sentirte muy viva», explica Marian, mientras reconoce que «somos unas afortunadas porque hay muchas novedades terapéuticas y la medicación cada día es más avanzada y menos agresiva para nosotras».