Salud

Un estudio demuestra que el virus persiste en el tejido cerebral del feto

Fotografía del 8 de febrero de 2016, de Ana Beatriz, una niña con microcefalia que celebró 4 meses de vida en el municipio de Lagoa do Carro, Pernambuco (Brasil)
Fotografía del 8 de febrero de 2016, de Ana Beatriz, una niña con microcefalia que celebró 4 meses de vida en el municipio de Lagoa do Carro, Pernambuco (Brasil)larazon

El número de estudios que explican la posible relación entre el aumento de casos de microcefalia y el virus del Zika son escasos, pero hoy la revista «The New England Journal of Medicine» publica un nuevo estudio en el que se demuestra la relación entre este virus y las anomalías que padecen los fetos cuyas madres han pasado la enfermedad.

El estudio analiza el caso de una mujer europea embarazada que se fue a trabajar a una de las zonas afectadas por el virus en Brasil y que durante el primer trimestre de gestación sufrió un episodio febril. Semanas después regresó a Europa y, al realizarle una ecografía, con 29 semanas, detectaron que el feto tenía una grave microcefalia con calcificaciones en el tejido cerebral, así como en la placenta. Los médicos ya se plantearon que el problema podría estar relacionado con un proceso vírico. La mujer decidió poner fin a su embarazo en la semana 32 de gestación, previa aprobación de los comités éticos del hospital. Así, permitió que se le realizara una autopsia al feto, que se hizo tres días después.

Como indica el estudio, los resultados de las analíticas confirmaron la presencia del virus del Zika en el cerebro del feto, donde localizaron una gran cantidad de carga viral. Un número bastante más elevado que el detectado en los pacientes de zika, pero una cantidad similar a la que se ha identificado en el semen de algunos enfermos.

Como determina el mismo estudio, ya se había identificado el virus en el líquido amniótico de otros dos fetos con microcefalia, que coinicidiría con un contagio intrauterino. Y es que el virus sería capaz de atravesar la placenta. Como explica la doctora Susana Boronat, miembro de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (Senep) y neuropediatra del Hospital Vall d’Hebron, «las probabilidades de infectar a un feto son mayores en el primer trimestre de gestación y en el trecer trimestre ya no es esperable». Sin embargo, en esas primeras semanas es más difícil determinar posibles problemas a través de ecografías. «Es a partir de la semana 20 cuando sí se podría percibir un posible caso de microcefalia».

Es por ello que el Ministerio está elaborando un protocolo con ginecólogos y obstetras para fijar cuándo deben realizarse pruebas ecográficas a las embarazadas en riesgo.