Gastronomía

Miguel Marín: «No es fácil entender el flamenco en España»

Miguel Marín: «No es fácil entender el flamenco en España»
Miguel Marín: «No es fácil entender el flamenco en España»larazon

Y entre sidras y sidras, en uno de mis asturianos preferida, La Cañada Delic Experience (Calle Alonso del Barco, nº4), tuve la ocasión de conocer al que es, probablemente, uno de los empresarios más relevantes del mundo del flamenco. Miguel Marín es todo discreción, humildad y empatía. A pesar de ser vegetariano, logramos hallar en la carta algunos platos que puede degustar.

Llega con una camiseta de sport, con una sonrisa de oreja a oreja y con muchas ganas de preguntar antes de ser preguntado. No duda en catar la sidra natural “La Penúltima”.

Como buen cordobés no pierde ese acento tan característico de la ciudad en la que nació, a pesar de llevar décadas viviendo lejos de su casa. Miami, Washington, Cleveland, Boston, Los Ángeles, San Francisco, Berkeley, Toronto, Ottawa, Vancouver, Montreal, Philadelphia, Chicago, San Diego, Puerto Rico, Hanover, Londres, Madrid... Sí, en todas estas ciudades el festival de Marín tiene un lugar importante de la mano de los más grandes. Fundador y director del FLAMENCO FESTIVAL, Miguel Marín sigue manteniendo los pies en la tierra y asegura que la vida es un “continuo aprendizaje”:

Empezó estudiando económicas en Sevilla, y decidió hacer el doctor en Kansas City en los EE. UU. dado que había un convenio. Recuerda que, una vez en la ciudad americana, para inscribirse en la cola de espera se encontró con una mujer andaluza, llamada Antonia, que, con mucha gracia y naturalidad, espetó “¡¿Qué aburrido, no?!” al enterarse de la materia que iba a cursar Miguel. Ahí, de pronto, un joven cordobés que creía ya entonces en el destino, reflexionó sobre aquello que le dijo aquella señora cuyo nombre nunca ha olvidado, y se dijo a sí mismo: “¿para qué quiero yo otro curso de macroeconomía?”. Sin saber mucho lo que era aquello, y guiado por sus impulsos y ese “algo” que hay ahí que siempre ayuda (tema del que hablamos luego), se decidió por el management. Y así fue cómo, casualidades o causalidades de la vida, dejó la economía y se metió en el mundo del arte.

“Era el apuntador en el teatro. Imagínate cómo era aquello con el inglés que tenía”, cuenta entre risas en relación a esa primera etapa dentro del mundo de los focos y los escenario . “Este es un ejemplo claro de creer en el destino”, afirma.

Después de ampliar su agenda de contactos en Norteamérica, Miguel decide en el 98 organizar una serie de actuaciones que podrían venir a ser los precedentes al FLAMENCO FESTIVAL. En aquel año, el empresario consiguió que fuera Antonio Canales, siendo la primera vez que el bailaor actuaba en los EE. UU.

“Mi frustración era el hecho de llevar a un grande como Canales de manera independiente, sin estar dentro de un ciclo o un festival, y que perdiera importancia y que la prensa no se hiciera eco de ello”, explica. Ahí fue cuando comprendió que crear un festival con un número determinado de conciertos y actuaciones flamencas iba a tener más impacto y mayor relevancia.

Con la primera edición de FLAMENCO FESTIVAL consiguió nada menos que dos páginas en el New York Times: “ahí me pude decir , confiesa. En aquella primera edición actuaron grandes como Farruquito, Manolo Linares y María Pagés, entre otros.

“Entendí el valor del flamenco en Nueva York”, contesta cuando le pregunto sobre cómo se vive este género en el país que ha parido este arte. “No es fácil entender el flamenco en España”, añade. Y es que es cierto que cuando algo abunda en un país no se valora de igual manera. Al igual que el vino, que damos por sentado que aquí siempre es bueno, cuando uno viaja fuera y toma vinos malos, se da cuenta de lo verdaderamente se tiene.

Estos fueron tan sólo los comienzos de una trayectoria de un festival que marca un antes y un después en el mundo del flamenco. Ya son 17 años llevando este arte por medio mundo, consiguiendo incorporar el flamenco en el Carnegie Hall, Lincoln Center, entre otros tantos escenario al alcance de unos pocos.

A nivel personal, Miguel Marín es una persona que no necesita grandes lujos en la vida. Ante mi pregunta de cómo te defines responde con que está en un “proceso de des-definición”. Ajeno a las etiquetas, los límites y los tópicos, opina que el flamenco en España padece un “mal endémico” pues “es el arte el que está al servicio de la instituciones, cuando en realidad tendrían que ser las instituciones las que debería estar al servicio del arte”.

Para Miguel Marín la felicidad es un “estado interno de alegría que no depende de nada; una alegría interna, espontánea”. Tiene miedo a la inconsciencia; y, sobre el destino, asegura que hay algo que ayuda a que las cosas sucedan, y que, aunque es muy importante trabajar en aquello que uno quiere conseguir, hay un factor incomprensible que impulsa las cosas.

CARTA

-Pulpo

-Lentejas

- 1 botella de Sidra ‘La Penúltima’

- 1 café

-1 poleo

SOBRE LA SIDRA...

‘La Penúltima’, definida como “la sidra canalla del s. XXI”, es una sidra asturiana elaborada 100% de manzana. No tiene azúcares añadidos y cuenta con el gas carbónico generada mediante la propia fermentación de la manzana de manera totalmente natural. Por cierto, una recomendación del maestro Jesús Flores que ha elaborado una carta especial para Delic Experience.

Calidad-precio muy óptima. Una botella de ‘La Penúltima’ en La Cañada Delic Experience está en los 4,50 €.

Sin duda una de mis sidras preferidas, aunque mentiría si niego que en algunas ocasiones he preferido la sidra vasca a la asturiana. Pero eso lo que dejo en otro capítulo. Como curiosidad, me gustaría contar la etimología de la palabra que proviene del latín , que al mismo tiempo proviene del hebreo ; ambas palabras vienen a significar “bebida embriagadora”. En lenguaje de emociones es una sidra “amena, graciosa y correcta”.

SOBR EL RESTAURANTE...

Ya escribí en La Cata de Katy en anterior ocasión sobre LA CAÑADA DELIC EXPERIENCE. ¡Acordaos de los famosos cachopos! Los mejores de Madrid y de todos los sabores. El trato una vez más ha resultado inmejorable, en un lugar que, como siempre, es acogedor y agradable, perfecto para una sobremesa-entrevista. Se definen como “alta cocina del norte”, y en palabras de emociones definiría este restaurante asturiano como “gratitud, amabilidad y cariño”. Un 9 sobre 10.