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Refugiados

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Hoy toca hablar de lo que para los “buenistas” es políticamente incorrecto y para los comunes de los mortales, un serio peligro: los yihadistas que llegan a occidente, en especial a Europa, mezclados entre los refugiados. El Estado Islámico (EI) ha montado, con un asunto tan sangrante como es el de la necesidad de quienes se ven obligados a dejar su tierra, todo un negocio. Por un lado, controla las mafias que trafican con seres humanos y, por el otro, le sirve para enviar “combatientes” contra los infieles y matarlos en su propio territorio.

No hablar del problema, mirar hacia otro lado, escudarse en que se trata de casos aislados, no soluciona nada. No serán 4.000 como publicó un rotativo inglés, pero son muchos y algunos ya han cometido atentados que han costado decenas de vidas.

Hace unos días, la Policía alemana detuvo en Düsseldorf a un presunto criminal de guerra sirio, sospechoso de haber participado en el asesinato de decenas de soldados que estaban prisioneros. Abdelfatah H.A. era un solicitante de asilo. Lo que no había contado es que había pertenecido al Frente al Nusra, cuyo líder es Muhamma Al Golani que ha renombrado la banda como Jabhat Fata al Sam. El tal Abdelfatah, de 35 años, es sospechoso de haber matado, junto a otros yihadistas, a 36 personas durante una masacre cometida en marzo de 2013 contra tropas del presidente sirio, Bachar al Asad, cerca de la ciudad de Al Tabqa. Y andaba camuflado en Alemania pidiendo asilo.

A mediados del año pasado, la Policía alemana detuvo a tres presuntos yihadistas sirios (Hamza C., de 27años; Mahood B., de 25, y Abd Arahman A.K., de 31) que vivían hasta el momento de su captura en sendos albergues de acogida para refugiados en los estados de Renania del Norte-Westfalia, Brandeburgo y Baden-Württemberg. Se les imputa que formaban parte de la célula que, junto con otros cinco terroristas, iba a atentar en un centro comercial de Düsseldorf mediante una acción conjunta en la que se iban a utilizar bombas y fusiles de asalto.

En esta aportación al blog, se podían enumerar, uno por uno, los casos de terroristas que se han colado en Europa entre los refugiados. No pasaría de ser un recordatorio porque en la mente de todos están los atentados de París, Bruselas y tantos otros. Quizás sea más interesante para los lectores aportar algunos datos de cómo se “cuelan” los terroristas en Europa y hacerlo con casos concretos, no con informes o teorías más o menos bien informadas.

Aunque en LA RAZÓN publicamos algunos detalles de cómo los terroristas se mezclan entre los refugiados, puede ser interesante, aunque el texto va a salir un poco largo, narrar con todo detalle el periplo de cuatro de estos individuos, cuyo destino era suicidarse en los atentados de París de noviembre de 2015 aunque sólo dos lograron su propósito. También, la de otros dos que preparaban acciones criminales contra discotecas y estadios deportivos. Basado en informes de la lucha antiterrorista, su historia nos permite conocer los mecanismos que utiliza el Estado Islámico para llevar a cabo sus siniestros planes.

A partir de la primavera de 2015, los servicios de inteligencia comenzaron a tener datos que evidenciaban los planes del EI de llevar su actividad terrorista al escenario europeo.

La captura en Polonia de un yihadista retornado (junio de 2015), que había residido en Alicante y que estaba reclamado por la justicia española, permitió obtener información acerca de estos planes que se hicieron realidad unos meses más tarde en la capital francesa. Se trataba de Abdejalil Ait El Kaid, “Abu Chaima”, de origen marroquí y residente en España, donde ahora está en prisión.

Este individuo había iniciado su viaje a Europa desde Siria en compañía de otro sujeto, de nacionalidad francesa y también de origen marroquí, llamado Hame Reda. Fue arrestado en agosto de 2015 por las autoridades galas. Gracias a las declaraciones de Reda, se supo que la intención de ambos era preparar y cometer atentados terroristas en Europa.

“Abu Chaima” es un yihadista que en 2014 abandonó Alicante para unirse al EI en Siria. Durante su estancia, conoció al tristemente famoso Abdelmahid Abaaoud, alias “Abu Omar Sousi”, cerebro de los atentados de París quien le ordenó regresar a Europa. Abaaoud dirigía el campo de entrenamiento de combatientes europeos, en el que se entrenaban un centenar de FTF,s (Foreign Terrorist Fighters, combatientes extranjeros). Una veintena han muerto o están detenidos, pero ¿dónde está el resto?.

“Abu Chaima” partió de Raqqa, la capital de Califato. Allí había permanecido alrededor de una semana antes de salir rumbo a Europa. “Abu Chaima” y Reda, que fue detenido por la Policía francesa gracias a los datos aportados por la Guardia Civil española, clave en esta operación, disponían de pasaportes originales europeos que, según los planes del EI, les daba una mayor capacidad de discreción y libertad de movimientos.

Habían sido entrenados en uso de armas blancas, armas de fuego y artefactos explosivos, así como en el uso de técnicas de transmisión y comunicaciones seguras.

Pero la investigación deparaba algunas sorpresas y permitió conocer que una cuarta célula yihadista, que se uniría a las tres que estuvieron presentes, se iba a sumar a los terrorista de París de noviembre de 2015. Y que estaba integrada por cuatro individuos, todos ellos con nacionalidad de paises europeos.

Dos yihadistas, uno argelino y el otro paquistaní, que fueron detenidos el 10 de diciembre de 2015 en Salzburgo, confesaron a la Policía austriaca su implicación en la conspiración urdida en Siria por el EI para atacar diversos objetivos en la capital francesa.

Revelaron que su jefe en Siria era un tal Abu Ahmad (que todavía no ha sido identificado de forma fehaciente). «Me dijeron que debía ir a Francia para cumplir una misión y que allí recibiría instrucciones». La declaración fue efectuada el 12 de febrero de 2016 a la Policía de Salzburgo por Adel Haddadi, argelino de 29 años. Fue reclutado en Raqqa junto a Muhamad Usman, paquistaní de 22 años, al mismo tiempo que dos iraquíes que explosionaron sus cinturones a las puertas del Stade de France en Saint-Denis mientras se disputaba el partido de fútbol entre Francia y Alemania ante 80.000 espectadores, incluido el presidente francés, François Hollande.

El cuarteto viajó a primeros de octubre desde Siria a Grecia a través de Turquía en posesión de pasaportes falsos sirios. Los cuatro hombres llegaron juntos a Izmir, ciudad turca a orillas del mar Egeo, donde pernoctaron en un hotel. Hacia las cuatro de la mañana del 3 de octubre de 2015 embarcaron con medio centenar de refugiados tras pagar 1100 dólares (980 euros) cada uno a la mafia local ( que, según se ha sabido después, está controlada por el EI, que de esta manera recuperaba parte del dinero invertido en la trama terrorista)

«Navegamos alrededor de hora y media hasta que la Marina griega, que llegó con un gran navío, nos descubrió, nos hizo montar a bordo y nos llevó a Grecia», relató Haddadi. En la isla de Leros, la Policía griega descubrió que los pasaportes sirios de éste y el de Usman eran falsos al infundirles sospechas. El paquistaní no hablaba bien árabe y el argelino no conocía nada de Alepo, su supuesta ciudad natal. Sin embargo, los otros dos terroristas suicidas iraquíes pasaron el control y continuaron viaje hacia París.

Los detenidos fueron puestos en libertad el 28 de octubre, cruzaron Macedonia, Serbia, Croacia y Eslovenia para llegar el 14 de noviembre a Austria, donde pidieron asilo. La víspera, sus compañeros de viaje se habían suicidado ante el Stade de France.

El hallazgo de dos pasaportes sirios falsos junto a sus cadáveres permitió averiguar que habían entrado el 3 de octubre en Europa por Leros. Las fotos y las huellas dactilares de los 197 refugiados llegados aquel día a la isla griega fueron enviadas a las policías europeas. De esta manera los policías austríacos dieron el 10 de diciembre con el paradero de Haddi y Usman en el centro de refugiados de Asfinag, en Salzburgo.

La confesión de ambos apunta al citado Abu Ahmad como el organizador de su periplo. Él fue quien les dio dinero, les giró 2.000 dólares (1.782 euros) cuando estaban en Grecia y les facilitó un teléfono de contacto. En el móvil de Haddadi había números austríacos, griegos, italianos, ingleses, españoles, franceses, alemanes, belgas y turcos.

Entre ellos, figuraba el que les había dado el tal Ahmad. Era el mismo número turco que apareció anotado en un papel hallado en un bolsillo del suicida que murió en la puerta H del Stade de France. Idéntico número telefónico había sido descubierto diez meses antes, el 17 de enero de 2015, en el registro de un piso franco yihadista en Atenas. Estaba entre los contactos de Abdelmahid Abaaoud, coordinador de los atentados del 13-N en París, buscado entonces por su implicación en la célula desmantelada en la ciudad belga de Verviers.

Este individuo es el que recluta yihadistas, la mayoría de origen europeo, les proporciona los medios para desplazarse y se mantiene en contacto con ellos mediante el sistema de mensajería Telegram. Abu Ahmad no sólo tiene relación con los atentados de Paris, sino también se le supone ser la cabeza pensante de los de Bruselas.

Hasta aquí el relato de dos infiltraciones de terroristas en Europa y cómo utilizan documentaciones sirias para moverse por el continente y, en su caso, pedir asilo. Las redes que tenga Abu Ahmad podrían ser utilizadas por las “células durmientes” para llegar a sus puntos de destino, antes de comenzar a atentar. Y es casi seguro, como ya ha quedado demostrado y se confirmará en el futuro, que la cobertura del “pobre y desvalido refugiado” será utilizada por los terroristas para causar el mayor número de víctimas. Lo narrado anteriormente está recogido en investigaciones policiales y judiciales, no es fruto de posturas racistas o integristas. La realidad esta ahí, con toda su crudeza pero también con las altísimos niveles de peligro que genera.