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Miami

El lado macabro de las redes sociales: Muertes y suicidios en directo

Instante del vídeo en el que el joven manipula la pistola
Instante del vídeo en el que el joven manipula la pistolalarazon

El post de hoy es desgarrador. El pasado 14 de abril me encontré con la noticia de un chaval de apenas trece años que había muerto mientras grababa un vídeo en directo para sus amigos de Instagram. Estaba en su cuarto, con la puerta cerrada y con un arma cargada en sus manos. Sus amigos vieron en directo cómo perdía la vida de forma absurda. Su familia, en el cuarto de al lado, oyó una explosión y corrió asustada. Tras derribar la puerta se encontraron con una escena que no olvidaran en su vida: el joven yacía inerte sobre un charco de sangre.

A los pocos minutos la casa del fallecido estaba llena de gente, amigos que habían visto cómo la pistola se disparaba accidentalmente y mataba a este adolescente norteamericano. No sabemos si alguien intentó detenerle antes, que hubiera sido lo suyo. No sabemos cómo una pistola cargada llega a manos de un menor de 13 años sin que nadie se percate. Pero más allá de las dudas o recriminaciones que surgen tras una noticia de este calibre, me llaman la atención titulares como «La muerte accidental de un joven en directo se hace viral». ¿En serio, viral? No es la primera vez, ni será la última. Y eso es lo más grave, que parece «estar de moda»

Tragedias humanas

El 23 de enero, una niña de catorce años se quitaba la vida y lo hacía en directo, a través de Facebook. Durante dos horas, Nakia Venant emitió un vídeo en vivo desde el baño de su casa en Miami. En las imágenes se llega a ver, incluso, cómo realizaba un nudo con una bufanda y la colgaba de la bañera. Minutos después, la transmisión terminaba abruptamente.

Una de las amigas de Nakia vio la transmisión en directo y cómo se colgaba del baño. Sus padres de acogida dormían en la habitación de al lado. Cuando llegó la Policía, era tarde. Dos horas de vídeo y nadie sospechó nada, nadie.

Tres semanas antes, una niña de doce años, Katelyn Nicole Davis, se suicidaba en vivo en Georgia a través de un portal llamado «Live.me». La menor emitió en directo durante 40 minutos y terminó ahorcándose en un árbol. Pese a que fue eliminado posteriormente, hubo usuarios que se lo descargaron y lo colgaron en diversos portales como Facebook. ¿Su objetivo? Conseguir el mayor número de «likes» o «me gusta». Resulta atroz que alguien se jacte, se lucre o se beneficie de la muerte de una persona. La excusa de que ella fue la primera que lo emitió en una red social, no me vale. Sigue siendo repulsivo que utilices la desesperación de una persona para hacer que un vídeo sea viral.

Otro caso que «conmocionó a las redes sociales» fue el de un actor de Hollywood de 33 años. Frederick Jay Bowdy, se suicidó en directo a través de Facebook Live. El actor anunció a los seguidores que estaban conectados en la conocida red social que iba a quitarse la vida. Y acabó haciéndolo. Un familiar que estaba conectado avisó a la Policía pero no llegaron a tiempo.

Todo gira en torno a las redes sociales, pero «viralizar la muerte» resulta macabro. Porque ya hemos visto que, pese a las medidas que se toman a posteriori como borrar dichos vídeos, no siempre se consigue. Hay gente que en su enfermiza cabeza disfruta compartiendo este tipo de imágenes para que llegue a cuanta más gente mejor. Y ahí entramos los medios, que ansiosos por conseguir un «click» a veces damos cancha, precisamente, a ese tipo de gente.

Y las redes sociales también tienen su parte de culpa. Basta con meterte en Facebook, Twitter o Youtube, por mencionar algunas, y buscar. No todo se borra, ni mucho menos. ¿No me crees? El vídeo del ahorcamiento de la joven de doce años de Georgia está por todas partes. Apenas una leve advertencia de que verlo puede ser «inadecuado» y listo. Incluso hay gente que te avisa del momento exacto en el que debes dar más brillo a tu pantalla para ver su muerte al detalle.

El último episodio macabro tenía lugar este domingo. Un hombre llamado Steve Stephens decidió asesinar en directo a un hombre al azar y colgarlo en Facebook. Pese a que la plataforma lo ha retirado, el vídeo circula como la pólvora por las redes sociales. Incluso se ha organizado una campaña para evitar que las imágenes del asesinato se sigan divulgando por respeto a la víctima y su familia. No ha servido de nada. Eso sí, los que lo comparten te avisan: «Puede herir tu sensibilidad». Esto va más allá del morbo y debería estar penado.