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La belleza, en París y en Roma

La belleza, en París y en Roma
La belleza, en París y en Romalarazon

Cuando oigo hablar tantas veces tan mal de Europa, y tengo el privilegio de visitar a mis proveedores en la feria de Who,s Next en París y en las oficinas de Alysi en Roma me vienen a la cabeza montones de cosas europeas y maravillosas. Aquella novela de Milan Kundera en la que se leían cosas tan bonitas como ésta: “Al anochecer salía la luna en el cielo pálido y ese era el momento en que Teresa salía al umbral. La luna colgando de un cielo aún no oscurecido, le parecía como una lámpara que han olvidado apagar...”.

Las palabras del escritor, tan sencillas, suenan como los talleres de confección italianos regentados por familias que se dejan la piel entre las telas cada temporada, para que luzcan los vestidos que llevan las mujeres mientras contemplan la caída de la tarde. Me recuerdan el orden y la armonía de la costura y el diseño. Me recuerda, Kundera, al brillo tenue y débil del anochecer en París. A la ciudad majestuosa y grandiosa que no olvida la levedad de la moda cuando pasa y reluce. Y me preparo, a la vuelta de Europa, para el ajetreo de la venta que tenemos la responsabilidad de activar para que los artistas renazcan y crezcan, y la moda continúe.

Cuando oigo en los altavoces de la política hablar tan mal de Europa pienso en la belleza y en la moda francesa, italiana, española. Veo a los antiguos comerciantes mostrando las telas que llegan en barcos y trenes. Con las velas extendidas y el vapor del invierno soplando contra el viento y las mareas. Amontonadas las colecciones en los puestos abarrotados de los mercados y las plazas, entre las voces de los agitados vendedores. Y los colores que brillan entre el gentío, como lámparas encendidas que iluminan el amanecer. Me resulta insoportable oír que Europa está en crisis, cuando escucho la armonía de los talleres de confección de Roma y descanso en la habitación de las ferias de la moda en París.