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El futuro del Partido Popular

El futuro del Partido Popular
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Otoño de 1984. Una bomba detonada por el IRA explota en el hotel de Brighton en el que el partido conservador británico celebraba su congreso. Pocas horas después delatentado, Margaret Thatcher se dirigió a los congresistas en un tono sosegado y, después de mencionar brevemente la explosión que casi acaba con su vida, afirmó: “Ahora hay otros temas que tratar”.

La primera ministra no quería bajo ningún concepto que un asunto externo al partido, aunque fuese un atentado, desviase la atención de la cita política. Ese espíritu de Thatcher es el que debe guiar al PP en su XVIII Congreso Nacional, previsto para el próximo febrero y que debe servir para reforzar el proyecto del centro derecha en España.

Más allá de las ponencias fijadas y de los debates organizados, el PP tiene que subrayar en ese congreso su defensa de la unidad de España, el apoyo sin fisuras a la Constitución, la necesidad de afianzar un sistema económico liberal y su firme apuesta por el bienestar social. Pero no se debe desdeñar la importancia de acometer reformas porque una cita de estas características tiene que servir para refrescar o renovar el proyecto político del Partido Popular.

Como ejemplo, urge iniciar el debate sobre la posibilidad de que el Estado recupere las competencias en Educación y Sanidad, se debe abordar sin demora la reforma estructural de la justicia, se tiene que plantear un proyecto creíble para los españoles que además sirva para combatir el fracasado modelo que propone el populismo y se necesita potenciar a los ayuntamientos porque son la administración más cercana al conjunto de los ciudadanos.

Frente a los desafíos separatistas y a la amenaza permanente del terrorismo islamista, el congreso del Partido Popular tiene que reforzar la defensa de las raíces y de la cultura occidental, que han servido para implantar un sistema de bienestar y prosperidad en España y en Europa basado en las libertades individuales.

Todas estas cuestiones se tienen que plantear sin complejos. Con la convicción de que servirán para mejorar el proyecto del PP, que aún tiene un arduo trabajo por delante para recuperar la confianza de aquellos ciudadanos que, por diversas circunstancias, han abandonado al único partido de centro derecha en España. ¿De qué forma se puede ilusionar de nuevo? Con los valores del Partido Popular y con una política económica que implique una reducción de las cargas fiscales que soportan los contribuyentes. Es decir, hay que bajar los impuestos siempre que sea posible.

Pero el gran partido de centro derecha también se debe reorganizar internamente. ¿Cómo se tiene que elegir al líder del PP? El sistema de ‘un afiliado, un voto’ sería una oportunidad excelente para que los militantes se impliquen aún más en el proyecto del Partido Popular, pero se tiene que calibrar muy bien las desventajas que plantea esa opción si no se quiere caer en los errores que han cometido (y que cometen) nuestros adversarios. Este asunto no es baladí, pero tampoco debe centrar el debate del congreso. Sobre todo porque existen otras cuestiones esenciales que se deben abordar en esa cita, como el debate sobre la limitación de mandatos o la lucha contra la corrupción, pero sin caer en demagogias ni vulnerar nunca la presunción de inocencia, puesta muchas veces en entredicho por la “pena del telediario”.

Todos los planteamientos que se acaban de exponer demuestran que el PP es un partido abierto al diálogo y al consenso. Es la formación política que mejor representa a los españoles. Queda mucho por mejorar, pero siempre conviene recordar que los ciudadanos confían de forma mayoritaria en el Partido Popular, por algo será.

El proyecto, sin duda, es el mejor, pero ahora es momento de renovarlo y de engrandecerlo. Y a esa tarea estamos llamados los hombres y las mujeres del principal partido de España.