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La escuela de la alcaldesa

La escuela de la alcaldesa
La escuela de la alcaldesalarazon

Llega el fin del mes de junio y con él, el Pleno de la ciudad. Tras dos años en el Gobierno, sería lógico esperar que los componentes del mismo supieran ya cómo comportarse en el órgano de máxima representación política de los madrileños, pero no, no les puedo dar esa alegría aun.

Previamente a que gobernase Ahora Madrid, recuerdo unos Plenos que eran verdaderos foros de encuentro en los que se llegaban a acuerdos que siempre se cumplían, no como ahora. Foros donde se debatía, donde no se menospreciaba la labor de la oposición, donde uno se podía expresar con libertad, siempre con respeto hacia el adversario. A día de hoy los Plenos se han convertido en una mala comedia, por no decir, vodevil por aquello de que las intrigas y los equívocos están siempre presentes.

En el escenario se representa un aula de colegio donde la profesora, la propia Alcaldesa, manda callar a sus alumnos de primaria, los concejales, y cuando estos se alborotan los manda a pensar a “sus pupitres”. También les echa regañinas moralizadoras en las que habla del amor, la tolerancia, el respeto, la democracia, la felicidad... Mientras sus fierecillas indomables insultan a la oposición y les llaman ridículos, ladrones..., en fin, todo muy delicado. “Nos tratan con insolencia”, decía ayer una concejala de Ciudadanos. No parece que entiendan cual es el papel asignado a la oposición.

“No hay mejor sordo que el que no quiere oír”, ya ni les cuento cuando no escucha lo que quiere, desprecian el trabajo de la oposición, ignoran lo que hacemos diariamente, con esfuerzo, rigor y gran coordinación y, sobre todo, no practican la transparencia. Reconozco que es realmente difícil ejercer una labor de oposición en estas condiciones, en primer lugar porque nos menosprecian y en segundo lugar, porque no nos permiten debatir en igualdad de condiciones, ni siquiera los tiempos se respetan, siempre son más largos para sus concejales. Se ve que Manuela Carmena piensa que estamos en la sala de vistas de su juzgado. Si no se ve, no se cree. Y, además, no se te ocurra decirles nada a los componentes de la plataforma ciudadana Ahora Madrid porque entonces recibes una amonestación de la maestra Carmena. Sería recomendable que las personas que entran en la política aportando aires nuevos, según ellos, fueran, al menos, más humildes y respetuosos, porque los que llevamos años dedicados al servicio público tenemos bien claro que es necesario valorar las instituciones, sus normas y formalidades, sobre todo por respeto a los ciudadanos, a los que representamos. Los madrileños quieren que se atiendan las necesidades de su ciudad y no ver a una Alcaldesa a la que poco le falta para castigar a los concejales cara a la pared y a unos ediles en el Gobierno haciendo intervenciones como si estuvieran en posesión de la verdad absoluta, deben haber olvidado que los problemas tienen matices.

Resulta decepcionante ver como lo que era una liturgia en honor de los vecinos, se ha convertido en un circo donde las intervenciones del Gobierno municipal son tan desafortunadas que asombran: cuentan chistes malos, ofenden a la oposición, intentan cambiar la historia y cuestionan el principio de representación, además, no cumplen los acuerdos de Pleno, tal vez como están para “asaltar los cielos” no tienen tiempo para asuntos terrenales. Aún no han captado que tienen que gobernar para todos los madrileños, les hayan votado o no.

El tema estrella de este mes ha sido sin duda la NO dimisión de Celia Mayer y Carlos Sanchez Mato a pesar de haber sido reprobados por todos los grupos de oposición en bloque y sin ninguna fisura. Estos concejales que, por cierto, se presentaron con un grupo de amigos y afines ideológicos para que coreasen desde la calle Montalbán insultos contra los populares con la única intención de amedrentarnos, eso se llama tolerancia y armonía en la “ciudad de los cuidados”, se han negado a dimitir y han obligado a la Alcaldesa a tratar de desarmar los argumentos de la oposición con tecnicismos jurídicos insostenibles. Por supuesto, el código ético de Ahora Madrid ha desaparecido del mapa en un ejercicio de cinismo político nunca visto.

Añadan a esto: la nueva “cultura de la movilidad” que tiene empantanada con atascos toda la ciudad, su curiosa interpretación de los Derechos Humanos según en qué países se produzcan los atentados contra ellos y su preocupación permanente por los temas que consideran prioritarios, que son aquellos que favorecen a sus grupos afines. Los demás sectores de la población que se olviden de ser atendidos, eso sí, no les faltaran declaraciones institucionales en su favor y brindis al sol. Los que han venido a hablarnos de democracia, tolerancia y respeto deberían volver a revisar lo que estos conceptos significan.