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¿El estado ha quedado superado?

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Por Luis Lorente

El Estado es quizás la forma política de organización más importante que se ha desarrollado en los últimos siglos. El estado conlleva el poder, y la noción de poder introduce la cuestión de la soberanía, que se concreta en un poder absoluto en el interior del territorio y autónomo en el exterior. El sistema de estados se consolidó con el Tratado de Westfalia (1648) en donde se reconocían tres principios: la soberanía de los monarcas en sus territorios, la igualdad soberana de los Estados, y la no intervención sobre sus asuntos internos. Pero todo el sistema de Estados creado a partir de Westfalia ha entrado en crisis y con él también la soberanía estatal.

Tanto en la dimensión interior como en la exterior, el poder del Estado se ve mermado en especial en su componente de soberanía. La globalización ha exacerbado el poder económico frente al político y la integración supranacional han convertido en permeables las fronteras por donde circulan libremente mercancías, capitales e informaciones, redundando todo ello en la disminución de la capacidad del Estado para determinar autónomamente su política económica. Además, la capacidad de decisión se ve mermada asimismo por la aparición de problemas globales que el Estado no puede resolver por sí mismo o que trascienden de su ámbito territorial, como el cambio climático o el terrorismo internacional.

A esto, hay que añadir que los Estados están hoy en día sujetos a los dictados jurídicamente vinculantes de diversas organizaciones internacionales: la OMC, FMI, BM...pero especialmente la ONU que habría establecido: la prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza en las Relaciones Internacionales y la responsabilidad de proteger que se deriva del deber de injerencia para casos especiales en los que el Estado no proteja a su población.

Como consecuencia de todo ello, surgirán nuevas concepciones en torno a la soberanía, destacando la propiciada por el paradigma de la gobernanza, que se refiere al ejercicio de la soberanía mancomunada o compartida a lo largo de la escala global-local y del eje público-privado-sociedad civil, y en la que el Estado cumple un papel de facilitador y coordinador de las negociaciones entre distintos actores, viéndose así la soberanía limitada de facto. Además de la gobernanza, habría que destacar otras concepciones como la vuelta del concepto clásico de soberanía a través del nacionalismo y la resistencia a la cesión de parcelas del poder; o el concepto de soberanía postnacional defendido por Habermas.

Por todo ello, algunos autores creen que el principal “cleavage” sociopolítico del siglo XXI va a ser el que enfrente a la globalización con el nacionalismo. En algunos casos esas resistencias locales, nacionales, regionales, religiosas, económicas y culturales a la globalización pueden generar movimientos violentos. Sin embargo, en los países occidentales, si bien no ha derivado en movimientos violentos, sí que esa resistencia ha derivado en movimientos populistas y extremistas.

Sin embargo, nos guste o no, la política no se puede plantear ya sin entender en el mundo globalizado que vivimos.