Elecciones generales

El PSOE y la abstención

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Por David Muñoz Lagarejos

El escenario político ha cambiado de unas elecciones a otras. Después de las elecciones del 20-D, todos los partidos políticos (salvo el PP, lógicamente) se pusieron de acuerdo en una conclusión: España no quería otro Gobierno de Mariano Rajoy. Después de negociaciones, bloqueos y una investidura fallida de Pedro Sánchez, tocó votar de nuevo el 26-J, y viendo los resultados se ha quedado vacío el discurso de que España no quiere a Rajoy. Todo lo contrario.

Los españoles quieren a Rajoy como Presidente más que a cualquier otro candidato, dado que ha sido el único que ha conseguido mejorar el resultado, tanto en votos como en escaños, pese a que prácticamente todas las encuestas le daban un resultado peor que el de diciembre y le mostraban la puerta de salida, en un escenario horrible para el Partido Popular. Pero nada de eso ha ocurrido.

Por su parte, Pedro Sánchez, que sigue empeñado por el momento en el ‘no’ a Rajoy y al PP, consiguió revalidar el peor resultado de la historia electoral del PSOE, consiguiendo tan solo 85 escaños (5 menos que el 20-D). En una hipotética investidura de Sánchez, la vía de C’s ha perdido fuerza respecto a la anterior legislatura. La vía de Podemos sería entregar España al radicalismo político, propio de épocas pasadas, y necesitar el apoyo de partidos independentistas, prohibición expresa de casi todos los barones socialistas. Hay que mirar al futuro y no dejar que el populismo (tanto el socialista de Podemos como el nacionalista de ERC y Convergència) inocule, aún más, su veneno en las instituciones.

Es por ello que el PSOE debe abstenerse en la investidura de Rajoy, facilitar un Gobierno del PP, el partido que ha ganado las elecciones, respetar lo que se ha votado (ya no vale comparar con los resultados de 2011, sino comparar entre diciembre y junio) y encabezar la oposición a dicho Gobierno. No hay que caer en la trampa de Pablo Iglesias. Si el PSOE se abstiene no indica que Podemos sea el primer partido de la oposición. El PSOE tiene una oportunidad de vender como un éxito el fracaso de Unidos Podemos, con el fallido «sorpasso» (resaltar lo poco positivo del 26-J para el Partido Socialista) y encabezar, como digo, una oposición firme y sin fisuras, dentro de lo posible.

De lo contrario estaríamos abocados, con mucha seguridad, a unas terceras elecciones, que podrían suponer un peor resultado de los socialistas, dando de nuevo la oportunidad a Podemos de ese “adelantamiento por la izquierda”. A su vez, el electorado socialista es el menos interesado por la política, lo que podría suponer una abstención mayor, unida al hastío electoral general.

Por tanto, desde el PSOE deben ser conscientes de lo que hay encima de la mesa. Un PP vencedor y un PSOE que ha logrado mantener la segunda posición; que hagan otra lectura y quieran unas terceras elecciones entra dentro de lo posible. En ellos está la decisión.