Impuestos

Estatismo por dejadez

Estatismo por dejadez
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Por Carlos Navarro Ahicart

Nueva subida generalizada de impuestos en nuestro país por valor de unos 4.800 millones de euros. Concretamente, la subida afectará a las bebidas alcohólicas en un 5% y al tabaco entre un 2,5 y un 6,8%, y aumentará la recaudación del Impuesto de Sociedades con la eliminación de parte de las deducciones que, junto al adelanto del pago fraccionado de este año, supone un 12% de incremento.

Podría resultar una cómica anécdota el hecho de que la misma semana que se anuncia esta subida aparezca un estudio que revela que la población española es ya más anticapitalista que nunca. Es decir, más contraria a la libertad económica que nunca. Y es que, si bien España jamás se ha caracterizado por ser, precisamente, un estado regido por las leyes del laissez-faire propugnado por Adam Smith ya en el siglo XVIII, es desalentador para cualquier defensor de la economía de libre mercado conocer noticias como esta. Más aún si es compatriota.

Nos encontramos en una etapa muy oscura para la civilización occidental. Esa misma civilización que se caracterizó en su momento por la primacía de la libertad y los derechos individuales se ha convertido en un hervidero de radicalismo, marxismo cultural y liberticidio institucionalizado. Con una sociedad profundamente arraigada al intervencionismo estatal, con un sentimiento nulo de autorrealización y emancipación del asistencialismo, nuestro futuro próximo no augura nada bueno.

¿Cuándo dejamos de alzarnos contra la tiranía para aceptar como ovejas los azotes desproporcionados del pastor? ¿Cuándo dejamos de poner el grito en el cielo porque el gobierno había aumentado un 3% los impuestos sobre el té para ver con buenos ojos que el político de turno meta la mano indiscriminadamente en nuestros bolsillos? Claro, debió ser exactamente cuando olvidamos la base moral tan necesaria para mantener a flote una civilización basada en una filosofía a favor de la libertad.

Y, rompiendo con el discurso fácil del famoso cuñado de barra de bar, la culpa de esto no es de nuestros políticos, no. Al fin y al cabo, los políticos no son más que el reflejo de la sociedad, que para ello son los representantes de la misma. Si al ministro Montoro se le ocurre subir los impuestos con total descaro legislatura tras legislatura no es porque se haya levantado con el pie izquierdo, sino porque es algo que está bien visto por la sociedad. Tal vez no tanto el mero hecho de aumentar la presión fiscal como tal, pero sí que el Estado sea cada vez más grande y poderoso y maneje y redistribuya la riqueza a placer.

La culpa -y lamento ponerme tan pesimista- es mayoritariamente nuestra. No de los amantes de la libertad, que suficiente hacemos pegándonos dialécticamente a troche y moche con todas las ideologías posibles, sino de la sociedad en general, que ha abandonado toda iniciativa en pos de un control cada día más férreo sobre las vidas y las economías de la gente. Bien sea por una falsa comodidad, bien sea porque no existe esperanza alguna, o bien sea por el simple hecho de que la Guerra Fría la acabó ganando el bloque soviético -culturalmente hablando-, lo que es innegable es que nada indica que, al menos a corto-medio plazo, la libertad vaya a ganar la batalla contra el estatismo, el socialismo y la cada vez mayor degeneración cultural de nuestro mundo.

Así que la próxima vez que usted se queje de que el malvado de Montoro le ha subido el IRPF, reflexione y haga uso de la autocrítica: tal vez la culpa sea, en parte, suya.