Elecciones en Estados Unidos

La leyenda negra de Trump

La leyenda negra de Trump
La leyenda negra de Trumplarazon

El mundo brama contra la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas de la semana pasada. Nadie comprende cómo un “racista, xenófobo y misógino” puede haber llegado a la Casa Blanca, el lugar donde ha residido durante ocho años el “mejor presidente” que EEUU ha tenido jamás: Barack Obama.

Empecemos por decir que el escenario electoral que se presentaba para este año era lamentable: por un lado, un hombre que no es más que una encarnación del circo mediático, que ha proferido insultos de todo tipo a toda clase de individuos y que clamaba a los cuatro vientos la necesidad de aplicar un proteccionismo económico letal; por otro lado, una mujer que representa la faceta más rancia del establishment, investigada por el FBI por el asunto de sus correos, responsable del ataque terrorista a la embajada norteamericana en Benghazi, y que ha ido variando su discurso radicalmente en poco tiempo.

Ante esta situación, uno pensaría que los americanos se quedarían en casa y ni siquiera se plantearían ir a votar a estos dos personajes, más propios de una tragicomedia que de un país como Estados Unidos. Pero no fue así. Más de 120 millones de estadounidenses salieron de sus casas a votar en masa, resultando una diferencia en porcentaje de voto de pocas décimas entre ambos candidatos principales.

¿Es esto sorprendente? No del todo. El principal error de los analistas, tertulianos y opinión pública radica en pensar lo que todos hemos podido pensar en algún momento: que los EEUU son lo que sale en la tele. Pero EEUU abarca un vasto territorio, y su gente tiene una idiosincrasia muy distinta a la del resto del mundo. EEUU no es solo las dos costas; es el interior, es la periferia de las grandes ciudades y son las zonas azotadas por la desindustrialización y la pobreza, donde la gente se cuestiona seriamente la globalización y sus efectos. Y, allí, les puedo asegurar que no ganará quien olvide a los hombres blancos de clase media empobrecida para centrarse en minorías y en aglutinar voto progresista.

El eje ideológico ha cambiado. Y no solo en EEUU, sino a nivel mundial. Ya no basta con diferenciar “izquierda” y “derecha” de acuerdo a si un partido propone más o menos gasto público, o más o menos control moral sobre la sociedad. Ahora, muchos de los elementos ideológicos se miden en si se está más o menos a favor de la globalización. Lo vimos en Reino Unido con el Brexit, lo hemos visto en Estados Unidos con Trump, y lo veremos próximamente en Francia con Le Pen, además de en otros muchos países donde movimientos similares han tomado fuerza.

Ahora bien: ¿debemos tener miedo al gobierno de Trump? Desde mi punto de vista, no. Es decir, ¿vamos a temer que levante un muro en la frontera con México cuando ese muro lleva años levantado a manos de un Demócrata? ¿Vamos a temer que suba los aranceles o ahogue la economía globalizada cuando EEUU goza de un maravilloso sistema de checks and balances que bloqueará muchas de las iniciativas de Trump? ¿Vamos a temer que dijese que “no aceptaría una victoria de Clinton” cuando son los seguidores de esta los que hacen temblar las capitales más importantes contra la legítima (sí, el sistema electoral así lo establece) victoria de Trump? Perro ladrador, poco mordedor. Y menos mordedor aún si contamos con el bozal del Senado y el Congreso para asegurarnos de que no se le va la mano con los temas más relevantes.