Economía

La propaganda de Naomi Klein

La propaganda de Naomi Klein
La propaganda de Naomi Kleinlarazon

Por David Muñoz Lagarejos

El pasado domingo Jordi Évole entrevistó en Salvados a Naomi Klein, periodista y escritora, famosa por su postura anticapitalista, defendida entre otros libros, en «La doctrina del shock».

«¿Eres antiestablishment?», le pregunta Évole, a lo que Klein responde: «Sí, soy anticapitalista». Klein cae en la trampa habitual del relato anticapitalista de relacionar establishment y capitalismo, como si fueran lo mismo. Así, no dudan en demandar más Estado, más gasto público, más impuestos, etc., 2: la actual crisis es culpa del capitalismo, del establishment, que ha desregulado y privatizado todo y reducido el Estado hasta el punto de no existir prácticamente gasto social, como llega a sostener la propia Klein durante la entrevista.

¿Cuál es el origen de esta posición? Como se puede observar en el libro que he citado antes, Klein tiene una profunda obsesión con la Escuela de Chicago, cuyo representante más reconocido es el economista Milton Friedman. Klein acusa a dicha Escuela de introducir el «capitalismo del desastre» (también llamado «neoliberalismo») mediante shocks (algo así como golpes, crisis; de ahí el título del libro) por América y Europa, incluso partes de Asia, atribuyendo a la propia Escuela de Chicago la invasión americana a Irak.

Para Naomi Klein el capitalismo se caracteriza por tres cuestiones: eliminación del rol del Estado; libertad de movimientos absoluta de las empresas; y gasto social prácticamente inexistente. Ella misma se contradice al decir que impera el capitalismo, pues ninguna de esas tres condiciones se dan hoy en día: los Estados nunca han sido tan grandes como en la actualidad; las empresas se encuentran sometidas a muchas regulaciones (véase BOE en España), más cuando algunas tienen que soportar las conexiones con el poder político, sin competencia; y decir que no hay gasto social es, simplemente, una estupidez [en España, por ejemplo, el gasto social ha pasado de 243.000 millones en 2007 a 294.000 millones en 2015].

Otra de las tonterías que dice Klein en su libro es que el capitalismo, o lo que ella piensa que es capitalismo, necesita de autoritarismo político para poder aplicarse. Pone como ejemplo a Friedman y sus consejos a Pinochet para que liberalizase la economía chilena. Por supuesto, la autora ‘olvida’ decir que también le pidió libertades civiles para el pueblo chileno, porque si se ‘acordara’ desmontaría su relato. La realidad desmonta muy fácilmente ese “argumento”. Los países con economías más libres tienen a su vez mayores libertades civiles y políticas, como ponen de manifiesto los informes del Fraser Institute y Freedom House.

En definitiva, el programa sirvió para tener constancia una vez más de la propaganda anticapitalista, que confunde capitalismo con mercantilismo e imperialismo y que solo sabe repetir consignas del tipo «el neoliberalismo mata» y por el estilo.

Mentiras todas. Como no, ni una condena hacia las dictaduras de izquierdas. Deben ser el modelo de Klein...