Diálogo en Colombia

Nobel de la Paz

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Por David Muñoz Lagarejos

El Nobel de la Paz 2016 ya tiene dueño: el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. El Acuerdo de La Habana, rechazado por el pueblo colombiano en el plebiscito del 2 de octubre, ha conseguido que el Comité del Nobel terminara por fallar a favor del mandatario colombiano.

Este premio es una vergüenza. Como explicaba en estas mismas líneas hace una semana, la paz es otra cosa, no el acuerdo rechazado en plebiscito. Debe haber garantías de paz, es decir, la plena disolución de las FARC-EP, la entrega de las armas, la colaboración con la Justicia y la indemnización a todas y cada una de las víctimas. En el Acuerdo de La Habana no hay garantías de paz, solamente unas palabras de los terroristas de querer poner fin a su actividad armada, colaboración del presidente Santos de por medio, para pasar a una especie de impunidad y participación política mediante mecanismos antidemocráticos, como la asignación de escaños sin necesidad de tener los votos necesarios para ello.

Como digo, este premio es una vergüenza, y el motivo mucho más. Según el propio Comité, Juan Manuel Santos ha realizado grandes esfuerzos para finalizar la guerra civil que dura más de 50 años. ¿Guerra civil? En Colombia no ha habido una guerra, sino la acción terrorista de un grupo que ha sembrado de odio y terror Colombia durante 52 años.

Esto nos lleva al falso relato que no dejo de escuchar entre los partidarios del ‘sí’: aquellos que votaron ‘no’ quieren que continúe la “guerra” y serían los culpables de una hipotética vuelta a la acción violenta de las FARC-EP. Como bien dice el profesor Rogelio Alonso, «la coacción que se ha ejercido desde medios políticos y periodísticos -no solo en Colombia, sino también en España- al transferir la responsabilidad por la continuidad de la violencia a aquellos ciudadanos que legítimamente dudan de la conveniencia del Acuerdo, exonerando así a los verdaderos responsables del terror: las FARC».

Que no engañen. La paz no se conseguirá con el Acuerdo de La Habana [bien rechazado por el pueblo colombiano]. El Nobel de la Paz no responde a tal. Juan Manuel Santos ha querido entregar poder político y (más) económico a los terroristas. Los que han votado ‘no’, quieren una paz de verdad, no impunidad y entrega a los terroristas; siguiendo con las palabras de Rogelio Alonso, «el loable objetivo del final de la violencia exige huir del pensamiento dicotómico que descalifica como “enemigos de la paz” y propagadores de odio y rencor a quienes legítimamente discrepan de determinados métodos como los que han salido derrotados en el plebiscito». Que algunos se lo apunten.