Elecciones en Estados Unidos

Enseñar a Trump

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Puestos a escoger una visión histórica de la democracia, prefiero la de Churchill que la consideraba el peor de los sistemas exceptuando a todos los demás a la de Platón, que advertía sobre los riesgos de dejar el gobierno en manos de la decisión de ciudadanos incompetentes. Pero mirar con optimismo al futuro de las relaciones internacionales exige hoy un ejercicio de sensatez. Para comprender que la diversidad de actores, tratados e instituciones mundiales permiten asimilar los cambios políticos y afrontar los problemas globales con una perspectiva multilateral, sometida a la legalidad y al juicio de la opinión pública.

Las primeras intervenciones de Donald Trump le han distanciado de la agresividad populista con la que ha protagonizado la campaña electoral. Las televisiones han perdido una estrella. Y en pocas semanas los aplausos de los partidos xenófobos europeos se desgastarán cuando el nuevo inquilino de la Casa Blanca recorra las capitales de los países aliados para transmitir un mensaje de confianza a las sociedades con las que los Estados Unidos comparten sus valores y su liderazgo.

El Presidente Obama ganó las elecciones en 2008 con un mensaje crítico con la política republicana en Irak y Oriente Medio. Pero en su primer gabinete mantuvo al Secretario de Defensa, Robert Gates, y el prometido cambio de doctrina se produjo de manera pragmática sin poner en riesgo los compromisos adquiridos, ni las decisiones de la anterior administración. O podríamos recordar la agresiva campaña anti soviética de Ronald Reagan y la mediática Iniciativa de Defensa Estratégica que propuso su administración y que derivó en una política conciliadora con el régimen comunista y con la actitud reformista de Gorbachov.

La continuidad de la política exterior es una exigencia para la primera potencia del mundo como lo es para su Presidencia la de establecer relaciones de cooperación con el entramado de estados y alianzas sobre los que se sostiene la estabilidad y el progreso global. La OTAN y la Unión Europea, entre las más destacadas. Lo peor que podría hacer el nuevo Presidente antes que parecer incoherente ante sus electores, sería actuar con incoherencia en sus relaciones exteriores.

Las declaraciones del Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker sobre la necesidad de enseñar las instituciones europeas a Donad Trump transmiten una cierta soberbia que los dirigentes aliados deberían de olvidar. Porque si evidente resultó el desconocimiento sobre Europa manifestado por el candidato Trump cuando se refirió a Bélgica como una ciudad, evidente igualmente ha resultado el desconocimiento de los líderes europeos hacia las perspectivas electorales en Wisconsin, Michigan o Carolina del Norte.

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