Cantabria

Mentiras arriesgadas

Mentiras arriesgadas
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En mi columna del Diario de Cádiz del pasado sábado 5 de diciembre (“Puedo prometer y prometo”) comparaba las promesas electorales de políticos de hace unos años, como Adolfo Suarez, Luther King, o Anguita, tan distintos y distantes, y lo que para ellos significaban, siempre arriesgadas, siempre complejas y difíciles de cumplir, pero en las que creían y por las que estaban dispuestos a luchar para lograrlo, al lado de las vacías “mentiras arriesgadas” de ahora en las que ni ellos mismos creen, y si creen saben muy positivamente que, esta vez, no dependerá de ellos solos, sino de los acuerdos a los que lleguen con otros partidos.

Echaba de menos en los programas de hoy las propuestas de Pactos de Estado para la Educación, la Justicia o la reforma constitucional, que alguno propone, pero que la incertidumbre de acuerdos posteriores les obliga a concretar lo menos posible, dejando la puerta abierta a posibles negociaciones, no se sabe muy bien con quien y ni siquiera si habrá opción para llevarlas a cabo.

En esas estábamos cuando el llamado “debate decisivo” ha venido a enturbiar aun más las aguas preelectorales. NI debate ni mucho menos decisivo: un aburrimiento. Forzaron a los representantes de los cuatro partidos, que según las encuestas tienen alguna posibilidad de gobernar, a estar dos horas de pié, sin siquiera el apoyo de un atril. Postura incómoda a todas luces que uno trataba de distraer con un bolígrafo, el otro tocándose constantemente la chaqueta, la otra de brazos caídos...ni hecho a propósito (a lo peor si) para que estuvieran más pendientes de la imagen que de lo que iban a escuchar o decir. Los cuatro estuvieron muy por debajo de lo habitual. Flaco favor les han hecho.

Ese tipo de debate, sin casi opción a una réplica documentada a exhibir en el momento oportuno (solo Rivera sacó una portada de un diario y una especie de gráfico con porcentajes de parados con gobiernos de PSOE y PP) permite, como así ocurrió, la proliferación de mentiras sin réplica, como el supuesto referéndum “para la integración de Andalucía en España” de 1977 puesto como ejemplo por Iglesias de lo que debería hacerse en Cataluña, mostrando una ignoranciaincreíble en alguien que pretende dirigir a este país. Y así algunas cifras de paro o de contratos temporales absolutamente manipuladas a sabiendas o con referencias porcentuales falsas.

Pablo Iglesias miente mal, se le nota demasiado, pero no le importa, su público se lo cree todo. Con motivo de la fiesta nacional del 12 de Octubre pasado, dijo tal cantidad de sandeces y de tal calibre que el locutor Carlos Herrera, le dijo: “Para mentir mejor hay que leer un poco más”. Nadie se lo recordó en el “debate decisivo”.

Menos mentiras, menos cifras falseadas o sacadas de contexto, menos “y tú más” y más claridad de propuestas y posibilidades reales de llevarlas a cabo. Concreten, digan de una vez en que creen, que es lo que pueden prometer y prometen, o al menos estén convencidos y dispuestos a luchar por conseguirlo.

Modificaremos la Ley Electoral, la Ley de la Reforma Laboral, la de Educación, la del aborto, la de la Justicia, suprimiremos las diputaciones, cambiaremos esa inútil cámara llamada Senado, modificaremos la Constitución del 78, o directamente abriremos un nuevo periodo constitucional, una segunda transición...y toda las promesas arriesgadas que quieran, pero ¿alguien sabe, algún elector conoce, en que van a consistir esos cambios? ¿Cuáles son las líneas maestras de esos proyectos? ¿A dónde nos quieren llevar? Y sobre todo: ¿Con quién lo van a acordar?

¡Que poca seriedad!. Alguno se empeña en hacer de España un Estado Federal, ignorando ( o mintiendo a sabiendas) que la federación la forman varios estados que acuerdan unirse en una federación o confederación. Pues bien ¿de qué estados estamos hablado? ¿Cataluña se federa sola?, ¿con España?, ¿con Murcia, Andalucía, Cantabria o Navarra? ¿Y alguien ha preguntado a estas comunidades si estarían dispuestas a hacerlo? ¿Y qué pasaría con las que no quisieran?

No pretendo hacer una caricatura de tema tan serio, es que, sencillamente, en plena campaña electoral no sé a qué juegan nuestros políticos. Ya sé que hoy las elecciones las gana el populismo, la popularidad o la credibilidad que los votantes quieran conceder a los líderes, pero ¿no sería conveniente, a la espera de una Ley Electoral que acerque a electores y elegibles, una mayor claridad en las propuestas, una cierta garantía de viabilidad dimanada de un amplio consenso y, sobre todo, un convencimiento pleno y entusiasta de los proponentes?

Hasta ahora, lo más a lo que llegan algunos es a criticar duramente lo hecho, pero sin dar o proponer alternativas. En otros casos se limitan a los enunciados, sin hacer gala de un proyecto ilusionante, desmenuzado para ser fácilmente entendible y no esas promesas incumplibles hechas solo para satisfacer a quienes les escuchan o interpelan en ese momento.

Que los “escuchantes” son jubilados, pues nada, no se bajarán sino que se subirán las pensiones, nada de copagos farmacéuticos, y casi quitar el injusto IRPF que grava por segunda vez los mermados ingresos generados por toda una vida de trabajo y que en su día ya contribuyeron a las arcas públicas.

Si son estudiantes, pues se bajan las tasas, se aumentan las becas...

Si autónomos (soporte imprescindible de nuestra economía y fundamentales a la hora de crear empleo), pues se les promete rebajar las cuotas o incluso su exención.

Si se está ante un público adecuado, que lo que les gusta es oír que se va a cobrar el IBI a la Iglesia Católica, suprimir la enseñanza concertada y dos huevos duros, pues nada, se promete la revisión del Concordato Iglesia – Estado Español de 1953, ya modificados por los Acuerdos del 7 de enero de 1979, en el que se consagra la separación de la Iglesia y un estado no confesional, pero, sin tener en cuenta, sin decir, cuántas instituciones culturales, deportivas y de todo tipo están exentas del pago del IBI por los inmuebles que poseen, sin decir el ahorro que para las arcas del Estado (los bolsillos de todos los españoles) suponen los miles de alumnos a todos los niveles de enseñanza, incluida la universitaria, los centros concertados o privados, los hospitales atendidos por órdenes religiosas, Cáritas, Manos Unidas y otras obras sociales que convierten a la Iglesia Católica en la mayor ONG del mundo.

Respecto a Cataluña, las promesas son, si cabe, aun más arriesgadas y de difícil cumplimiento. Pretenden contentar a un mismo tiempo al 52 por ciento no independentistas y al 48 por ciento que lo son, como si hubiera otra salida que el cumplimiento estricto y riguroso de las leyes en vigor, y más tarde, si pueden, y consiguen el consenso necesario, que las cambien, pero no prometan lo que no depende de ellos.

En definitiva, terminaba mi “Puedo prometer y prometo”, con una reflexión personal: ahora más que nunca, desde el advenimiento de esta democracia, hay que pensarse mucho el voto, hay que tratar de ver, de intuir, lo que será el día después del 20D, los pactos y alianzas posibles, las obsesiones de unos y otros, las líneas rojas tan de moda, que no se sabe muy bien para qué sirven y cuando procede saltarlas si más... Nos jugamos mucho los españoles. Suerte España.