Campaña electoral

No nos merecen

No nos merecen
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Muchos de ustedes pensarán que los políticos son el reflejo de la sociedad a la que pertenecen, es decir, son como nosotros, no solo nos representan sino que realmente son lo mismo y por tanto nada nos diferencia de ellos.

También se dice habitualmente que tenemos lo que nos merecemos, que al fin y al cabo los hemos elegido nosotros, por tanto, buenos o malos, han accedido a los puestos de responsabilidad política porque millones de españoles han pensado, no solo que merecen estar ahí, sino que son los mejores de entre los que componen la oferta electoral.

No estoy de acuerdo con ninguna de las dos opiniones y trataré de explicarme.

En primer lugar, y cada vez más, los políticos profesionales carecen de una preparación académica adecuada, o en su defecto, cuenten con una experiencia laboral destacable. Normalmente esas personas que describo si están en nuestra sociedad, pero prefieren seguir con sus profesiones y no les interesa dar el paso a la política porque la legislación española no favorece ese paso y si lo dan, prácticamente dicen adiós a su profesión. Luego, a la política no van los mejores.

También se alega, para justificar la falta de interés en la política, que los sueldos son bajos y nada atractivos para quien ya tiene una posición razonablemente estable y satisfactoria. Ninguna razón que no fuera una fuerte vocación de servicio haría abandonar esa estabilidad para tratar de ocupar un cargo tan inestable y mal pagado.

La Ley electoral española tiene mucho que mejorar y en distintos aspectos, pero hay uno esencial: los políticos deben rendir cuentas a quienes les han elegido, a quienes representan. Deben estar accesibles a su electorado en cualquier momento y responder de su gestión. No cada cuatro años en las urnas.

Antes de seguir esta argumentación tengo que decir que conozco personalmente magníficas excepciones a todo esto, personas de gran valía que han dado el paso, que se la han jugado por un sentido de servicio a sus compatriotas pero ya digo que son la excepción.

Muchos españoles eligen “al menos malo”, no se identifican con ninguno de los partidos o candidatos, no les gustan ni piensan que vayan a resolver los problemas del país, pero votan, como deber ciudadano, con la nariz tapada. Así sale lo que sale.

Sostengo, y es comprobable, que en la sociedad española existen, y hasta abundan, personas con preparación, experiencia, conocimientos y carisma para ser magníficos dirigentes políticos. Seguro que todos conocemos a varios de ellos. Sin embargo estos brillantes ciudadanos no están dispuestos a arriesgar su bien ganado estatus por mucho que les duela lo que están viendo.

Mientras tanto, ya saben, nariz tapada y al menos malo.