Blogs

Abandonados

Abandonados
Abandonadoslarazon

Poner en marcha un territorio todos los días resulta complicado, se requiere coraje, trabajo, convicciones y rodearse de gente que aporte ideas, proponga proyectos y ayude en la gestión diaria. Nada de eso, que es imprescindible en política, adorna la trayectoria de quienes actualmente gobiernan en la Generalitat Valenciana.

El coraje es una cualidad importante para enfrentarse a momentos de dificultad pero vemos que tanto el presidente, Ximo Puig, como la vicepresidenta, Mónica Oltra, carecen de esta virtud y se esconden en cuanto salta algún asunto espinoso a la palestra. Puig no ha dado nunca la cara para explicar los desmanes en materia educativa de su socio de gobierno que incluso el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha entendido que debía paralizar cautelarmente.

El líder de los socialistas valencianos –no sabemos si por mucho tiempo después del órdago que Pedro Sánchez le ha lanzado antes del próximo congreso nacional del PSPV– opta por lo fácil: echar la culpa a los anteriores gestores del PP. Esa forma de proceder ya no tiene un pase en la mitad cumplida de la legislatura, ya que el actual Gobierno autonómico valenciano es el único y genuino creador de problemas que no heredaron y que han añadido a la lista de quebraderos de cabeza de los ciudadanos de manera gratuita.

Trabajar con entrega es otro don del que carecen. Son ya varias las ocasiones en las que los integrantes del primer escalón político de la Generalitat se han ido de "vacaciones"celebrando reuniones vacías de contenido en diversas localidades de la región. En esos retiros espirituales no se ha alumbrado ninguna idea brillante o siquiera aplicable para mejorar la vida de los valencianos. Eso sí, el coste de esos encuentros ha sido elevado y totalmente injustificable.

Mónica Oltra también se ha sumado al carro de la desidia y abandona la Comunidad Valenciana montando viajes sin objetivos cuando hay problemas en su gestión. Recientemente todas las críticas que está recibiendo por las deficiencias y denuncias de la situación en los centros de menores quedaron en el limbo y sin respuesta porque acudió a Bruselas –a no se sabe muy bien qué– y tampoco con qué rédito para los valencianos. Preguntaremos en el Parlamento autonómico por su huida que ha impedido a la oposición hacer su labor de control y fiscalización.

No es la primera vez, ya que al comienzo de la legislatura se fue a la isla griega de Lesbos para analizar el problema de los refugiados, cuestión para la que no tenía competencias y que dos años después –como era sabido– no ha dado ningún fruto salvo que el Gobierno autonómico valenciano ofreciera unas instalaciones a los refugiados que estaban en unas condiciones lamentables muchas de ellas.

Sin coraje y sin trabajo al menos las convicciones deberían mantener en pie parte del discurso del tripartito. Pero he aquí que lo único que une a PSPV, Compromís y Podemos es su frente común contra el PP. Sin los populares al frente de las instituciones aflora la falta de convicciones propias. Y los retos comunes en el tripartito tampoco funcionan, ya que el nacionalismo independentista de Compromís no casa con buena parte del PSPV y las propuestas de extremo intervencionismo de Podemos tampoco les seduce a sus socios.

Quedamos pues los valencianos al albur de los vaivenes de sus dirigentes y de su profunda incapacidad. Ni siquiera la gente que los rodea, ya sean consellers o personas rescatadas de esas tres formaciones para incorporarse a la administración autonómica, es capaz de llevar un mínimo de coherencia a la gestión.

Si analizamos que en materia de establecimiento de horarios comerciales llevan dos años sin poder concretarlos, uno se da cuenta de la magnitud de la tragedia que nos sobreviene a los ciudadanos de la Comunidad Valenciana. A poco que surjan imprevistos y problemas a resolver, sea cual sea el departamento, este Consell demuestra su incapacidad para solucionarlos.

La ilusión también es una parte fundamental en el sentimiento de un pueblo y para ello hace falta que se propongan proyectos que vertebren y contribuyan a fortalecer el sentimiento de pertenencia a una región y al conjunto de España. Tampoco hay nada a la vista, nada que no hubiera comenzado el Partido Popular, como el Corredor Mediterráneo o el Parque Central de Valencia.

Necesitamos un cambio urgente al frente de las instituciones con personas que se preocupen de los desvelos de sus vecinos y no de revisar el pasado continuamente –desde la República hasta nuestros días– y mucho menos de intentar subirse al carro del independentismo para poner en dificultades al modelo de Estado de España. Si algo funciona en la Comunidad Valenciana es por la iniciativa privada y por el emprendedurismo pero no porque desde los poderes públicos se implementen políticas que contribuyan a impulsar la región. Estamos abandonados.