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España no merece que se improvise

España no merece que se improvise
España no merece que se improviselarazon

Bajan revueltas las aguas de la política española. Los ciudadanos necesitan certidumbre sobre sus expectativas de desarrollo personal y bienestar y no es fácil en los tiempos que corren mantener la coherencia, la calma y la firmeza pero el Gobierno de Mariano Rajoy lo está logrando. Los datos del crecimiento económico y la bajada en la tasa de desempleo son las mejores noticias para los españoles y para empezar a construir un nuevo ciclo de prosperidad donde aumente la actividad sectorial, se reactive el consumo y suba la recaudación impositiva.

El tablero político, por contra, está muy enrevesado y juega en contra de esa recuperación del país y la vuelta de Pedro Sánchez a la primera línea del PSOE no parece que vaya a contribuir a rebajar la tensión existente. El dilema del socialismo español sobre cómo relacionarse con el inquilino de la izquierda radical, Podemos, aún no se ha despejado aunque recibimos algunas señales: giro socialista hacia el extremo.

José Luis Ábalos, una de las piezas clave en la resurrección de Sánchez explicaba recientemente en una entrevista que “hay que intentar entenderse con Podemos, dejar de demonizarlo o considerarlo un adversario”. Toda una declaración de intenciones del secretario general del PSOE en la provincia de Valencia y que tendrá, como portavoz provisional en el Congreso, su primer “toro” en la moción de censura impulsada por Podemos.

Está convencido, como Sánchez, de que ese giro a la izquierda del PSOE restará empuje a Podemos y dejará a los socialistas como referentes en esa parte del espectro ideológico. La jugada resulta difícil de calibrar en clave partidista pero fácil de intuir en lo referente a los ciudadanos. Peligrosa.

Lo es porque subyugar, o al menos condicionar, la andadura del PSOE a los deseos de los antisistema de Podemos resulta arriesgado. No debería tener un partido como el que encabeza Sánchez –que siempre ha tenido vocación de gobernar para todos los españoles– la presión de someterse a los caprichos y veleidades de las huestes de Pablo Iglesias.

España necesita un discurso asimilable en cualquier parte del territorio nacional y el PP lo ofrece. El PSOE hubo un tiempo en que también pero ese discurso nuclear se ha atomizado y dispersado. Existe una fuerza centrífuga dentro del socialismo que provoca que en cada territorio adopte una posición ideológica en función de los intereses electorales y eso es un grave error.

Depender de Podemos conlleva ofrecer un programa electoral lleno de inconcreciones. En la Comunidad Valenciana Ximo Puig sabe muy bien lo que es tener la bota del nacionalismo de Compromís y de la radicalidad de Podemos en el cuello y eso se traduce en malas políticas para los ciudadanos.

La alianza del PSPV en ese giro hacia el extremo ha puesto en peligro los conciertos educativos, los sanitarios, y ahuyenta las inversiones. La ruptura con las tradiciones más queridas por los valencianos es también un hecho de este tripartito, así como la presión elevada para construir una región de pujanza nacionalista a imagen y semejanza de Cataluña.