Congreso Nacional del PP

Fiables

Fiables
Fiableslarazon

En un mundo tan cambiante donde la revisión de los valores sociales es permanente la credibilidad y la fiabilidad son un patrimonio escaso. Los políticos somos líderes de opinión con una gran responsabilidad y el objetivo es no defraudar las expectativas de mejora colectiva que se depositan sobre los proyectos a los que representamos.

Los movimientos populistas de extrema derecha y de extrema izquierda son una tentación que está recorriendo los países que están inmersos en la secuelas de la crisis económica y de las que España no vive ajeno. Podemos ha jugado esa carta de intentar erigirse en vehículo del descontento y, afortunadamente, no está teniendo el éxito que en algún momento se vaticinó. Y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos refleja bien a las claras que son muchas las personas que apoyan en este ciclo de la historia a quienes trasladan mensajes directos, a quien identifica las problemáticas que padecen las clases más afectadas por la recesión y de la que ahora empezamos a salir con dificultades. Eso es incuestionable, lo que se puede y debe reflexionar es sobre la idoneidad de las recetas para superar esa gran dificultad que es la pérdida de masa salarial en muchos países que son los verdaderos motores económicos mundiales.

En España la agresividad de Podemos ha realzado los valores centristas de nuestra sociedad y, a mi juicio, el Partido Popular ha sabido mantener esa bandera con acierto: por convicción y por tradición. Tener un mensaje directo y un argumentario construido sobre las reclamaciones ciudadanas son dos principios irrenunciables para un partido político pero no es incompatible con mantener la templanza y ofrecer una cara reconocible a los ciudadanos.

El tiempo de espera para la conformación del Gobierno de España ha sido largo y se ha desarrollado entre notables vaivenes por parte de algunos de los principales actores políticos. Mariano Rajoy, sin embargo, ha tenido el acierto de tranquilizar a los españoles con una gestión que generaba certidumbre del entonces Gobierno en funciones. Y no era fácil cuando vemos cómo en nuestro país casi tres millones de personas han perdido su puesto entre las clases medias con la consiguiente frustración de muchas aspiraciones vitales.

Llega ahora el tiempo de la renovación y la confirmación del orden interno del Partido Popular –que ocupa un plano muy inferior en el orden de prioridades de la ciudadanía– pero no es menos importante para seguir en esa senda de fiabilidad y seguridad jurídica en la que el PP lleva instalado durante el largo periodo democrático que afortunadamente hemos construido.

Los congresos son una excelente fuente para el debate de las ideas, para la mejora de mecanismos de funcionamiento interno y para adaptar la realidad del PP a las nuevas demandas sociales. Ese mimetismo en política con el pulso de la calle ha de ser continuo y más ahora cuando la participación ciudadana en la toma de decisiones de los partidos está ya en un punto muy elevado que no tiene ni debe tener vuelta atrás.

El congreso nacional será el primero en celebrarse los días 10,11 y 12 de febrero en Madrid. Allí confirmaremos nuestra vocación para defender la igualdad, la libertad y la garantía de que todos los españoles, vivan donde vivan, tienen la misma protección sanitaria, un proyecto educativo común, un sistema de pensiones sin sobresaltos y una calidad asistencia y de infraestructuras lo más ecuánime y homóloga posible. Hay que cerrar la brecha entre territorios que, en algunos sectores, se está haciendo demasiado evidente.

Los congresos regionales, provinciales y locales seguirán ese proceso que se abrirá en febrero y en apenas seis meses, en cualquier caso antes del periodo estival, estará concluido. Estoy convencida de que se desarrollarán como siempre ha sucedido, sin excesivas estridencias y donde las ideas priman sobre los personalismos.

El PP no es dado a ofrecer espectáculo de lo que sucede de puertas hacia adentro pero eso no quiere decir que haya inmovilismo o una estructura donde la jerarquía se impone de manera hegemónica. El partido al que pertenezco y por el que he luchado desde hace muchos años sí tiene debate interno, vela por la sociedad y evoluciona. Simplemente no fomenta el permanente enfrentamiento y el impulso de familias, corrientes y sensibilidades divergentes.

¿Hay concepciones vitales diversas dentro del PP? Sin duda. Todas están, sin embargo, bajo el paraguas de una misma bandera que es facilitar la libertad de elección de las personas, sin imposiciones. Va a quedar demostrado en el proceso congresual que esta semana se ha definido en la junta directiva nacional del partido y que desembocará en la confirmación de liderazgos y otros que a buen seguro emergerán. Lo que no cambiará es que este partido de ámbito nacional es el refugio para todos los españoles que buscan equilibrio, fiabilidad y sensatez.