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Reactivación a cargo del Gobierno

Reactivación a cargo del Gobierno
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Las infraestructuras son los nervios, las conexiones de un país, las que facilitan la expansión, mejoran la competitividad y proporcionan comodidad a los ciudadanos. Han sufrido con la prolongada crisis económica aunque afortunadamente en España la labor básica de extensión y mejora de carreteras, puertos, aeropuertos y trenes llegó hace años de la mano del esfuerzo colectivo de los españoles y con el impulso de los fondos europeos.

La recesión –que nos golpeó cuando José Luis Rodríguez Zapatero aún estaba en la Moncloa– obligó a centrar las prioridades del Gobierno posterior, encabezado por Mariano Rajoy, en mantener los servicios básicos. La inversión fuerte en infraestructuras tuvo que aplazarse por esa nueva realidad socioeconómica.

Pasados los años y con los primeros síntomas de recuperación sostenida el Gobierno ha vuelto a impulsar el gasto para avanzar en la modernización de los equipamientos y la Comunidad Valenciana es un pilar fundamental en esa tarea. Mariano Rajoy y su gabinete son conscientes de que la apuesta por esta región es clave para que el país mantenga su senda alcista y empiece a dejar atrás los efectos durísimos de la crisis.

Esta actitud contrasta con la del Gobierno valenciano que se ha centrado en revisar la gestión de los gobiernos anteriores sin proponer nada nuevo.Sus prioridades son la colocación a dedo de personas afines, hacer más grande la Administración autonómica y abordar inversiones poco productivas. Es como si Ximo Puig y Mónica Oltra supiesen que su tiempo al frente de la Generalitat se acaba y estuvieran dejando su particular “legado” ideológico.

La práctica del nepotismo se impone a cualquier otra cuestión, por lo que invertir en infraestructuras no está en el decálogo del tripartito que vive anclado en la parálisis. La Generalitat, desde 2015, no ha ejecutado ni un kilómetro en carreteras o autovías y cinco de cada diez euros de inversiones previstas siguen en el cajón. Este año del total de 570 millones de euros programados para inversión directa solo han ejecutado 292. Y todo ello, pese a contar con 851 millones más para invertir.


Los valencianos, alicantinos y castellonenses pueden estar tranquilos –pero no por la inacción de sus dirigentes autonómicos– sino porque la apuesta del Gobierno de España, sustentado por el PP, es muy fuerte hacia la Comunidad Valenciana. Gracias a la lluvia de infraestructuras ejecutadas, en ejecución, o programadas en la región, tendremos un revulsivo para el turismo, el empleo y la atracción de inversiones.

Invertir en infraestructuras es hacerlo pensando en el futuro y el Corredor Mediterráneo, el Parque Central, los accesos a los puertos de Valencia, Gandía, Sagunto o al aeropuerto de El Altet son algunas de las prioridades inversoras del Gobierno de Mariano Rajoy. Solo en 2017 la inversión de carreteras será de 121 millones de euros, lo que se suma a los 400 en otras obras de marcado interés. Y ya están marcha los trámites para otros servicios valorados en 553 millones de euros como la ampliación de la V-21, la ampliación de la V-30 o la prolongación de la A-7 hasta Tarragona.

Son hechos, como las visitas de los ministros que han sido numerosas a la Comunidad Valenciana durante estos meses y todas relacionadas con la mejora o impulso de infraestructuras. La activación económica de la región llega de la mano del Gobierno frente al inmovilismo permanente en la gestión del tripartito que vive de manera endogámica, mirando continuamente hacia el ombligo orgánico de sus partidos y olvidando el interés general de todos los valencianos.

Son cuatro ya los “retiros espirituales” que Ximo Puig, Mónica Oltra y sus altos cargos han realizado desde que comenzó la legislatura. La excusa de esos encuentros es revisar el grado de cumplimiento de las propuestas del Pacto del Botánico que sustenta al actual Gobierno autonómico. La realidad es que esas visitas a diversas poblaciones de la Comunidad Valenciana solo han servido para incrementar el gasto estéril, hacer turismo y disfrutar de la gastronomía local porque ninguna idea o proposición interesante para el futuro ha emanado de ellas.

La salida de la crisis puede empezar a tener dos velocidades en función de la diligencia de los Ejecutivos autonómicos y la Comunidad Valenciana está quedando en manos de la inacción y la incapacidad del tripartito que revela que los pactos a múltiples bandas nunca funcionan adecuadamente porque tensionan el normal desarrollo de la actividad ejecutiva.

Es por eso que el Gobierno de Mariano Rajoy está velando por los intereses de los valencianos, como hace con el resto de territorios en España, hasta que finalice la pesadilla en la que se está convirtiendo el Ejecutivo de Ximo Puig. Los líderes del tripartito pensaron que podrían vivir del revanchismo durante cuatro años pero el hundimiento les ha llegado cuando apenas se ha superado el ecuador de la legislatura.