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División ¿de honor?

División ¿de honor?
División ¿de honor?larazon

Decían los romanos ‹‹divide y vencerás››, y parece que en ocasiones les salía bien la jugada, aunque en muchas otras la profecía fallaba y el caos se desataba. Últimamente muchos partidos políticos han querido seguir tal recomendación, pero el resultado no ha sido el esperado. La victoria ha quedado relegada a la mínima expresión y el fracaso colectivo ha aflorado como la primavera. Y es que en esta época las alergias son más intensas y el ambiente intrapolítico hace estornudar.

El congreso del PP CyL llena titulares de prensa y abre informativos, aunque lo que de verdad se refleja es la división, siempre la división. Dos son los candidatos y dos son las posturas, y aunque ya haya nuevo presidente, si por algo se ha caracterizado la campaña estos días previos es por la dualidad de intenciones, de voto y de proceder.

Si algo he echado en falta en este proceso electoral es la jerga imperante en los últimos tiempos: los conceptos Silvanistas y Mañuequistas –¿o quizás Mañueistas?– no han resplandecido ni entre los más allegados. Ni siquiera se han planteado postulados de algunos miembros de la dirección regional. El único valiente ha sido Herrera, que sabiendo de qué pie cojea, ha decidido cojear de ambos y dar un paso atrás con la neutralidad de por medio.

La Comunidad tiene a los populares bífidos y a los socialistas pendiendo de un hilo, y ahora que Susana Díaz ha decidido dar el paso adelante –se ha hecho de rogar–, la combustión interna vuelve a ser el pan de cada día del PSCyL. En Valladolid, su Alcalde –Sanchista de pro–, se siente distante ante tal situación; en León y en Zamora abren los brazos para acoger la decisión de la andaluza; por Segovia y Salamanca permanece el respeto por los tres candidatos. En Castilla y León, como en la viña del Señor, hay de todo.

Si algo une a socialistas, populares, y socialistas y populares es la división, las discrepancias internas que llevan a enfrentamientos inacabados. La diversidad de juicios de valores contrapuestos entre los propios miembros de las organizaciones cada vez se muestran más de cara al público, y a mí desde siempre me han enseñado que ‹‹los trapos sucios se lavan en casa››. Es sano mantener un debate y una pluralidad de opiniones, pero dentro de un fin común y colectivo, apostando por las personas y dejando a un lado el interés personal.