La investidura de Rajoy

Se acabó la función

Se acabó la función
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Hoy tendremos presidente en España, que después de diez meses ya va siendo momento de ponerse a gobernar y de asignar las funciones competentes a todos aquellos que ahora se encuentran ‹‹en funciones››. El bloqueo ha llegado hasta tal punto que el PSOE solo tenía la opción de abstenerse y facilitar un Gobierno, aunque podían haber continuado en el ‹‹no›› haciendo posible unas terceras elecciones en las que no solo habría sorpasso, sino un tortasso auténtico; ni imaginarse han querido en Ferraz el número de escaños que hubieran obtenido en unos nuevos comicios, donde la porra se encontraba –en ‹‹tente mientras cobro››– en el 18% de votos.

El rodea el Congreso organizado para esta tarde tiene ganas de saltar a las calles al grito de ‹‹ante el Golpe de la Mafia, Democracia››, donde ya el propio lema delata un propósito que se estará llevando a cabo en el interior del hemiciclo: no hay nada más democrático que el hecho de que gobierne el partido que ha obtenido el mayor número de votos; y quien no lo vea así, está yendo en contra de sus propios ‹‹principios democráticos››, a no ser que tenga otros principios encubiertos y no los quiera mostrar, que a algunos ya ‹‹se les ve el plumero››.

A principios de semana, Alberto Garzón confirmó su asistencia a la manifestación, si bien desconocía los detalles de la protesta, pero la cuestión no era esa, sino salir a la calle, faltar a su deber de parlamentario e intentar conseguir por medio del ruido y el pataleo lo que no ha conseguido en las urnas, ‹‹porque las manifestaciones son herramientas igualmente válidas que la presencia en las instituciones›› y ancha es Castilla.

Con el término de esta semana, España se va abriendo camino entre ese vapor denso que nubla la vista al ciego, deja ciego al tuerto y vuelve tonto al que no quiere ver.