La investidura de Rajoy

Todo quedó en nada

Todo quedó en nada
Todo quedó en nadalarazon

Llegó el día y se corrió el velo: se descubrieron los miembros del nuevo Consejo de Ministros. Ayer los editoriales de los periódicos echaban humo, fumata blanca o negra, depende del papel quemado. Por un lado poca novedad y falta de regeneración. Por otro, apuesta por seguir en la misma línea económica, continuidad, experiencia canosa y equilibrio. Las quinielas de más de uno volaron por los aires a eso de las siete de la tarde cuando se conoció la noticia, y en Castilla y León las probabilidades cayeron en saco roto.

Había expectativas, o quizás morbo periodístico, en el nombre de Juan Vicente Herrera. Tenía posibilidades de ser ministro, los méritos electorales le avalan. Su nombre se ha paseado por las páginas de la prensa regional en estos últimos días, incluso alguno se atrevía a atribuirle una cartera determinada. Rajoy ha decidido dar carpetazo al asunto de Herrera –si es que lo ha habido– y dar carpeta a Sáenz de Santamaría y García Tejerina, que eran las posibilidades menos ficticias de Castilla y León.

Tudanca se revuelve en el sofá de su casa y Puente revienta con un mensaje a sus ‹‹queridos compañeros de la gestora irritados con el nuevo Gobierno››: ‹‹soplar y sorber no puede ser. ¿Qué esperaban?››. Dos Sanchistas cansados –y cansinos– por su intentona frustrada de un ‹‹no es no›› que quedó relegado a ‹‹no al no››. Si Sánchez consigue de nuevo la Secretaría General del PSOE, tras su viaje por España como los almendreros de fiesta en fiesta, Tudanca y Puente se frotarán las manos haciendo su propia quiniela: el precio –cargo– que ha costado aferrarse a un ‹‹no›› categórico, que en este mundo de resentimiento tenaz ni el perdón existe para los disonantes ni el olvido para los concordantes.