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Separación y divorcios: la asesoría cercana del notario en cuestiones personales delicadas

Separación y divorcios: la asesoría cercana del notario en cuestiones personales delicadas
Separación y divorcios: la asesoría cercana del notario en cuestiones personales delicadaslarazon

Hasta el año 2015, las separaciones y divorcios solo se podían resolver en el ámbito judicial. En la actualidad, tras la reforma introducida por la Ley de Jurisdicción Voluntaria en verano de ese año, ambas cuestiones se pueden llevar a cabo por vía notarial siempre que no haya hijos menores y que los dos cónyuges estén de acuerdo en formalizar la separación o el divorcio. La finalidad de esta ley ha sido descargar los juzgados de aquellas cuestiones en las que no hay un conflicto contencioso y que se pueden resolver entre personas mayores de edad. Para ello se habilita un sistema con plenas garantías, pero con claras ventajas para el particular: cercanía, agilidad y rapidez.

Se trata, en definitiva, de ofrecer una alternativa para quienes, estando de acuerdo en la finalización de su matrimonio, no quieren dilaciones innecesarias, que suelen ser dolorosas e incómodas.

Para que sea posible acudir al notario a formalizar una separación o un divorcio es necesario, como ya se ha dicho, que no existan hijos menores y que ambos cónyuges estén conformes en los términos del divorcio o la separación. Los dos deberán estar asistidos por un abogado que haya redactado el acuerdo correspondiente.

Lo normal es que el camino hasta llegar a un entendimiento sea largo, dado que cada cónyuge necesita información y asesoramiento suficientes para poder cerrar un compromiso. Se deben dejar resueltas cuestiones importantes como el uso de la vivienda familiar o pensiones compensatorias. Si hay hijos mayores de edad, se deberán concretar aspectos relacionados con ellos (estudios, convivencia, vacaciones, etc.) y será necesario que presten su consentimiento respecto de las medidas que les afecten.

El asesoramiento notarial se despliega en estas ocasiones de una forma muy personal y directa, dado que son asuntos delicados.

Lo usual es que los cónyuges vengan por separado a plantear sus dudas y a conocer las distintas fórmulas posibles para solventar los problemas que surgen en estas situaciones. Hay un gesto característico que se repite en muchas personas y es que antes de empezar a hablar, miran a la puerta para comprobar que está cerrada, y piden que les confirme lo que ya saben de antemano: que lo que en el despacho se hable, se queda dentro de esas cuatro paredes. Quien consulta con el notario sabe que su privacidad, el secreto de la conversación, y la custodia de su intimidad están garantizadas. Y es que, en estas conversaciones, junto a las dudas, legales salen los miedos y las angustias personales. Por ello, quien acude al notario se va a sentir no solo asesorado, sino escuchado.

Menos habitual es que ambos cónyuges vengan juntos, pero también sucede, sobre todo cuando los términos del acuerdo están muy avanzados. Aunque el componente emocional haga difícil el camino, la seguridad que proporciona formalizar ante notario un mutuo acuerdo supone una tranquilidad para ambos.

Una vez que se ha alcanzado una conformidad, la elaboración de la escritura en la que se recoge el divorcio o la separación es rápida. Por su propia esencia, son casos en los que se agradece la celeridad en las actuaciones. Si se hubiera optado por la vía judicial, el colapso que sufren muchos tribunales podría suponer meses de espera hasta zanjar la cuestión. La vía notarial permite que “lo que tenga que ser, sea cuanto antes”

Reconozco que cuando en mi despacho preparo una separación o un divorcio, la sensación interior es contradictoria. Por lo general, la actuación del notario se desarrolla en ámbitos donde el acuerdo es satisfactorio para las personas: quien compra, vende, formaliza un préstamo, hace testamento u otorga un poder suele salir de la notaría contento. Pero en estos casos, el componente sentimental y emocional, las repercusiones económicas y personales y el hecho de poner fin a una etapa de la vida, hacen que todo sea distinto. Utilizar la vía judicial en un divorcio introduce a los cónyuges en un procedimiento frío, donde la persona puede sentirse como el número de un expediente. La vía notarial sirve por el contrario para romper esa sensación de impersonalidad, para crear un ambiente cordial donde quien necesita ser escuchado vea cubierta esa necesidad. Utilizar la psicología, saber templar situaciones tensas, o resaltar los aspectos positivos que pueda haber en una situación a priori tan negativa son habilidades que el notario debe desplegar para dar seguridad y tranquilidad.

El trabajo del notario consiste no solo en dejar bien hecho lo que se tenga que hacer, sino en acompañar su labor con lo que los cónyuges que se divorcian demandan igualmente: cordialidad, cercanía, asesoramiento y agilidad.