Sociedad

¿Quieres casarte conmigo? – Él

¿Quieres casarte conmigo? – Él
¿Quieres casarte conmigo? – Éllarazon

Fotos: NAVARLAZ

¿Qué me dices? ¿Que tu mejor amiga se casa?” Y con la sonrisa llena de dientes del emoji dices “¡Qué bien!” Pero algo no anda bien, nada bien, lo sabes, lo sientes: ¡May Day, May Day! Se ha abierto la caja de Pandora, ha habido una implosión nuclear y el universo se expande a una velocidad vertiginosa mientras tú ves tu vida desfilar delante de tus ojos, pero no es un desfile cualquiera, sino un desfilar por un montón de bodas que van a caer en los próximos veranos. Viajes, regalos de boda, estancias en hotel, visitas a tiendas para comprar el enésimo modelito*.

Estás en uno de esos momentos de espera eterna, en el que ella está dentro del probador probándose oooootro vestido, que a ti, como a cualquier persona razonable que tenga un código de colores equivalente a los del arcoíris, se te antoja exactamente igual que el anterior. Olvidas que al descorrerse la cortina vendrá la aterradora pregunta que suena a “¿Qué tal me queda?”, pero que en realidad significa “prepárate para una de las pruebas finales más duras para los futuros diplomáticos de cuya respuesta penden sus futuras carreras”. Olvidado de todo ello, con tu mente deambulando por lugares antes sin transitar, de repente oyes un click (y no es el botón de la falda que ella se está probando). Es el click en tu cabeza. Ha llegado el momento. EL MOMENTO. Lo sabes, lo entiendes, no hay nada más que esperar. Se lo vas a pedir. Pero antes de abrir la cortina del probador y pedírselo allí mismo, te frenas y decides hacer las cosas con un pelín más de detenimiento.

Ella descorre la cortina y te hace la pregunta generadora de conflictos internacionales, y tú, con una amplia sonrisa, le dices la verdad, que le queda genial ese vestido del color de moda y te gradúas con honores del título de novio-que-mejor-va-de-compras-con-su-chica. Ahí es nada.

Comenzáis una nueva aventura, aunque ella aún no lo sepa. Sonríes pensando en lo inconsciente que es ella de todo lo que estás planeando. La quieres para siempre y quieres pasar con ella el resto de tu vida. Piensas en qué decirle, cómo y cuándo. Viendo como has visto en las pelis que el novio pide matrimonio con un anillo de brillantes, decides que lo vas a hacer así también. Empiezas a buscar una joyería, pero de manera discreta, no vaya a ser que te pillen en el trabajo y haya que dar explicaciones. La oferta en internet es algo farragosa y la verdad no te da mucha confianza, y ¡de ninguna manera vas a comprar el anillo por internet! Así que en un ataque de extrema necesidad y rogándole al universo que no se vaya de la lengua, le preguntas a tu compañero de trabajo a qué joyería fue él hace unos meses.

Una vez en la joyería descubres un mundo desconocido. El objetivo con el que saliste de casa era claro: comprar aro de metal con piedra para poner en su dedo.

Pues el objetivo acaba de cambiar.

¿Oro blanco o platino? ¿Brillante o piedra de color? ¿Una sola piedra o varias? Hay que ver el mundo de la joyería, esto era más complicado de lo que pensaba. Pero NO CONTENTOS CON ESO resulta que hay DISTINTOS TIPOS de piedras preciosas y que cada una de ellas tiene diferentes características que hacen que tengan uno u otro precio. Respiras hondo y decides disfrutar de tu momento. Con la ayuda del joyero eliges una combinación que estás seguro a ella le va a encantar.Y te da el precio. Respira, no te quedes sin aliento. Podemos hacer algún cambio. O decides que dejar de respirar y de comer durante los próximos meses es una opción factible, y así tendrás la capacidad financiera para regalarle a ella el anillo que con tanto mimo e interés has elegido. O te sientes satisfecho de tener unos ahorrillos de emergencia que vas a utilizar ahora mismo.

Luego piensas en cómo y cuándo decírselo. Eliges un viaje que teníais planeado hacer juntos próximamente, o decides inventarte una escapada de fin de semana, o quedáis para cenar, o dais un paseo por un parque, cualquier opción es buena.

Se lo pides.

Oyes “¡Sí!” y sientes que sois las dos personas más felices que habitan la tierra.

Y con esta sonrisa os dejamos disfrutar de vuestro momento y os deseamos todo lo mejor para vuestra nueva vida.

* Porque todo el mundo sabe que una mujer jamás puede ir a dos bodas con el mismo atuendo. Eso sí, gracias a algún alma iluminada los hombres sólo necesitan cambiar el color de la corbata (y en estos tiempos que corren ponerse unos calcetines bien cantosos) para estar radicalmente diferentes.