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El año que vivimos peligrosamente

La Razón
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Por Luis Miguel Belda

No el que tú me hayas mentido, sino el que yo ya no te crea, eso es lo que me ha hecho estremecer”. Esta sentencia de Nietzsche explica, de algún modo, el escepticismo que impera entre los periodistas: sano sentimiento por otra parte para serlo. No obstante, es fácil exigir del periodista que sea veraz, imparcial e independiente, cuando su deseo primitivo es querer ser como sus lectores, esto es, librepensadores, y también libres para expresar sus emociones, afectos y simpatías.

Pero nadie piensa en la sorpresa, el enfado y el reflujo que, como a su lector, le causa saber que aquel a quien trató era un bandarra de marca mayor. “Por lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes”, acierta a decir también el filósofo alemán.