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Cameron exige otro statu quo

David Cameron se reunió con François Hollande en el Palacio del Elíseo, en París, tras su visita a Países Bajos
David Cameron se reunió con François Hollande en el Palacio del Elíseo, en París, tras su visita a Países Bajoslarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@e4c5a58

El «premier» británico busca la complicidad de sus homólogos europeos para reformar la UE y matiza que no quiere «obstaculizar la integración» del euro.

El plan de David Cameron para redefinir las relaciones entre Londres y Bruselas se ejecuta con la máxima celeridad. Tan sólo un día después de presentar su programa legislativo tras hacerse con la mayoría absoluta en las elecciones generales, el «premier» inició una gira por las principales plazas europeas para exponer los cambios que quiere llevar a cabo en el Bloque. Según un portavoz del número 10, «su intención es hablar en persona o por teléfono con todos los países miembros antes del Consejo Europeo del 25 y el 26 de junio». Las reformas en sí no han sido anunciadas, pero tal y como explicó ayer el ministro de Exteriores, Philip Hammond, pasan por limitar el acceso de los inmigrantes a los subsidios sociales, salvaguardar los intereses de la «City» y garantizar que Reino Unido no tenga que ceder soberanía. En definitiva, evitar la integración que ahora reclaman Francia y Alemania. Su primera parada fue Países Bajos, antes de pasar por París, donde se entrevistó en La Haya con el primer ministro, el conservador Mark Rutte. Allí Cameron, en un ambiente distendido, afirmó que iban a trabajar sobre crecimiento, empleo, y una «agenda proempresarial», así como sobre «mis planes para la reforma europea».

La acogida en París fue menos calurosa que la del primer ministro holandés. Cameron dijo que la Unión Europea debe ser «flexible y con imaginación» si quiere «funcionar mejor» y desea «responder a las inquietudes de los británicos sobre nuestra pertenencia a la UE». Mientras que Hollande repitió su deseo de que «Reino Unido siga en la Unión Europea» y añadió simplemente que el «premier» «presentará sus propuestas, las discutiremos y veremos cómo podemos avanzar» antes de que se celebre el referéndum para el que todavía no hay fecha. «El statu quo (en la UE) no es satisfactorio», subrayó Cameron, al tiempo que aseguró que su intención es que «la zona euro funcione mejor» y por eso no tiene ningún interés en «obstaculizar una mayor integración» de los países de la moneda única. Al tiempo, y en esta dinámica de una de cal y otra de arena, quiso dejar claro que los británicos tienen «prioridades diferentes». Por su parte, el jefe del Estado francés resaltó durante la comparecencia de prensa que Francia y Reino Unido tienen «relaciones intensas y de confianza», así como «intereses comunes». Tras una primera reunión, Hollande y Cameron siguieron las conversaciones en una cena en el Palacio del Elíseo en presencia del ministro de Exteriores, Laurent Fabius, quien por la mañana recurrió a su metáfora preferida: «No se puede decir en medio de un partido de fútbol: ahora vamos a jugar al rugby». Francia considera que la postura de Cameron «es muy arriesgada». «Decimos sí a una mejora de la Unión, pero no al desmantelamiento», aseguró Fabius en Franceinter. París piensa que los políticos británicos juegan de forma peligrosa con las constantes críticas que hacen a la Unión Europea. Según Fabius, el día que pregunten a la población qué es lo que piensan les dirán que «como ustedes dicen, Europa es una mala cosa». La celebración del referéndum británico podría tener, además, consecuencias internas en Francia. En 2017 tienen lugar las elecciones presidenciales, y si Cameron no agota el tiempo que se ha dado para la celebración de la consulta, a finales de 2017, la decisión de los británicos de pertenecer o no a la UE será, inevitablemente, un tema que se introducirá en la campaña de los candidatos.

Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Junker, ya ha advertido de que habrá líneas rojas infranqueables. Pero en un gesto de acercamiento, el lunes se reunió con el primer ministro y, según los rotativos, sí se mostró abierto a dialogar sobre el acceso de los comunitarios al sistema de bienestar.

Las medidas que Cameron quiere implantar pasan por echar del país a aquellos que no encuentren trabajo en un plazo de seis meses. Tal y como reconoció el jefe de la diplomacia británica, algunas de las demandas «requerirán cambios en el Tratado», por lo que todos los estados miembros tendrían que ratificarlas. Esto podría entorpecer el calendario del referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE. El «premier» se ha comprometido a celebrarlo antes del final de 2017. Sin embargo, debido a la prioridad absoluta que el Gobierno ha conferido a la materia, no se descarta que pudiera adelantarse al año que viene. Hammond se convirtió ayer en el primer miembro del gabinete en hablar abiertamente de 2016, pero, con todo, recalcó que la prioridad era «hacer las cosas bien, no hacerlas cuanto antes». En cualquier caso, el Ejecutivo presentó ayer en la Cámara de los Comunes el proyecto de ley para poner marco legal al plebiscito. Se trata de cinco páginas con 11 cláusulas que podrían cambiar para siempre la Comunidad de los Veintiocho. La primera de las tres lecturas de rigor antes de pasarlo a la Cámara de los Lores tendrá lugar el próximo jueves.