María José Navarro

Candy Candy

Si alguno de Vds no sabía a estas alturas qué es el «Candy Crush», ya lo sabe. Una, iletrada en esto de «los marcianitos» (nombre popular hubiera o no marcianos involucrados) intuye que el Candy Crush es una versión moderna del tres en raya mezclado con el Tetris, pero no lo tiene claro. El caso, no lo voy a negar, es que me están entrando unas ganas locas de bajarme la aplicación de marras, porque debe ser la monda: ¿cómo explicar si no que la Presidenta del Congreso en funciones no se resista a echar una partidita mientras debaten nuestros primeros espadas sobre el futuro de todos nosotros? Ahora bien, pensándolo de nuevo, quizá haya que dar la vuelta al argumento: ¿qué clase de nivel dialéctico y argumental tienen nuestros primeros espadas para hacer que una política con un alto cargo institucional prefiera, en vez de oír lo que dicen, dedicarse a hacer filas de caramelos de menta? El debate, no me lo negarán, es de los apasionantes. Vd qué prefiere, ¿escuchar a Pdr Schz leyendo respuestas o echarse una partidita en la tablet? La respuesta parece obvia, y no habla bien de aquellos que tienen que enderezar el torcido rumbo de la Patria. La cuestión, además, plantea otros interrogantes. Si la Presidenta juguetea en semejante momento, ¿qué pasa en el día a día de la Cámara? ¿Escucha Madina a los Television Personalities en Spotify durante las ponencias? ¿Es involuntario el guiño de Rajoy, o indica a Hernando que lleva 31 a distancia? ¿Se pasan sus Señorías vídeos de Chiquito de la Calzada en grupos de Whatsapp durante el debate presupuestario? Viendo el cotarro, esto último me resultaría hasta tranquilizador.