Papel

Cayetano reaparece a medio gas

Cayetano Rivera, en su reaparición en Jerez
Cayetano Rivera, en su reaparición en Jerezlarazon

Jerez de la Frontera. Dos tercios de entrada. Toros de Juan Pedro Domecq, justos de presencia, blandos y nobles.

Enrique Ponce (tabaco y oro). Oreja y oreja.

El Fandi (blanco y plata). Oreja y oreja con petición de la segunda.

Cayetano (marfil y oro). Ovación tras petición y oreja.

Reapareció Cayetano tras dos años de asueto y reflexión pero, la verdad, mucho no ha mejorado la cosa. Mientras desaprovechaba con un toreo insípido y por momentos atropellado al toro de su regreso, un magnífico ejemplar de Juan Pedro Domecq, era inevitable acordarse de la cantidad de jóvenes toreros a los que se le corta el paso en favor de este hombre y otros inventos por el estilo. Pero así esta montado este negocio. Entre gritos de «guapo, guapo», trasteó a sus dos oponentes con cierto aseo y más voluntad que acierto. Algún muletazo ayudado de buen porte a su primer toro y el valeroso inicio de rodillas al sexto, al que toreó con temple en algún natural suelto, destacan en un conjunto gris ante un público santo que, si llega a matar a la primera, lo hubiera sacado a hombros.

A Cayetano lo recibieron en su vuelta unos tendidos con 3.000 asientos vacíos y el maestro Enrique Ponce, que ante semejante competencia podría llevarse toreando medio siglo. Ofició de curandero ante el asmático primer toro, una preciosidad de animal al que acompañó sin violencias, con compostura: y se apretó más con el cuarto, bajándole los humos en redondo con dos tandas ligadas que acabaron con el fuelle del enemigo, que perdió a chorros la bravura.

Cortó dos orejas y otras tantas se llevó El Fandi, hiperactivo y batallador hasta la extenuación. En realidad su actuacion fue una de tantas. Fácil y airosa con el capote; precisa y contundente en banderillas; y voluntariosa y tosca con la muleta. Lo curioso es que, al quinto, le pegó cinco naturales larguísimos y a cámara lenta, con diferencia, los mejores de la tarde, aunque la gente le aplaudiera más unos irrelevantes circulares. Misterios de la sociedad moderna...