Papel

Ceremonia hacia el cielo

Nick Cave (izda.) y Warren Ellis, mente y músculo de The Bad Seeds
Nick Cave (izda.) y Warren Ellis, mente y músculo de The Bad Seedslarazon

Nick Cave y Warren Ellis, que acaban de publicar su cuarta banda sonora conjunta, lideran esta noche a los Bad Seeds en Madrid.

La contribución de Warren Ellis al sonido de Nick Cave & The Bad Seeds ha sido decisiva. Desde que el violinista y multiinstrumentista se unió a la banda en 1994, su papel ha ido creciendo hasta convertir su conocimiento de los sintetizadores y programaciones en la base perfecta de las poderosas letras de Cave, evolución que ha tenido su punto culminante en «Push The Sky Away» (2013) –«Empujar el cielo más allá»–, el último disco del grupo, un trabajo que en directo elevan a categoría de ceremonia, como podrán comprobar en Madrid esta noche. Cave se presenta con la banda al completo: además de Ellis, Martyn Casey (bajo), Thomas Wydler (batería) y Barry Adamson (teclados y vibráfono). «Es cierto que mi rol es importante ahora mismo –señala Ellis–, pero puede cambiar. Siempre nos hemos comportado como una banda que trabaja en conjunto, pero que al mismo tiempo busca nuevos caminos porque Nick lo quiere así. Nunca olvido que todo puede ser diferente al doblar la siguiente esquina», dice el músico, que acaba de grabar junto a Nick Cave la cuarta banda sonora conjunta de su carrera, para la película «Lejos de los hombres», de David Oelhoffen.

Servir a la imagen

«El proceso creativo se parece al que seguimos con un disco de los Bad Seeds aunque yo me siento más relajado trabajando para una película por varias razones. No hay tanta presión, en primer lugar, lo que deja mucho espacio para experimentar, y eso es algo que me inspira. Y hay otras dos cosas que facilitan el trabajo: tener una fecha límite, que a veces en un grupo nunca se sabe... y además, un concepto claro, que es la historia de la película, lo más importante de todo el proyecto. Tienes que servir a la imagen», señala Ellis. «En el caso de la banda sonora es como si pintases en un lienzo que es muy amplio, mientras que en un disco para los Bad Seeds, el marco es más estrecho. Pienso que es bueno que vayamos cambiando de estilos, que abramos el plano. No voy a llevarme el mérito por eso, lo último que querría es adjudicarme el reconocimiento que corresponde a Nick, que por fortuna defiende que exploremos caminos nuevos. La supervivencia de un grupo que lleva tanto tiempo juntos lo exige. Y el público también busca formas nuevas», comenta. Esa es, seguro, la razón de que las entradas para el concierto que esta noche ofrecen en Madrid (que costaban 72 euros) se agotaran en unos días. «No olvides que Nick es una especie rara de artista. Tiene seguidores muy leales porque además le da a sus actuaciones un plus de representación y de puesta en escena. Su presencia es muy poderosa y también se expone a todos los riesgos», explica Ellis.

Desde que Cave se alejó de las drogas se ha ido acercando a la literatura, e incluso se ha convertido en objeto de obras como «20.000 días en la tierra», un documental sobre su vida que juega al verdadero o falso. Ellis está en el núcleo del proceso creativo con un artista muy poderoso. «Hablamos mucho, hacemos lo necesario, debatimos y ensayamos. Nick tiene la responsabilidad de escribir y no es fácil encontrar el descanso cuando entramos a hacer canciones, es un proceso lleno de estrés. Pero a pesar de la tensión y la imagen que se pueda tener de él, Nick es alguien tierno y sensible. Agradezco cada día trabajar con él».

Para la banda sonora que acaban de editar ambos sí tenían un objetivo: «No queríamos que, de entrada, resultase melódica, sino que la primera impresión fuera la de una textura casi abstracta, un reflejo del paisaje y del terreno de la película», comenta Ellis sobre la cinta, protagonizada por Viggo Mortensen y que transcurre en Argelia. «Le dijimos al director (David Oelhoffen) que no estábamos capacitados para hacer canciones argelinas o folk. Y él estaba de acuerdo, quería un sonido parecido al de un hechizo o un sueño. Así compusimos algunas atmósferas básicas y luego Nick le aplicó las melodías cuando se adaptaban al momento de la historia». Un trabajo más descriptivo que narrativo en el que la palabra hablada juega su papel: «Sólo hay dos cortes en los que se oye una voz. Es la de Psarantonis, un maestro musical cretense que es como el John Lee Hooker griego. Es un verdadero fenómeno musical, un maestro de la lira. Su voz y su arte eran lo arcaico en un disco lleno de ‘‘loops’’, el contraste entre lo antiguo y lo nuevo».