Conciertos

2015 en Compton: dos obras maestras del rap

2015 en Compton: dos obras maestras del rap
2015 en Compton: dos obras maestras del raplarazon

La mejor cosecha musical del año ha sido la del hip-hop: “To Pimp a Butterfly” de Kendrick Lamar y la banda sonora de “Straight Outta Compton” son dos obras maestras del género que nos devuelven a un mítico territorio urbano.

En la indescifrable inmensidad de la ciudad de Los Ángeles hay un polígono de calles que delimita un lugar legendario. Hablamos de Compton, una extensión sin coordenadas que vio nacer a una de las primeras bandas superventas del género, N.W.A. (grupo que integraban DJ Yella, Dr. Dre, Eazy-E, Ice Cube y MC Ren), la primera respuesta de la costa Oeste americana al género que años antes habían inventado Grandmaster Flash, Afrika Bambaata y Public Enemy. Los N.W.A. trajeron algo nuevo: el orgullo de pertenencia al barrio que estaba en los pioneros del género fue un paso más allá. En la fértil cantera de pandilleros que era la enorme y depauperada extensión de la ciudad de Los Ángeles, surgió el llamado “gangsta rap” y buena parte de los estilos asociados a él: tanto en producción como en temática, los discos de este grupo fueron revolucionarios. Esta historia la cuenta mejor “Straight Outa Compton”, la película que este año ha traído a la taquilla las desventuras un tanto desquiciadas de aquellos chicos malos que se hicieron millonarios y de paso una excelente banda sonora de hip hop facturada en 2015 con el espíritu de antaño.

Uno de los principales responsables de aquel sonido explosivo de N.W.A a finales de los años 80 fue el carismático productor Dr. Dre, que está detrás de algunos de los discos más exitosos comercialmente de la historia del rap, y nacido y criado en Compton. Dr. Dre llevaba cinco años tratando de lanzar un álbum conceptual, de nombre “Detox”, que sería el testimonio de sus intentos de “desintoxicarse” de tanta fama y disco comercial, proyecto que finalmente descartó. El productor está

detrás de “Compton”, la banda sonora de la película que cuenta su propia historia, y cuando el egotismo se permite el productor se desata y firma sus mejores trabajos. El áñlbum, que casi cuenta un día en la vida de la legendaria Compton es sobresaliente. Diverso en tiempos y estilos, reúne a excelente selección de rimadores nuevos con colaboraciones estelares como Eminem, Snoop Dogg, Kendrick Lamar y Xzibit a través de 15 cortes sin desperdicio.

¿Y de qué hablan las canciones? Pues de la vida a veces lenta a veces velocísima del barrio pero siempre con el nombre de Compton de fondo. Del alambre de sus calles, de la responsabilidad de los que proveen para llenar la nevera de una vivienda social (“It's All on Me”), y de los que, a pesar de saberse esclavos de la negrera industria del entretenimiento siguen trabajando en sus rimas en vez de ir al club a echar un trago (la soberbia “All in a Day’s work”). En cada tema cambian los paisajes y los estilos de rimas y Dr. Dre logra meter cinco ideas diferentes en canciones con desarrollos largos y ambiciosos como en “Darkside/Gone” y “Loose Cannons”, en la que combina sampleos con dibujos vocales de mucha riqueza. Los diálogos de la película juegan un papel narrativo en un disco que no deja espacio al aburrimiento.

Cosa diferente es el estilo de rap cósmico de Kendrick Lamar (Compton, 1987) quien, por supuesto, como el MC más en forma del planeta, participa en la banda sonora de la película como un homenaje a su propio nacimiento. Muy bueno tienes que ser para que David Bowie te cite como la principal referencia de su siguiente trabajo, que llegará a las tiendas en enero, y en el que da la espalda al rock en favor de unos ritmos negros que dice haber redescubierto con este trabajo del que hablamos. “To Pimp a Buitterfly” es un álbum en el que hay que trabajar, en el que cabe el free jazz, el spoken word y todo un mundo de bases y ritmas que han dejado por sabida la vieja escuela y se abren a una nueva era del hip hop. Esta es la “apertura de mente” que sedujo al Duque Blanco y que abarca desde el del funk de George Clinton –que participa en el álbum– al reggae de Boris Gardiner. Por algo le consideran el sucesor más directo de Kanye West. Temas como “King Kunta”, además, demuestran que tiene el hit al alcance de la mano y que si no lo hace es porque, sencillamente, no le da la gana. “These Walls”, “u”, “Allright” y “Hood politics” son muestras de un talento que necesita de un nuevo vocabulario.

Pero no es un muchacho superficial. Un ejemplo es la figura de Lucy, una especie de alter ego creado por el rapero con la que Kendrick mantiene un diálogo en el disco (“For Sale?”) y que ha dado lugar a todo tipo de interpretaciones. ¿Es Lucy la representación de todos los malos deseos y ambiciones de Kendrick? ¿Representa a la avaricia y al poder, esas cosas que desea un chico de Compton y que nunca podrá alcanzar? ¿Habla de la América despiadada de las compañías y el neoliberalismo? ¿Es una idea romántica de Lucifer? Sabemos que el joven rapero está en contra de las drogas y Lucy es un nombre que en la calle le dan al LSD ¿Es Lucy también eso? En los versos del joven rapero hay mucho por descubrir, y solo ha publicado tres discos. Este ha sido un año para celebrar el hip-hop. Gracias a Compton.