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Alicia Aza: «Los nacionalismos restan y limitan»

Presenta su cuarto poemario, titulado «Arquitectura del silencio», en el que subyace una honda preocupación por el ser humano.

Alicia Aza: «Los nacionalismos restan y limitan»
Alicia Aza: «Los nacionalismos restan y limitan»larazon

Presenta su cuarto poemario, titulado «Arquitectura del silencio», en el que subyace una honda preocupación por el ser humano.

«La temática de este libro ha sido una sorpresa para mí misma. Los anteriores tenían temas recurrentes de la literatura, el amor, el desamor, la naturaleza, el paso del tiempo, la memoria..., imágenes de la mitología, del arte, de la música. Mi yo lírico estaba muy distanciado de mi persona, pero en éste, más pegado a la realidad, me muestro más, mi voz está más presente. Nunca pensé que fuera a abordar con un discurso poético esta temática. Quizá por eso sea el más autobiográfico», así presenta Alicia Aza su cuarto poemario «Arquitectura del silencio» (Valparaíso Ediciones). Versos cargados de imágenes, matices y sensibilidad poética. Con voz nítida retrata la conmoción que le producen ciertos paisajes emocionales que son emblema de dolor y de muerte.

–¿La poesía debe conmover?

–Pienso que no debe de entretener como la novela; la poesía es otra cosa. Como lectora y como autora, lo que busco es la conmoción en todos los sentidos, la emoción. La poesía mueve los sentimientos fundamentalmente.

–¿Y ser útil?

–Lo que me ha movido ha sido la necesidad de que cada verso o poema fuese necesario. Escuché a un gran poeta –aún vivo– decir esto, el poema ha de ser necesario y el que no lo sea no debería existir. Esa utilidad de la poesía ha sido para mí un susurro constante durante tres años de escritura.

–¿Por qué le conmueven escenarios como Auschwitz, Tiananmen, Israel o Vietnam?

–Este libro surgió a raíz de una visita que hice al campo de Auschwitz, que siempre ha sido una constante en mi vida, una preocupación. Lo visité sin la idea preconcebida de escribir un libro. Fue a la salida cuando el impacto me provocó esa necesidad.

–Que amplía a otros acontecimientos.

–Mi idea inicial era mostrar una unidad temática, los campos de concentración, el Holocausto, plantear las preguntas que me hice durante esa visita, pero en el proceso creativo, el propio poemario fue demandando otro recorrido por asociación con imágenes de otros lugares y acontecimientos, Israel, Vietnam... y, mientras, seguían sucediendo cosas –atentados– que iba incorporando. Esto lo hace un libro muy vivo.

–¿Es sensible a la crueldad?

–Creo que existe una crisis de valores tremenda en la humanidad y soy sensible. Tanto, que formo parte de un movimiento de creadores constituido hace años por un grupo de poetas andaluces llamado «Humanismo solidario», donde, desde estéticas diferentes, reivindicamos el valor del ser humano, algo que subyace fundamentalmente en este libro.

–Habla de muros, ¿construimos demasiados?

–Creo que sí, que al final siempre estamos construyendo muros, llenos de prejuicios, con las palabras, sin ser conscientes muchas veces de lo que cuesta luego deshacerlos.

–¿El silencio también los levanta?

–Sí, hay silencios que también construyen muros, lo estamos viendo estos días en Cataluña. Ocurre como en el ámbito personal de la pareja, hay silencios que pueden llevar a la ruptura. Muchas separaciones son consecuencias de esa falta de diálogo.

–¿Y cómo se derriban?

–El verso siguiente dice: «Y solo la palabra los derriba», con un gesto... Las palabras levantan, pero también deshacen. Una palabra puede matar y puede curar.

–Denuncia, asimismo, la violencia de los fanatismos religiosos.

–Es que muchas guerras han sido encabezadas por las religiones, todas. Hago presentes los atentados actuales, pero me remonto a la Inquisición y eso no lo podemos olvidar. No soy religiosa, pero creo en la dimensión espiritual del ser humano, me parece bastante más gratificante. No comulgo con cualquier religión que quiera imponerse sobre las demás y menos violentamente.

–Torres gemelas, Bataclan, Niza, ETA...

–Y Barcelona si no estuviese el libro ya cerrado. El poemario quiere ser una llamada de atención al ser humano, a lo que estamos haciendo. Puede enmarcarse dentro de una corriente humanística que reivindique la naturaleza del hombre con sus valores, con lo positivo.

–¿Y las libertades?

–La libertad es lo más importante. No defiendo una ideología política, pero sí, desde leugo, la libertad. Repaso acontecimientos que han dejado huella en mi memoria, el asalto al Congreso, el miedo a ETA... El problema es cuando asumes vivir con miedo. Si no eres libre, la vida no tiene ningún sentido.

–El otro polo son los nacionalismos. ¿Unen o dividen?

–Lo que hacen es restar y limitar al ser humano en toda su dimensión. Lo de ahora es un retroceso. Yo era pequeña en la dictadura, pero sé de los esfuerzos que hicieron todos los ciudadanos por construir una democracia y un estado de derecho desde 1975 y me parece muy triste que haya un sentimiento separatista. Hay que defender lo propio, lengua, cultura...pero pasar los límites, destruir lo construido con esfuerzo de tantos es una involución.

–Y en medio de todo, la voz del poeta...

–La poesía está para esto. Creo que el arte y la creación, artistas, poetas y escritores deben invitar a pensar. Ellos no están obligados a dar las soluciones, pero si plantear cuestiones para que la gente pueda reflexionar hacia dónde vamos.

–¿Y qué sueñan los héroes mientras duermen?

–Al final, todos somos humanos, bebemos de lo mismo, todos soñamos cuando dormimos. Me pregunto sobre todos estos héroes que voy narrando a lo largo del libro ¿qué soñarán?