Madrid

Francisco Bores ilumina al Poe más oscuro

El Museo Thyssen abre una exposición en la que reúne los doce gouaches que realizó el artista para ilustrar este poema del escritor norteamericano

Bores se acerca en estas obras a la abstracción sin renunciar a la realidad visual
Bores se acerca en estas obras a la abstracción sin renunciar a la realidad visuallarazon

El Museo Thyssen abre una exposición en la que reúne los doce gouaches que realizó el artista para ilustrar este poema del escritor norteamericano

Francisco Bores se alejó de las influencias de otros autores para ilustrar «El cuervo», de Edgar Allan Poe. No quiso mirar, y si lo hizo fue solamente de reojo, lo que habían hecho otros grandes maestros antes que él para representar, en dibujos o pinturas grandes, obras literarias, como fueron los casos de ilustraciones como Édouard Manet o Gustave Doré. De esa preocupación emergieron 12 gouaches desconocidos hasta hace relativamente poco, y que ahora se muestran juntos en una muestra que ayer inauguró el Museo Thyssen de Madrid. Estos trabajos, que se muestran al lado de un lienzo de ese mismo periodo, «Paisaje de verano» (1965), están en la estela que marcó la presencia del artista Odilon Redon. Pero Bores trasciende esta inspiración y sobrepone un sentimiento lírico, una impresión sensual, que es lo que rezuman estas obras al ser contempladas. La exposición, comisariada por Juan Ángel García, se convierte de esta manera en un contraste inesperado, en un contrapunto entre un poema de una tremenda oscuridad, marcada por el pulso y la visión terrible del escritor, una versión más colorida, más aligerada, por un artista como Bores.

Los gouaches se mueven en ese terreno arriesgado entre lo que es la estricta figuración y la abstracción. Un filo de navaja del que sale airoso. Bores, quien sostenía que «la verdad debe expresarse a media voz», intentó aprovechar todos los recursos y posibilidades que le permitían los gouaches. De hecho, a pesar de su reflexión sobre la manera de acometer este trabajo, el artista, que nació en Madrid pero falleció en París, se desenvolvió con una tremenda facilidad y una libertad que le permitieron ultimar este desafío con éxito.

Como toda interpretación, en estas piezas asoma la mirada del pintor sobre la obra de Poe, y lo hace a través de una técnica que bordeaba para él la experimentación. Este acercamiento lo hace desde estándares distintos a los habituales. Se parte de los tópicos y de esa visión romántica de la obra, y se aproxima a las relecturas que hicieron de este texto autores como Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé o Paul Valéry, que observaban este poema como un artificio, como un ente con una capacidad autónoma.

Frente a su legado pictórico, Bores se desenvuelve en estas ilustraciones sin prestar tanta atención a los cuidados finales. Se diría que se desembaraza de esa mordaza de la autoexigencia, para liberarse en cierta espontaneidad, que es, sobre todo, lo que impregna y aflora en estos gouaches.

- Dónde: Museo Thyssen. Madrid.

- Cuándo: hasta el 5 de febrero.

- Cuánto: acceso gratuito.