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«La Lechuga» adereza el Prado

Una soberbia custodia de Bogotá, invitada en la pinacoteca hasta mayo

El Museo del Prado presenta "La custodia de la iglesia de San Ignacio de Bogotá", conocida como "La Lechuga"por el verde de sus esmeraldas
El Museo del Prado presenta "La custodia de la iglesia de San Ignacio de Bogotá", conocida como "La Lechuga"por el verde de sus esmeraldaslarazon

Es un lugar común hablar de un Picasso, por ejemplo, como una «joya» del arte. O de un lienzo de Velázquez, un mármol de Bernini o un chalé de Palladio. En el caso de la custodia de la iglesia de San Ignacio de Bogotá, la afirmación es doble: en sentido figurado y en sentido estricto. Y es que, por más que los colombianos la hayan rebautizado cariñosamente como «La Lechuga» –debido a su color predominante–, la pieza que se expone desde ayer y hasta el 31 de mayo en el Museo del Prado es sencillamente una gran joya... o un sinfín de ellas si atendemos al apabullante número y variedad que componen este sublime delirio barroco que sale por primera vez al extranjero.

Cuenta Javier Portús, experto en pintura barroca, que Herrera el Mozo se jactaba de que su «Triunfo de San Hermenegildo» –lienzo situado justo detrás de la custodia colombiana en la sala 18A del Prado– debía ser expuesto con «clarines y trompetas». Para Portús, «La Lechuga» no merece menos honores y dignifica aún más la sala del barroco dieciochesco español, entre Claudio Coello, Collantes y el propio Herrera. La pieza –tan hispana como lo es una custodia: recuerden la de Sevilla o la de Toledo– narra por sí sola todo un viaje de ida y vuelta en las relaciones hispanoamericanas y en aquel Eldorado que constituyó la España colonial en ese punto de transición del manierismo al barroco más extremo, el del «horror vacui», las perspectivas imposibles, las siluetas sinuosas y la sublimación espiritual a través del exceso material.

Tesoro de la Compañía

En «La Lechuga» todo ello está representado a través de cifras de vértigo que harían las delicias de los viejos tratantes de Amberes: 1.485 esmeraldas –todas ellas calificadas como «gota de aceite» por la gemología, es decir, de máxima pureza–, un zafiro, trece rubíes, 28 diamantes, 62 perlas y 168 amatistas sobre oro de 18 quilates. La talla no sólo está plagada de joyas, sino también de símbolos: el gran sol central, el vino en vides y uvas talladas, el ángel que sostiene cual atlante la Sagrada Forma... «Hay un gran aparato retórico en esta obra», considera Portús, para quien el barroco aspiraba a «espiritualizar el arte a través de su suntuosidad material». Pero, además, hay historia. Historia de Colombia y España: la de los negros que extrajeron con sus manos el oro de Antioquía, las perlas caribeñas, el hacer andino y la tradición orfebre española. Fue precisamente un español, José de Galaz, del que sólo se conoce esta obra, quien talló entre 1701 y 1707 la custodia, bajo encargo de los jesuitas bogotanos. «La Lechuga» pasó a compartir entonces los avatares históricos de la Compañía, expulsada hasta en tres ocasiones de Colombia. Quiere la leyenda, explica Efraín Riaño, director de la Unidad de Arte del Banco de la República, que un sacerdote la custodió bajo su cama en uno de aquellos exilios de los seguidores de San Ignacio. La pieza de Galaz sobrevivió a tres siglos de avatares y en 1985 los Jesuitas se lo ofrecieron al Banco tras pedir permiso a Roma. El Estado lo adquirió por dos millones y medio de dólares para integrar una colección de más de 5.000 obras de arte clásico y contemporáneo en la que destacan 120 trabajos de Botero, así como 90 obras cedidas de su colección privada.

Hasta tres comisarios específicos han acompañado desde Bogotá a la custodia, asegurada en unos 4 millones de euros. Su llegada se inscribe dentro de los actos de colaboración de ambos países con motivo de ARCO 2015 y en el programa «La obra invitada», iniciativa de la Fundación Amigos del Museo del Prado. Los presidentes español y colombiano, Mariano Rajoy y Juan Manuel Santos, visitarán hoy el Museo. Miguel Zugaza, su director, recordó que la presencia de Colombia en ARCO –con más de 50 eventos en la ciudad ligados al país latinoamericano– ha propiciado esta cesión y anunció que en 2019, coincidiendo con el Bicentenario de la Independencia colombiana y de la apertura del Prado, se estrecharán relaciones. Hay Colombia para rato.

- Dónde: Museo del Prado (Sala 18A).

- Cuándo: hasta el 1 de mayo.

- Cuánto: 14 euros (entrada a la colección permanente).