Escultura

Objeto artístico sí identificado

La Casa Encendida analiza la relación ciencia-arte con la muestra «Arstronomy»

Una de las piezas más curiosas: «Arlikoop» (2004), del belga Panamarenko
Una de las piezas más curiosas: «Arlikoop» (2004), del belga Panamarenkolarazon

Pensar el cosmos con categorías artísticas no es nada nuevo. De hecho, metaforizar el infinito es innato al hombre, incapaz de «agrimensurar» el vacío estelar. Así, los antiguos concebían el universo como un cuenco vuelto hacia abajo y aún hoy tiramos de conceptos comprensibles para bautizar nuestro entorno sideral: la Osa Mayor, el carro... En el último siglo la tecnificación y la ciencia han abierto caminos hacia el conocimiento, pero la curiosidad y la incertidumbre siguen estando presentes en el ser humano y el arte continúa explorando las zonas de sombra, las preguntas eternas: ¿estamos solos? ¿Qué o quién rige el universo?

En torno a ello se articula la exposición «Arstronomy. Incursiones en el cosmos», inaugurada ayer en La Casa Encendida. Cerca de 40 artistas nacionales e internacionales del siglo XX dan una visión más o menos científica del universo a través de pinturas, esculturas, fotografías o performances. Desde los dibujos «primitivos» del grafitero Keith Haring, que entroncan directamente con los misterios de las líneas de Nazca, a los homúnculos de poliestireno del belga Panamarenko. «Intentamos ofrecer una visión de lo que varias generaciones de artistas han ido reflexionando sobre el cosmos y las conexiones mentales con el más allá», explica Danielle Tilkin, comisaria de la exposición. La muestra no rehúye –es más, ilustra– el componente mítico, chamánico y paracientífico. Y, a través del recorrido, se va dejando sentir la impronta distintiva de cada una de las generaciones: «Los artistas de entorno a los años 50 vivieron los primeros viajes al espacio y la Guerra Fría y eso se nota en su obra. Los más jóvenes, en cambio, tienen ya la experiencia adquirida de películas y series de televisión, y algunos de ellos han tenido acceso a instalaciones de la NASA y son conscientes de las experiencias de vida en otros planetas», explica la comisaria.

Una relación bidireccional

Entre las curiosidades de este «Arstronomy» se encuentra la primera escultura que fue expuesta en la Luna, «The Fallen Astronaut», de Paul van Hoeydonck , depositada en 1971 por la tripulación del Apollo 15; o las recreaciones que el catalán Robert Llimós hizo de sus avistamientos de seres extraterrestres en Fortaleza. El fenómeno UFO concentra buena parte de la documentación expuesta, ya sea a través de polaroids como de dibujos. Otros artistas explotan la veta utópica, imaginando ciudades edénicas o máquinas de volar interestelares, entroncando con una tradición que, cuando menos, arranca con Leonardo Da Vinci. Los trabajos artísticos expuestos participan, además, de numerosas corrientes del siglo XX, como el arte cinético o el cibernético, por lo que la muestra no sólo aspira a resaltar el componente antropológico o la mera curiosidad sino a remarcar el modo concreto en que artistas de una época concreta explicaron lo incognoscible. Danielle Tilkin reivindica asimismo el diálogo bidireccional ciencia-arte: «Los astrofísicos miran al arte, pero el artista también está mirando a la ciencia, porque intenta entender, comprender y expresar su propio mundo y a través de su medio, su forma de trabajar». La exposición se complementa con diversas actividades paralelas, como encuentros con expertos astrofísicos o ufológicos, un vistazo al cine de cienciaficción de la mano del director Nacho Vigalondo o un taller literario.

- Dónde: La Casa Encendida (Ronda de Valencia, 2).

- Cuándo: hasta el 30 de agosto.

- Cuánto: gratuito.