Historia

Augusto Ferrer-Dalmau

Augusto Ferrer-Dalmau: «Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos»

Pintor de batallas, dice que le queda mucho por aprender, que para expiar sus pecados «tendría que pintar muchos santos» y ahora cabalga por el s.XVI

Augusto Ferrer-Dalmau posa ante una de sus obras.
Augusto Ferrer-Dalmau posa ante una de sus obras.larazon

Pintor de batallas, dice que le queda mucho por aprender, que para expiar sus pecados «tendría que pintar muchos santos» y ahora cabalga por el s.XVI.

Tiene cientos de pinceles con los que marca el paso ligero por cualquier capítulo de la historia. El café con leche se ha convertido en su aliado para su particular guerra con el lienzo. «Sin ello no podría trabajar». Galardonado con numerosos premios por sus obras dice que la fórmula del éxito es la de «dedicación absoluta». Tanta que incluso un día salió a comprar sin darse cuenta que iba en pijama y calcetines.

–¿En qué capítulo de la historia está ahora?

–En varios. Paso de siglo como el que cambia de camisa, pero estos días estoy centrado en la época cervantina.

–Se imagina cómo sería el Quijote si hubiera empezado con un... «En un lugar de Cataluña de cuyo nombre no quiero acordarme...»

–Sí, El Institut Nova Història ya no predicaría que Cervantes era catalán y diría que fue un opresor españolista que despreciaba a las comarcas Catalanas.

–¿Hace falta mucha pintura para maquillar el desafío soberanista?

–Lo que hace falta es una brocha gorda... Los catalanes no somos estúpidos, al final el pueblo catalán se dará cuenta de que el nacionalismo es un gran negocio de un 3%, de privilegios e impunidad para una oligarquía que vive estupendamente sin producir nada. Es un gran «negoci».

–Pintor de batallas, ¿le sugiere alguna la del Quijote con sus molinos de viento?

–A la historia más reciente de España, luchando contra enemigos imaginarios, sin darnos cuenta de que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.

–¿Desconexión a la catalana es un nuevo modelo de vacaciones?

–Estos catalanes que quieren desconectar de España, podrían irse de vacaciones indefinidamente y dejar su sitio a catalanes con una visión más real del mundo que nos rodea.

–¿Usted cree que un gobierno sin mayoría pinta mucho?

–Mire, esto es un cachondeo, es indignante que los intereses partidistas y personales estén por encima de los de la nación. Los españoles exigimos responsabilidad y altura de miras a los políticos que votamos.

–¿Qué retrato haría de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera? ¿Les pondría en alguna batalla?

–Son ellos los que tienen que retratarse. Yo no los pondría en ninguna batalla, los cerraría en una habitación hasta encontrar una solución, como hacen los verdaderos estadistas.

–Ha dibujado ya en dos ocasiones el milagro de Empel. ¿Intenta expiar sus pecados?

–Tendría que pintar muchos santos para expiar mis pecados... Llegado el momento pintaré un cuadro a San Pedro para que me deje pasar por la puerta de atrás.

–Machín pedía a los pintores que pintaran angelitos negros... ¿Usted los dibujó alguna vez?

–No, pero si he pintado al «Batallón de Morenos de La Habana» hombres negros libres que combatieron en Pensacola junto a los españoles; no eran angelitos, pero si hombres valientes.

–Cuenta la historia a través de sus pinceles. ¿España necesita lecciones de historia?

–España necesita muchas lecciones. Es muy fácil cometer los mismos errores cuando no se conoce la historia y nosotros tenemos la mala costumbre de hacerlo.

–Sé que Arturo Pérez-Reverte es su aliado en la batalla con los pinceles. ¿Dibuja sus ideas o él escribe sobre sus obras?

–La imaginación de mi amigo Arturo es clave en mis cuadros complicados, recurro a él siempre que no consigo visualizar la secuencia, es como ver la película cuando me describe la escena. Es único.

–Dicen que los artistas son un poco bohemios. ¿Usted?

–No lo sé. Si ser bohemio es no saber que día de la semana es, comer y dormir a cualquier hora y ser un «malqueda», entonces sí, pero se me podría llamar «impresentable» que vendría a ser lo mismo.

–Recientemente le nombraron académico de las Bellas Artes. ¿Qué lección le gustaría dar?

–No sabría dar lecciones, al ser autodidacta no tengo referencia ni sabría cómo explicar.

–Pero ha creado una nueva corriente artística. ¿Qué consejo daría a las nuevas generaciones?

–Es una corriente en la que hay que pintar con pasión, vivir la historia, sentir sus personajes y documentarse muy bien.

–Oscar Wilde en su novela de Dorian Grey decía que «el arte es una enfermedad». ¿Lo ve así?

–Si, muy peligrosa y se convierte en verdadera obsesión, hay líneas peligrosas que se traspasan una y otra vez.

–¿Cuál ha traspasado usted?

–Olvidar mi salud, amigos y familia por unas pinceladas de más, por desgracia cruzo esta linea muy a menudo.

–¿Hay algún cuadro en su mente que al final no vio la luz por no conseguir arrancarlo?

–No, pero romper el lienzo y empezar de nuevo, sí. Tarde o temprano resuelvo el cuadro, pero a costa de sueño y mal humor.

–Va y viene de los conflictos internacionales de donde saca bocetos. ¿Estamos en guerra y no queremos verlo?

–Claro que estamos en guerra, están los malos que nos quieren aniquilar porque no somos como ellos y los «tontos buenorros» que no quieren darse cuenta.

–¿Qué le parece la polémica del burkini de este verano?

–Si son felices, que se ponga lo que les dé la gana. Pero puestos a elegir, yo impondría el burkini a algunas señoras y señores que campean como Dios los trajo al mundo y te indigestan hasta las gambas.

–Vamos, que lo de las piscinas nudistas de Carmena no le dan ni para «Las tres Gracias» de Rubens...

–¿«Las tres Gracias» de Rubens? Más bien «Los cuatro jinetes del apocalipsis». No recuerdo una ciudad tan sucia como Madrid, hay cosas más urgentes que hacer por la capital.

–¿Cómo lleva los ataques en las redes sociales?

–Me da igual. La envidia en España es el deporte nacional, siempre hay algún lamentable comentario de gente vacía, que sufren esta enfermedad, es algo que nunca entenderé.

–Se va esbozando un nuevo cuadro llamado «terceras elecciones». ¿Cómo lo pintaría?

–Y unas cuartas también, hasta que suene la flauta. Para mí sería el fracaso de la democracia. Si los diputados no cobraran nómina hasta tener un gobierno ya vería usted lo rápido que lo solucionaban.

–¿Ha pensado esconder a Wally en alguno de sus cuadros para animar a los niños a seguir su arte?

–Es una buena idea, pero no para que sigan mi arte, será para que conozcan la historia de nuestros soldados olvidados.

Toda la información sobre Augusto Ferrer-Dalmau, en su blog.